Bremen/Colonia (Alemania), 5 mar (dpa) – Las huelgas de trenes, primero, y en el tráfico aéreo, después, o las dos cosas a la vez, hacen mella en los viajeros alemanes, que sienten en primera persona cómo se recrudecen los conflictos salariales a causa de la recesión.
También hay huelgas en el transporte local, y las carreteras se ven bloqueadas por protestas de agricultores que luchan por sus ingresos. En muchos lugares, lo que está en juego es cómo se distribuye la riqueza, y el ambiente es a veces tenso, por lo que hay quien se pregunta si las huelgas en Alemania son más duras que antes.
El experto en negociación colectiva del Instituto de Investigación Económica de Colonia (IW) Hagen Lesch dice que sí. «Los conflictos salariales del año pasado ya fueron más duros que en años anteriores», dijo a dpa.
El IW, cercano a la patronal, mide desde 2010 el alcance de los conflictos salariales en determinados sectores. «Desde 2010, no hemos tenido una puntuación de conflictos tan alta como la del año pasado», asegura Lesch. «Hay indicios de que en el año en curso mantendremos un nivel tan alto como el del año pasado», agrega.
Una de las razones que se aducen para tanta conflictividad laboral es la elevada inflación de los últimos años. Según la Oficina Federal de Estadística (Destatis), el año pasado se produjo el primer pequeño aumento de los salarios reales desde 2019 (0,1 %), aunque también hubo pagas extraordinarias de compensación por inflación.
Algunos investigadores señalan que la recesión reduce la disposición a hacer concesiones. La economía se halla en una situación débil. El año pasado, Alemania experimentó un descenso de la producción económica del 0,3 por ciento. Los economistas prevén que la debilidad continúe por el momento.
Lesch cree que esto reduce la disposición de los empresarios a hacer concesiones. «Por tanto, los sindicatos toman la ofensiva en un entorno en el que las empresas se aprietan el cinturón». Naturalmente, esto hace más difícil llegar a compromisos, subraya.
Además, afirma, algunos sindicatos quieren ganar afiliados mediante una negociación colectiva activa, y en algunos casos lo han logrado. «En este sentido, también hay que temer que otros sindicatos, que hasta ahora han sido más pacíficos, quieran intentarlo».
La científica social Irene Dingeldey, del Instituto de Trabajo y Economía de la Universidad de Bremen, declaró a dpa que las huelgas todavía no han llegado a su punto álgido: «Eso serían huelgas indefinidas y aún no las tenemos».
«Las notamos más porque sentimos sus efectos. Y por eso nos pueden parecer más duras», explica sobre los paros en el transporte público. En cambio, añade Dingeldey, las huelgas en la industria metalúrgica, por ejemplo, no afectan directamente al ciudadano de a pie.
«Las huelgas son un instrumento legítimo de negociación colectiva», subraya la experta. Es la única forma de resistencia que tienen los asalariados para insistir en sus reivindicaciones, indica. «Eso forma parte de ello, nos guste o no».
La experta afirma que en el trasfondo de la actual conflictividad salarial está la escasez de mano de obra. Para los sindicatos, esto es un «recurso de poder». «Si hay escasez de mano de obra, se exige un precio más alto». Sostiene que cuando el desempleo es alto, los sindicatos pierden poder y «las exigencias salariales son menores».
Queda por ver qué sectores irán a la huelga este año. Según el archivo de negociación colectiva del Instituto de Ciencias Económicas y Sociales (WSI) de la Fundación Hans Böckler, cercana a los sindicatos, entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024 expiran los convenios colectivos acordados solo por afiliados a la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB) para casi doce millones de empleados.
En septiembre, por ejemplo, comenzará la negociación en la industria metalúrgica y eléctrica, el mayor sector de negociación colectiva, con más de 3,6 millones de empleados. Los convenios colectivos del sector público a nivel federal y municipal (2,4 millones de empleados) expiran a finales de 2024.
Lesch parte de la base de que los conflictos salariales que se avecinan este año tendrán menos repercusión que los del transporte. «Cuando acaben los grandes conflictos de las aerolíneas, la seguridad aérea y los ferrocarriles, no los notaremos tanto como ahora». Sin embargo, apunta, siempre puede haber sorpresas.
Por Helge Toben (dpa)