La salamandra común (Salamandra salamandra) se encuentra en serio peligro de extinción en Europa. En los últimos años, la población de este anfibio ha descendido dramáticamente en Holanda, Bélgica y Alemania.
La causa es un hongo de origen asiático, llamado Batrachochytrium salamandrivorans, también conocido por el nombre poco tranquilizador de ‘devorador de salamandras’, que transmite una enfermedad que infecta la piel de estos animales, provocando una necrosis que les conduce a la muerte en pocos días.
Los datos son alarmantes, tal y como muestra el estudio realizado por investigadores del equipo del científico Benedikt Smichdt, de la Universidad de Zurich (Suiza), publicado esta semana en la revista Nature.
“Tan solo el 13% de las salamandras infectadas sobrevive durante los 10 días siguientes”, explica Smichdt. “Además, los resultados muestran que un tercio de las salamandras sanas se infectan por el hongo en ese mismo periodo”, añade. Según An Martel, coautora del estudio y científica en la Universidad de Gante (Bélgica), a este ritmo no es de extrañar que una población infectada pierda a más del 90% de sus individuos en pocas semanas antes de desaparecer.
El hongo, llegado a Europa probablemente a través del comercio de anfibios exóticos, aún no se ha encontrado en Suiza. “Hacemos lo posible para asegurarnos de que esto no ocurra y que la enfermedad no se extienda”, advierte Smichdt.
El asesino perfecto
El ‘devorador de salamandras’ tiene unas propiedades epidemiológicas únicas que lo convierten en el patógeno perfecto y en un enemigo mortal para estos anfibios. Los experimentos han demostrado que, una vez infectadas, la salamandras no tienen tiempo para reaccionar y resistir a la enfermedad. El mero contacto con sus esporas es suficiente para contraer la infección que les produce la muerte.
Además, se trata de un hongo muy resistente a las condiciones medioambientales y pueden sobrevivir durante mucho tiempo en cualquier entorno natural. Otras especies de anfibios, como el tritón alpino (Ichthyosaura alpestris), son menos sensibles al Batrachochytrium salamandrivorans pero esto, más que un alivio, es otro punto a su favor. Puede refugiarse en estas especies resistentes convirtiéndolas en una reserva para sus esporas.
La suma de estos factores reduce al mínimo la posibilidad de salvar a las salamandras en su entorno natural una vez infectadas. “La reintroducción tendría pocos visos de prosperar ya que las esporas son capaces de sobrevivir mucho tiempo en la naturaleza”, lamenta el experto suizo.
Si el hongo sigue propagándose por el continente supondrá un peligro enorme para la diversidad de las salamandras europeas, muchas de las cuales ya se encuentran en la lista roja de especies en peligro en varios países.
Poner freno a la infección
De momento la enfermedad solo se ha limitado a áreas concretas y se intenta evitar su expansión más allá de estos territorios. La Unión Europea trabaja en la creación de un proyecto que establezca las bases científicas que sirvan para controlar a Batrachochytrium salamandrivorans lo antes posible.
Las salamandras y tritones exóticos son muy demandados como mascotas domésticas y se importan en grandes cantidades. Precisamente, los tritones vientre de fuego (Cynops orientalis), originarios de Asia, son los principales portadores de este hongo. Entre 2001 y 2009, más de dos millones de estos animales se enviaron a los Estados Unidos.
Por ello, tanto Suiza como EE UU han prohibido de forma preventiva la importación de salamandras y tritones. “Aunque las restricciones puedan ser impopulares, en el caso de enfermedades invasivas como esta son una medida que no se debe obviar”, concluye Schmidt.
SINC