El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha ordenado habilitar el puerto de Algeciras para recibir al barco Open Arms, en el que viajan más de un centenar de migrantes y que se encuentra frente a la isla italiana de Lampedusa.
El presidente ha tomado esta decisión por la situación de emergencia que se vive a bordo, tras dos semanas de navegación. La inconcebible respuesta de las autoridades italianas, y en concreto de su ministro de Interior, Matteo Salvini, de cerrar todos sus puertos, y las dificultades expuestas por otros países del Mediterráneo Central, han llevado a España a liderar nuevamente la respuesta a una crisis humanitaria.
Los puertos españoles no son ni los más cercanos ni los más seguros para el Open Arms, como los propios responsables del buque han repetido estos días, pero en estos momentos España es el único país dispuesto a acogerlo en el marco de una solución europea.
La situación de los migrantes del Open Arms ha causado desde el primer momento una gran preocupación en el Ejecutivo, cuyo propósito ha sido encontrar la mejor solución común, que, tras la recepción del barco, proseguirá con el reparto de los migrantes acordado por seis países miembros, entre ellos España.
La intensa labor que desarrollan los buques y patrulleras españolas en su zona de responsabilidad, y en especial en el área del Estrecho, certifican el cumplimiento de los tratados internacionales en materia de derechos humanos y el compromiso de España con su deber de salvamento y asistencia en el mar, así como la obligación de garantizar nuestra seguridad fronteriza.
Entre 2018 y 2019, los servicios de Salvamento Marítimo, adscritos al Ministerio de Fomento, y de la Guardia Civil, dependientes de los ministerios de Interior y Defensa, han recogido y conducido a los puertos españoles a más de 60.000 personas.
España es hoy con gran diferencia el país de la Unión Europea que más rescates realiza en el Mediterráneo. Desde esos principios, el Gobierno de Pedro Sánchez envió hace un año a Europa un mensaje ético en circunstancias similares, cuando recibió en Valencia al Aquarius. Los acontecimientos de estos días vuelven a demostrar la necesidad de renovar ese mensaje y de avanzar y establecer una solución europea, ordenada y solidaria ante el reto migratorio. Resolver la crisis del Open Arms debe servir de impulso a la familia europea para seguir trabajando con los valores de progreso y humanismo que impulsaron su creación y que afianzarán su liderazgo ético en el mundo.