Berlín, 20 may (dpa) – El Eintracht Frankfurt dio la sopresa ayer en el Estadio Olímpico de Berlín al ganar la Copa de Alemania por 3 a 1 ante el Bayern Múnich.
El futuro técnico del club bávaro, Nico Kovac, ganó la partida a Jupp Heynckes, que cierra su carrera como entrenador sin poder conseguir el deseado doblete de Liga y Copa.
Los tres goles del Eintracht Frankfurt los marcaron Ante Rebic (11′ y 82′) y Mijat Ganivocic (96′), mientras que el tanto del Bayern Múnich lo hizo Robert Lewandowski (53′).
«Estoy feliz y orgulloso de mis muchachos, de mi equipo y de los hinchas que creyeron que podíamos ganar una Copa alemana», dijo el técnico Kovac en la rueda de prensa posterior al partido.
«Creo que podemos decir que volvimos a ganar merecidamente una Copa treinta años después», subrayó el entrenador haciendo referencia a la última Copa alemana conseguida por el Eintracht, en 1988, y poco antes de recibir un baño de cerveza de sus jugadores en plena conferencia de prensa.
«La vida de un deportista está formada de victorias y derrotas. Es algo que aprendí en mi carrera», dijo, por su parte, Jupp Heynckes tras el partido.
«El rival jugó a la contra y de forma muy agresiva, un planteamiento muy legítimo», añadió el veterano técnico de 73 años en la que fue su última rueda de prensa como entrenador.
«A partir de la próxima semana, quiero disfrutar de la vida», dijo antes de recibir un aplauso de reconocimiento por parte de los periodistas presentes.
El partido comenzó como era de esperar: el Frankfurt de Novac intentaba sorprender al Bayern de Heynckes con una presión alta y mucha intensidad.
Tras una primera ocasión de Robert Lewandowski, que disparó al travesaño un libre directo en el minuto 7, un balón perdido por James Rodríguez en el centro del campo dio pie al soprendente primer tanto de la final.
Rebic le robó la pelota al colombiano, la pasó a Kevin-Prince Boateng, quien se la devolvió, ya filtrada al área bávara, para que el croata abriera el marcador.
El Frankfurt, arropado por una hinchada que animaba incansable desde la mitad del Estadio Olímpico berlinés engalanada de blanco y negro, se replegó entonces en su campo. Los de Kovac se dedicaron a defender el gol y a lanzar contragolpes, mientras el Bayern secuestraba la posesión y sumaba alguna que otra llegada.
En el minuto 16, un cabezazo de Thomas Müller tras un centro de James se marchaba a pocos centímetros del arco del Frankfurt, mientras que, 15 minutos después, Lewandowski disparaba ligeramente desviado tras un gran desmarque.
El equipo de Novac, futuro entrenador del Bayern Múnich, cumplía al detalle con el guion que había preparado para la final de Berlín: mantener las líneas juntas, pelear cada balón e incomodar a los de Heynckes.
Algunos jugadores de Bayern llegaron incluso a perder los nervios: Lewandowski vio la amarilla minutos antes del descanso tras sacar el codo en la disputa por un balón en el círculo central de la cancha.
La final copera llegaba a la pausa con un Frankfurt que veía como sus planes se estaban cumpliendo al pie de la letra, mientras el Bayern intentaba encontrar su mejor versión o al menos darle la vuelta al marcador gracias a su calidad individual.
La segunda parte empezó con algunos minutos de retraso: las hinchadas más radicales de ambos equipos encendieron y lanzaron algunas bengalas a la pista de atletismo que separa la cancha de las gradas del Estadio Olímpico berlinés.
La final se reiniciaba con humo y olor a pólvora en el aire, imagen que sigue repetiéndose demasiado a menudo en las máximas categorías del fútbol alemán.
El Bayern Múnich pronto dejó claro que los auténticos fuegos de artificio estaban sobre la cancha: en el minuto 53, un pase en profundidad del defensor Niklas Süle lo aprovechó un rapídisimo Joshua Kimmich para servirle a Lewandowski el empate a uno.
El delantero polaco remató libre de marca desde el corazón del área del Frankfurt y sumaba su cuarto gol en finales de Copa de Alemania.
Tras el empate, el partido entró en una fase de intercambio de golpes: el Bayern de Heynckes intentaba construir ocasiones a través de largas posesiones y el Frankfurt de Kovac daba un paso adelante y lanzaba peligrosas contras mientras la hinchada del Eintracht celebraba cada saque de esquina de su equipo como una ocasión manifiesta gol.
Y en el minuto 82 llegó la jugada del partido protagonizada por el jugador de la final: un robo de balón en la medular acabó en un balón largo para que de nuevo Rebic, tras un gran control orientado de cabeza, acabase superando a Sven Ulreich.
Cuando la mitad del once de Frankfurt ya celebraba con sus seguidores, el colegiado Felix Zwayer hizo contener la respiración al estadio tras pedir el videoarbitraje por una posible mano en la jugada previa al gol. El arbitro acabó concediendo el tanto, con la correspondiente explosión de la hinchada del Eintracht.
El éxtasis para los de Kovac llegó en el tiempo añadido: el recién ingresado Mijat Ganivocic, ya con todo el Bayern volcado sobre el arco rival, se hacía con el balón para marcar a puerta vacía, sentenciar la final, provocar una invasión de campo y confirmar la gran sorpresa del Eintracht Frankfurt ante el todepoderoso Bayern Múnich.