Con una mochila al hombro y sus cámaras colgando, Rios ha caminado durante días por las selvas colombianas y ha hecho lo imposible por llegar a las esquinas más remotas del país para retratar su realidad. El nivel deplorable de la infraestructura del país lo afectó tanto que creó un proyecto en Instagram donde retrata los obstáculos que existen para recorrer Colombia.
En sentido literal y metafórico, Colombia es para Rios un país fragmentado, lleno de absurdos y trochas que no permiten que los ciudadanos se conozcan.
Hace algunos años, con la intención de ayudar a entender el país, empezó a retratar a las Farc en su intimidad, y sus fotos se convirtieron en una referencia adonde mirar la complejidad de un conflicto que suele presentarse en forma maniquea. Su trabajo permite aproximarse al rostro humano de una guerra que muchos colombianos solo han conocido por relatos teñidos de intereses particulares.
¿Cuál es el papel de la fotografía en un país como Colombia?
Es que no nos conocemos. Colombia es un país que abandona su ruralidad. Es un país que abandona a sus campesinos, que abandona a sus indígenas, que le da la espalda completamente a lo que pasa en el campo.
Dos condiciones generan la tormenta perfecta: recorrer el país es imposible y los medios nos venden humo. Un chico de último grado de colegio en Bogotá conoce mejor Miami, Nueva York, Barcelona y Ámsterdam que los pueblos de Colombia. Pero no puedes juzgarlo. ¿Qué quieres: que agarre un carro y se demore dos días en llegar a la Guajira?
El papel de la fotografía y del periodismo colombiano es poner ese tipo de versiones en la mesa, y decir: ‘Venga, hay que hablar de esto’.
¿Qué poder tiene la imagen?
La imagen es otro vehículo de comunicación pero es muy contundente. Una cosa es que te cuenten de oídas de un chico que tiene doce años y que es miembro de las Farc. Otra cosa es verlo con uniforme y cargando un fusil que es más grande que él.
Miembros de las Farc caminan entre la selva para desplazarse de un campamento a otro. Las caminadas suelen ser largas y pueden llegar hasta los 20 kilómetros diarios. CreditFederico Rios/Native
¿Cuándo empezó su proyecto con las Farc?
En 2012 llegué a Toribio, Cauca, por mi cuenta porque había una situación muy difícil (enfrentamiento entre las Farc y el ejército). Fue muy poco antes de que se anunciaran las negociaciones y fue de pura casualidad.
Después de perder su pierna en una mina antipersonal, Elías se recuperó de sus heridas, usa una prótesis y sigue siendo un miembro activo de las Farc. CreditFederico Rios/Native
¿Siente miedo en cada viaje?
Sí, siempre. Muchas personas piensan que uno pierde el miedo. Yo pienso que el miedo solo crece. Mientras más los conoces, más entiendes lo volátil de la situación. Sacan el revólver y te dan un tiro. Un campo minado, un ataque paramilitar, uno del mismo Estado que estalle una granada por accidente, puede pasar cualquier cosa.
¿Qué tácticas usa para generar confianza?
Ser superclaro y honesto: quiero ir, quiero tomar fotos y ustedes no me pueden revisar mis fotos. Yo decido cuándo salgo y decido qué y en dónde publico.
Eso que suena tan sencillo fue una conversación larguísima pero al final dio buenos resultados. Porque ellos también asumieron que yo estaba hablando muy en serio, que para mí esto no era un juego.
Cuando finalmente llega a pasar algunos días con la guerrilla, ¿qué encuentra?
Uno empieza a conversar con ellos, a echar chistes, a dar la mano, a echar un café. No conozco otra manera.
Saco la cámara, me la cuelgo. No fotografío cosas muy evidentes. Es un baile. Uno trata de llevar el baile por donde uno quiere para lograr los resultados que uno está buscando. Se trata de retratar la intimidad y hacer fotos que no sean muy agresivas.
Me he encontrado, por ejemplo, al costurero de las Farc con una máquina de coser que cargan en una mula de un campamento a otro. Este man va cosiendo uniformes: es un costurero, un man tranquilo que sabe coser.
¿Cómo cambia la noción de enemigo que prevalece en Colombia hacia las Farc?
Ese «enemigo» deja de ser un tipo detrás de un arma, un robot que solo dispara. Para los colombianos, si te encontraste con la guerrilla, o te matan o te secuestran. Fin, no hay más. Pues sí, sí hay más.
Cuando uno piensa en las Farc de las que hablaba Álvaro Uribe: no comen, no cagan, no hacen el amor, no sudan, no les da sed, nada. Son personas detrás de un fusil que van a matar y ya. Es una vaina inventada, por Dios. Uno lo que se encuentra es a unos pelaos.
¿Cómo explican estar en las Farc?
Están en las Farc porque no encontraron otra alternativa. Suena casi ridículo, pero el Estado los puso ahí, los abandonó en sus tierras.
A veces, cuando les pregunto a guerrilleros por qué se metieron a las Farc, me dicen: «Vea, yo empecé a ir a los campamentos de las Farc cuando era muy chiquito, cuando mi mamá me mandaba para que pudiera comer tres veces al día allá».
Tengo que ser súper claro con esto: no significa que no exista, pero nunca he visto un guerrillero con resentimiento, que disfrute matar. Es gente que está en la lucha armada porque es la respuesta que encontró.
¿Lo han acusado de hacer apología de las Farc, de la violencia o del conflicto?
No tiene mucho sentido engancharse. Es mi trabajo, lo hago de una forma responsable y ética y es lo que veo. No tengo más que fotografiar lo que veo.
¿Qué cree que va a pasar tras el plebiscito fallido de la paz?
Creo que la guerrilla está comprometida a dejar las armas. Me parece una actitud noble. Para mí el monstruo no son las Farc, son los que están detrás de la guerra, de las balas, de la impunidad.
¿Cuál puede ser la solución para combatir la polarización en Colombia?
Como en cualquier pelea la única fórmula es un ejercicio de perdón. A los colombianos nos han vendido la idea de que nosotros tenemos que perdonar a las Farc, pero nadie nos ha explicado que los guerrilleros fueron personas abandonadas por el Estado, que son pelaos que no tienen comida aunque viven en las zonas de mayor productividad del país. No solo hay que perdonar a los guerrilleros, hay que perdonarnos entre todos.
En esta selección de fotos, hay una muy particular: un retrato de Timochenko. ¿Cómo se dio?
En medio de la Décima Conferencia de las Farc estaba haciendo una foto de una guerrillera y pasé al lado de la casa donde estaba Timochenko. Tuve la idea de ir a buscarlo pero es un rockstar y hay muchos filtros para llegar a él.
La noticia «El fotógrafo que retrata el lado humano de la guerra en Colombia» fue publicada originalmente en Revista Mira