Berlín, 29 dic (dpa) – Hannover, Essen, Wurzburgo, Anschbach y Berlín. El 2016 será recordado como el año en que el terrorismo islamista sacudió Alemania. Los ataques perpetrados en numerosas ciudades en los últimos doce meses han situado al país centroeuropeo ante un dilema.
¿Debe Alemania reforzar sus medidas de seguridad ante la amenaza? ¿Debe reconsiderar su estrategia ofensiva contra la milicia terrorista Estado Islámico (EI)?
Tras el atentado terrorista en la capital del país en vísperas de los festejos navideños son diversas las voces que abogan por una mayor videovigilancia, un mejor equipamiento para los agentes de policía y una normativa más estricta a la hora de deportar a migrantes cuya petición de asilo ha sido rechazada.
Los políticos debaten intensamente cómo protegerse ante posibles atentados terroristas. No obstante, una participación activa de Alemania en la lucha contra EI no se considera una opción. ¿Por qué no?
Cuando el terror islamista alcanzó París el 15 de noviembre de 2015 la reacción en el país vecino fue muy diferente. En la capital francesa 130 personas perdieron la vida en una serie de atentados perpetrados en la sala de conciertos «Bataclan», en bares, en cafeterías o en restaurantes.
En ese momento, el presidente del país, François Hollande, hizo un llamamiento a la «guerra contra el terror», ordenó bombardeos en las posiciones de Estado Islámico en Siria y pidió ayuda a sus socios europeos.
Alemania respondió a la petición con rapidez. El Gobierno de Angela Merkel puso a disposición de la coalición internacional de lucha contra EI seis aviones de reconocimiento tipo «Tornado» y un avión cisterna para apoyar los bombardeos.
Asimismo, cedió una fragata para escoltar al portaviones «Charles de Gaulle» en el mar Mediterráneo. Era la segunda vez -tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos- que Alemania seguía el camino trazado por un socio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la lucha antiterrorista.
Ahora, el terror islamista ha alcanzado de lleno a Alemania. El país centroeuropeo, tal y como han repetido las autoridades en los últimos tiempos, no está sólo en el punto de mira de yihadistas, sino que ha pasado a convertirse en un objetivo real de ataques.
Entre la población aumenta la sensación de que se puede hacer más al respecto de lo que se ha hecho hasta el momento.
Una reciente encuesta publicada por el instituto demoscópico YouGov para dpa indica que una mayoría de los alemanes, concretamente un 53 por ciento, estaría a favor de una lucha más intensa contra el EI. Hace un año, sólo un 37 por ciento era de esta opinión.
El hecho de que en Alemania no se apueste por una respuesta militar de calado tras lo ocurrido se debe a varios motivos:
– El atentado de Berlín no tuvo la dimensión de la serie de ataques ocurridos en París en 2015 o en Nueva York y Washington en 2001.
– Todavía no está totalmente claro si el Estado Islámico está detrás de la masacre, aunque existen fuertes indicios (como el video en el que el presunto autor del atropello masivo jura fidelidad al EI) que apuntan en esta dirección.
– Tras la Segunda Guerra Mundial, el principio de contención militar se mantiene en Alemania por razones históricas. Es también por esta razón por la que el país centroeuropeo participa en la lucha contra el Estado Islámico en un segundo plano, con suministro de armas y formación a combatientes kurdos y poniendo a disposición aviones de reconocimiento, pero sin participar directamente en operaciones militares.
– El reparto de tareas en la coalición internacional contra el EI, a la que pertenecen más de 60 países, se ha normalizado y en la actualidad ningún otro miembro pide un mayor compromiso a Alemania.
– No está claro cómo va a continuar la lucha contra el Estado Islámico. Hay cuestiones sin aclarar como, por ejemplo: ¿Cómo se va a comportar el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump? ¿Qué papel va a jugar en el futuro Estados Unidos en la lucha contra el EI? ¿Y qué se esperará de Alemania?
La ministra de Defensa del país, Ursula von der Leyen, llamó a seguir combatiendo con determinación al Estado Islámico en una reciente visita a las tropas en Afganistán que se produjo inmediatamente después del atentado de Berlín.
Sin embargo, la política conservadora no dio pista alguna de cómo se plantea Alemania hacer frente a la amenaza terrorista.
El Gobierno alemán descarta por completo una participación directa en los bombardeos de posiciones del Estado Islámico. En vez de eso, el Ejecutivo de Merkel sigue otra estrategia: proporciona ayuda para ayudarse a sí mismo.
De esta forma, Berlín respalda a fuerzas de su confianza en regiones de conflicto para garantizar la seguridad y la estabilidad en la zona.
En este contexto se enmarcan el suministro de armas a los combatientes kurdos peshmerga del norte de Iraq, la formación militar a soldados en Mali o la exportación de carros de combate a Jordania.
Este año, en el marco de la llamada «Iniciativa de fortalecimiento», el Gobierno alemán aprobó que el gasto en acciones de apoyo a otros países aumentase de los 100 millones de euros (104 millones de dólares) a los 130 millones de euros.
Un dispendio que facilitó, entre otros, el envío de armas y equipamiento a «Estados de confianza» de Oriente Próximo y de África.
Incluso en las filas de la oposición consideran que el compromiso de Alemania en la lucha contra el terrorismo yihadista debería reforzarse. «Por supuesto que Alemania puede hacer más, Alemania debe hacer más pero debe hacerlo de acuerdo con otros», señaló el político del partido «Los Verdes» Omid Nouripour.
En su opinión, en un futuro próximo podría ser necesario actuar en zonas de repliegue del Estado Islámico, como, por ejemplo, Libia. No obstante, por el momento apuesta por esperar. «Hay que ver primero cómo continúa esto, tenemos que saber primero qué hacen los americanos», concluye.
Por Michael Fischer