En prácticamente todos los países del mundo, la prostitución es un tema controvertido para el conjunto de la sociedad. Lo es también para los movimientos feministas, que se debaten entre la violencia hacia la mujer y el libre derecho de ellas a utilizar su cuerpo como instrumento de trabajo.
Son muchos los movimientos feministas que abogan por la abolición, mientras que otros, los más minoritarios, hablan de legalización de la actividad. Esto lleva a enfrentar a muchas mujeres entre sí.
Las partidarios de la legalización sostienen que no se puede hablar de feminismo cuando se quiere imponer a muchas mujeres no ser dueñas de su propio cuerpo y hacer con ella lo que les plazca.
Los abolicionistas mantienen que la prostitución es una forma de explotación sexual, y que hay que considerarla como una forma inaceptable de vida que es fruto del sistema de hegemonía masculina, vinculada a la dominación patriarcal.
Con la prostitución se vulneran los derechos humanos de las mujeres ya que su cuerpo se convierte en mercancía y en un objeto sexual para el placer de otros, sin importar si las mujeres quieren o no someterse a estas vejaciones.
El caso neozelandés
Desde el año 2003, la prostitución en Nueva Zelanda está despenalizada. Antes de esa fecha, muchas actividades relacionadas con esta sector eran faltas y/o delitos.
Las trabajadores sexuales, no sus clientes, podían ser procesadas, y la policía a veces utilizaba la posesión de literatura de sexo seguro y de condones como prueba para lograr una condena. Esto suponía un problema importante para las trabajadoras sexuales condenadas, que cargaban con el estigma de la condena y eso les dificultaba a la hora de obtener un trabajo alternativo.
Con la Ley de Reforma de la Prostitución, esta situación cambió. El enfoque punitivo hacia las trabajadoras sexuales pasó a ser un enfoque basado en derechos para promover el bienestar, la salud y su seguridad.
Con esta ley, las trabajadoras sexuales no están obligadas a refistrarse ante ninguna autoridad y no existen controles de salud sexual obligatorio. El énfasis se pone en la promoción del sexo seguro.
La despenalización significa que la industria del sexo en el país oceánico se rige por el mismo marco legislativo que el resto de industrias. Pero aunque estos pueden parecer datos esperanzadores para los partidarios de la legalización de la actividad, en el país se siguen produciendo casos de abusos y violaciones de los derechos humanos de las mujeres.
La condecoración de Isabel II a Catherine Healey
Recientemente, la reina Isabel II de Inglaterra ha premiado a Catherine Healey, una de las impulsoras de este cambio en Nueva Zelanda por su trabajo en pos de los derechos de los trabajadores sexuales.
Esta mujer, nombrada «dama de la Orden del Mérito de Nueva Zelanda», trabajó durante años en campañas para la prevención del sida, de derechos humanos y salud sexual. Una antigua trabajadora sexual que antes fue profesora de primaria, consiguió esta hazaña que sitúa a este país como uno de los más avanzados en cuanto a derechos de las prostitutas.
Su lucha por el bienestar de las mujeres es lo que le ha llevado a recibir este honor. A sus 62 años, dice mostrarse muy emocionada por la condecoración.
¿Y la situación en España?
El de la prostitución es un tema que a menudo salta a los mentideros de los medios de comunicación y las decisiones políticas, y más en un país como España, donde se calcula que existen 100.000 prostitutas, de las cuales solo un 20% de ellas son españolas y en torno a un tercio del total son víctimas de la trata de personas y obligadas a desarrollar esta actividad contra su voluntad.
En España existen más de 1.500 locales de alterne distribuidos por toda la geografía nacional, pero no son estos espacios los únicos donde se realiza esta actividad.
Del mismo modo, existen servicios de escorts en ciudades como Barcelona, Madrid, Valencia y otros puntos del país que no se consideran servicios de prostitución como tal, pero que encuentran en la red, como por ejemplo aquí, una vía de promoción interesante para hacer llegar a más público potencial esta actividad.
En nuestro país, la prostitución se encuentra en una situación de alegalidad: no es legal ni ilegal y su ejercicio es libre, por lo que si una persona decide ejecerlo y quedarse con el beneficio, no está penado.
Sí está sancionado su consumo cuando se solicite «en zonas de tránsito público, cerca de lugares destinados a su uso por menores o en zonas en las que se pueda generar un riesgo para la seguridad vial», según establece la Ley de Seguridad Ciudadana.
La prostitución libre no está recogida en el Código Penal, pero sí existen los delitos de prostitución de menores, la prostitución forzada o coaccionada y el hecho de lucrarse porque otra persona ejerza la prostitución.