Más de 25 años después de su inauguración, analizamos la trayectoria de la tecnología que usa nuestro tren de alta velocidad: AVE. Fue el 14 de abril de 1992 cuando se inauguró la línea de Alta Velocidad Española (AVE) en su trayecto inaugural recorrió las distancias entre Madrid y Sevilla, pero no sería hasta el 21 de abril cuando se pondría en marcha su explotación comercial, coincidiendo, como todos sabemos, con la apertura de la Exposición Universal de Sevilla. Ni que decir tiene que supuso todo un hito para la tecnología ferroviaria española y la gran recompensa tras muchos años de desarrollo tecnológico que por fin se materializaban.
Podemos sentirnos bien orgullosos de que ese día, hace 25 años, se inauguró la línea que es la red de trenes rápidos más extensa de Europa, y la segunda del mundo, sólo por detrás de China. En la actualidad tenemos casi 3.000 kilómetros de vías capacitadas para soportar trenes que alcanzan más de 300 km/h., con promedios superiores a los 200 km/h. que logran unir Madrid y Barcelona, o Madrid y Sevilla, en apenas 2 horas y media.
Gracias a otro tipo de tecnología, aquella que nos ofrece internet, podemos acceder desde cualquier dispositivo conectado a la red, a la adquisición de billetes de tren online, billetes de AVE en este caso, siendo sumamente fácil y pudiendo al mismo tiempo ahorrarnos un buen pellizco al comprar billetes de tren, con cualquier destino, para disfrutar de todas sus ventajas, como decimos, al mejor precio posible.
Antecedentes del AVE
España tiene una importante tradición ferroviaria, desde aquella primera línea Barcelona-Mataró de 1848 y para conocer los antecedentes del AVE, hay que remontarse al siglo XX, a otro de los inventos nacionales históricos: el TALGO, precursor de nuestro tren de alta velocidad.
Fue el ingeniero Alejandro Goicoechea quien, desde 1942, comenzó a realizar pruebas con trenes experimentales para conseguir ferrocarriles capaces de ir más rápido, pero además con el objetivo claro de que a su vez fueran más seguros y más eficientes. Su línea de desarrollo, con trenes articulados primero y pendulares después, es la que llevó a la creación de los actuales AVE.
Así, el tren TALGO comenzó a usar las vías existentes, pero con cambios radicales en la forma en que los vagones se inclinaban en las curvas, siendo su centro de gravedad mucho más bajo. El TALGO II alcanzaba ya en 1950 los 120 km/h y El TALGO IV, de finales de los 1970, lograba llegar a los 180 km/h. Desde 1992, los TALGO se aprovecharían de las vías creadas para el AVE para superar los 200, 250 y 300 km/h.
Algunas técnicas son compartidas por los trenes TALGO y los actuales AVE. Los bogies o conjuntos de ruedas se comparten entre dos vagones, estando en los extremos de estos, permitiendo que los vagones estén unidos de forma casi permanente. Esta característica hace que no sean trenes tan modulares como otros tipos, sino que sus vagones están más íntimamente unidos, convirtiendo el conjunto en un tren diáfano donde el pasajero puede pasear libremente por toda su superficie.
AVE: nuevas vías
Además de los trenes específicos, la clave del AVE se encuentra en sus vías, cuyo trazado e infraestructura, mucho más resistente, se realiza en base a las velocidades que se alcanzarán y mantendrán, por encima de los 200 km/h y alcanzando en muchos tramos 300 km/h mantenidos casi sin vibración.
La seguridad es fundamental en el desarrollo de toda esta infraestructura que rodea al tren de alta velocidad español. Las vías AVE están cerradas y valladas completamente y durante todo su recorrido para evitar que se puedan cruzar accidentalmente animales o, incluso, personas. Además, existen sensores en todo el recorrido que detendrían el tren si se detectase que algún elemento extraño ha caído a la vía.
Trenes eléctricos con catenaria
Debido a la potencia necesaria para este tipo de tren, los AVE reciben alimentación del exterior. Por eso todos son eléctricos y llevan una catenaria aérea (el cable que provee corriente) especial, de hasta 25.000 Voltios. Debemos saber que la tensión de la catenaria es crítica y que vibra a mayor velocidad que el tren. El récord se registró en Francia con un AVE que alcanzó los 574,8 km/h, y, en la catenaria, se midió que se movía a 620 km/h.
La potencia de un AVE está alrededor de los 8.000 kW, es decir, casi 11.000 CV. Se distribuye, normalmente, entre las dos cabezas tractoras, de 4.000 kW cada una. Los trenes, por su parte, cuentan con suspensión independiente en cada rueda y los vagones en sí tienen suspensión neumática pendular, con lo que la calidad en el confort de los pasajeros está completamente garantizada.