Tallin, 15 ago (dpa) – Con el triunfo por 4-2 en la prórroga hoy en la final de la Supercopa de Europa, el Atlético de Madrid quebró la maldición que arrastraba ante su eterno rival el Real Madrid en las competiciones europeas: nunca había logrado superarlo.
Desde que el argentino Diego Simeone tomó las riendas del club en 2011, el conjunto rojiblanco experimentó numerosos éxitos pero también había generado un trauma del que hoy se consiguió liberar.
Especialmente dolorosas para el Atlético fueron las dos finales de la Copa de Europa perdidas frente a los blancos en 2014 y 2016.
La primera, disputada en Lisboa, la perdió por 4-1 en una prórroga a la que se llegó con un agónico gol de Sergio Ramos a segundos del final, después de que el Atlético lograra la ventaja con un gol de Diego Godín en la primera mitad.
En la segunda, con sede en Milán, la derrota también tuvo un amargo sabor para los rojiblancos: tras empatar 1-1 en los 90′ y un tiempo extra sin goles, se quedó sin título en la tanda de penales. Ni la fortuna parecía sonreirle ante el Real Madrid.
Esa segunda derrota en la final llegó incluso a provocar que el «Cholo» se replantease su continuidad al frente del equipo, pero tras varias semanas de vacaciones regresó al trabajo con la ilusión renovada.
Pero la maldición del Atlético ante su vecino en Europa no se limitó a las finales: tampoco pudo vencerlo en las eliminatorias de Champions League en las que se cruzaron.
Primero, en los cuartos de final de la edición de 2015, cuando el único tanto del mexicano Chicharito Hernández sentenció la serie en el Santiago Bernabéu después de un empate sin goles en la ida en el Vicente Calderón.
Dos años después, en 2017, los destinos de blancos y rojiblancos volvieron a cruzarse, esta vez en las semifinales del mayor torneo continental. Los entonces dirigidos por Zinedine Zidane lograron una vuena ventaja de 3-0 en su feudo con un triplete de Cristiano Ronaldo, pero los de Simeone se metieron de nuevo en la eliminatoria con dos tantos en los primeros 15′ del duelo de vuelta.
Finalmente, un gol de Isco tras una jugada mágica de Karim Benzema en la banda, en la que eludió a tres rivales, sentenció la serie por 2-1 antes del descanso.
Tampoco pudo anteponerse el Atlético a su vecino en el antecedente más lejano, que data de las semifinales de la Copa de Europa de 1958-59.
La ida fue 2-1 para el Real Madrid y la vuelta 1-0 para los rojiblancos, pero como entonces no existía la regla del valor de los goles de visitante se tuvo que jugar un tercer duelo de desempate en Zaragoza que los blancos volvieron a ganar por 2-1.
Sin embargo hoy, en Tallin, el destino sonrió al Simeone y a sus «guerreros», que lograron un triunfo de enormes proporciones que puede significar una liberación.
De nuevo en una final agónica ante su eterno rival y vecino, de nuevo en un duelo que se extendió más allá de los 90′ reglamentarios, pero con un resultado nuevo: el Atlético se fue campeón de la capital de Estonia con el título, la Supercopa de Europa, esta vez bajo el brazo.
Por Jorge Aldea (dpa)