OVIEDO, 9 Oct. (EUROPA PRESS) El Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, ha criticado este jueves la retirada del Anteproyecto de Ley para la protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada. En su carta semanal, recogida por Europa Press, ha afirmado que la retirada es algo «muy grave» y «no debe permitirse que se olvide ni cejar en la batalla en curso».
En su misiva, la cabeza de la Iglesia ovetense ha incidido en que «no basta decir no al aborto sin decir sí a la vida, en apoyo del niño concebido -el más vulnerable- y de la mujer gestante abandonada en sus necesidades y derechos para sacar adelante la maternidad».
Con estas palabras, Sanz Montes ha querido unirse a una nota enviada por la Conferencia Episcopal tras su reunión de la comisión permanente. En la carta de la Conferencia Episcopal, el conjunto de la Iglesia subraya que la vida humana es «sagrada e inviolable» por lo que consideran que «ha de protegerse desde la concepción hasta su fin natural» ya que «la ciencia prueba que desde el momento de la concepción hay un nuevo ser humano, único e irrepetible, distinto de los padres».
Por otro lado, han destacado que «no se puede construir una sociedad democrática, libre, justa y pacífica, si no se defienden y respetan los derechos de todos los seres humanos fundamentados en su dignidad inalienable y, especialmente, el derecho a la vida, que es el principal de todos».
Asimismo la Conferencia Episcopal ha subrayado que proteger y defender la vida humana es «tarea de todos», especialmente de los Gobiernos. «España sigue siendo, por desgracia, una triste excepción, al llegar incluso a considerar el aborto como un derecho», han criticado. En este sentido, prosiguen, es «especialmente grave la responsabilidad de quienes, habiendo incluido entre sus compromisos políticos la promesa de una ley que aminoraba algo la desprotección de la vida humana naciente que existe en la vigente normativa del aborto, han renunciado a seguir adelante con ello en aras de supuestos cálculos políticos». Hay bienes, como el de la vida humana, que son «innegociables» para la Iglesia.