Roma, 1 ago (dpa) – Esta vez habrá más reservas a bordo, porque quién sabe cuánto tiempo habrá que aguantar en alta mar: el barco de rescate de migrantes «Aquarius» reanuda esta tarde sus operaciones, en su primera misión desde lo ocurrido en junio. Entonces pasó días en el Mediterráneo con cientos de inmigrantes a bordo después de que Malta e Italia se negaran a abrirle sus puertos, antes de ser recibido en España.
Sin embargo, el «Aquarius» vuelve ahora al mar en medio de una incertidumbre mayor que nunca, sin saber si podrá volver a rescatar migrantes en las aguas internacionales ante las costas de Libia y llevarlos a un puerto europeo.
Porque ahora quien desempeña un papel más importante en el rescate de migrantes es precisamente el país del que los migrantes parten en su peligrosa huida a Europa. Así lo demuestra el caso del barco de suministro «Asso Ventotto», que desató la indignación la víspera al trasladar directamente a Libia a migrantes rescatados, al parecer bajo comando libio.
«No sabemos lo que nos espera en el Mediterráneo. La situación es muy compleja», reconoce la portavoz de SOS Méditerranée, Jana Ciernioch, antes de que esta tarde el «Aquarius» zarpe del puerto de Marsella, en el sur de Francia.
La última operación dejó una profunda sensación de inseguridad entre los cooperantes. Tras un bloqueo de varios días con cientos de migrantes rescatados en el mar, el barco acabó en Valencia, en España, en vez de en Italia como estaba previsto, tras un periplo convertido en toda una odisea para rescatistas y rescatados.
Y ahora se le añade una dificultad más: a finales de junio, las autoridades libias establecieron una zona propia de búsqueda y rescate que no se limita a las aguas nacionales del país en guerra civil, sino también a las internacionales ante la frontera marítima del país.
De esta forma, la zona de operación tradicional de los rescatistas privados quedaría ahora bajo protección de una central de rescate en Trípoli con se en el aeropuerto de la capital libia. Precisamente en un lugar azotado por la guerra civil: como muestran las armas pesadas y aviones destruidos que se ven en imágenes satelitales.
Por eso la pregunta que muchos se hacen si, la próxima vez, también el «Aquarius» tendrá que rescatar bajo comando libio.
Pero la creación de esa zona de rescate es sólo una de las numerosas novedades que comenzaron a gestarse hace un año. Todo empezó con la incautación del «Iuventa» de la organización alemana Jugend Rettet el 2 de agosto de 2017, que sigue anclado en Sicilia. Le siguieron una serie de nuevas regulaciones para los cooperantes, a los que ya empezó a tratar como criminales el Gobierno que tenía entonces Italia.
Mientras, la Justicia italiana ha abierto ya investigaciones contra miembros de la tripulación de las organizaciones Jugend Rettet o empleados de Médicos sin Frontera y Save the Children. En Malta está abierto un proceso contra el capitán del barco «Lifeline» de la organización humanitaria Mission Lifeline, con sede en Dresde.
El nuevo Gobierno italiano no ha hecho más que empeorar las cosas, al impedir directamente a las organizaciones privada de rescate el acceso a sus puertos. Si hace un año más de 12 barcos de rescate privados estaban activos para rescatar a los migrantes en el Mediterráneo, ahora sólo el «Aquarius» y «Open Armas», de la española Proactiva Open Arms, siguen operativos.
La creación de la zona libia conocida como SAR provoca ahora aún mayor confusión de la que ya reinaba hasta ahora, señala Flavio Di Giacomo, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Que sean los libios los responsables de asignar un puerto en el caos de un rescate es muy contradictorio, señala. Los barcos deben ahora seguir las indicaciones de los libios.
«Pero todos están de acuerdo en que Libia no es un puerto seguro, incluso la jefa de la diplomacia europea, Federia Mogherini, y la ONU», señala Di Giacomo, que pide que se priorice el cumplimiento del as leyes internacionales.
El martes, el caso de un barco italiano provocó indignación al devolver a Libia a más de un centenar de migrantes, en una operación que se habría coordinado desde ese país. Según la Comisión Europea, los barcos de la UE no pueden devolver a los migrantes rescatados a Libia incluso aunque la operación de rescate tenga lugar en una zona marítima en la que Libia se atribuye competencias. En caso de duda, los capitanes pueden oponerse a las órdenes de la Guarida Costera libia y buscar un puerto seguro, señala.
Un «puerto seguro» es un lugar en el que una persona no tema sufrir violaciones a sus derechos humanos. Pero en Libia la violencia está a la orden del día. Los allí trasladados, incluso los niños, acaban en centros de internamiento en los que imperan condiciones desastrosas.
Pese a ello, todo parece indicar que Libia asumirá un papel lo más amplio posible en el rescate en el mar para devolver al país a los migrantes que partan rumbo a Europa. Desde hace meses la cifra de refugiados que llegan a Europa se ha visto drásticamente reducida por ese motivo: a Italia sólo llegaron 1.972 en julio, frente a los 23.552 de julio del año pasado.
De ello está sacando ya rédito el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, aunque la realidad sea opuesta a su lema «menos llegadas, menos muertos». En realidad, la OIM registró una cifra récord de muertos en el Mediterráneo en un mes de junio. «Las cifras muestran que la ausencia de ONG en el Mediterráneo no lo ha hecho más seguro, sino todo lo contrario», escribió el diario católico «Avvenire».
En Europa muchos creen que los traficantes de personas cuentan con la presencia de las ONG. Y por eso se ha aceptado su lenta desaparición sin grandes protestas. «Esta infravaloración de la vida humana es terrible», señala Aloys Vimard, coordinador de proyecto de Médicos sin Fronteras a bordo del «Aquarius».
¿Cómo reaccionan los traficantes de personas a los cambios en la ruta del Mediterráneo central? Desviando la ruta cada vez más hacia el Mediterráneo occidental, a España, donde ya llegan más migrantes que a Italia, con rescates a diario en las costas sur del país.
Pese a las dificultades, la voluntad de los rescatistas del «Aquarius» es inquebrantable. «Nunca devolveremos a los migrantes a Libia».
Por Lena Klimkeit (dpa)