Madrid, 19 nov (dpa) – En apenas cinco meses, la selección española de fútbol pasó de soñar con todo derecho al título mundial a provocar una profunda desafección entre su hinchada, completamente desenganchada de su equipo nacional.
Apenas 15.000 espectadores acudieron el domingo a la llamada de su selección para ver su último partido del año. Menos de la mitad del aforo del Estadio de Gran Canaria. No seducía un rival como Bosnia-Herzegovina, pero mucho menos su propio equipo.
Qué diferencia con aquel partido del 2 de septiembre del pasado año, cuando el estadio Santiago Bernabéu de Madrid se quedó pequeño para presenciar el España-Italia que acabó siendo tal vez el punto más destacado de la era de Julen Lopetegui como seleccionador. Su equipo ganó 3-0, quedó sellada la clasificación para el Mundial y sus hinchas se partieron las manos de aplaudir.
Ahora no queda ni rastro de aquello después de un recorrido sinuoso que incluyó tres seleccionadores diferentes, un cambio en la presidencia de la Federación Española de Fútbol, un fracaso estrepitoso en el Mundial, atisbos de recuperación con Luis Enrique y otra decepción final en la Liga de Naciones.
Fue el 28 de mayo cuando la selección española inició su concentración en Krasnodar para preparar el Mundial. Para entonces, ya tenía nuevo «jefe», Luis Rubiales, elegido como presidente de la federación, y unas maletas llenas de ilusión.
No tardaría mucho en tomar la primera decisión trascendente del presidente. Sería el 13 de junio, cuando decidió despedir a Lopetegui dos días antes del debut en el Mundial y un día después de hacerse oficial su fichaje por el Real Madrid en cuanto terminara su camino como seleccionador. Unas horas duraría.
Lopetegui fue despedido sin perder un solo partido al frente del equipo nacional y su sustituto fue Fernando Hierro, un hombre de la casa aunque sin ninguna experiencia como entrenador en el fútbol de elite. La selección cayó en octavos de final ante Rusia, un rival sin jerarquía, y ahí acabó el sueño de una generación.
Hierro no siguió y el sustituto fue Luis Enrique, quien pareció regenerar la ilusión en un tiempo récord. Ganó 2-1 a Inglaterra en Wembley y goleó 6-0 a Croacia en los dos partidos de la Liga de Naciones. El inicio soñado.
Pero todo se vino abajo en los dos siguientes partidos del nuevo torneo. Perdió en casa 3-2 ante Inglaterra y repitió resultado ante Croacia. En definitiva: adiós a la Liga de Naciones y, sobre todo, regreso de la desconfianza y aumento de la desafección.
«El seleccionador elegido para la reconstrucción se enfrenta a una regeneración complicada. España no juega como antes porque nunca volverá a jugar como antes», aseguró hoy el diario «Marca».
Y «As» recordó: «Lo próximo será el sorteo para la Eurocopa, el 2 de diciembre, al que vamos con la sensación de que todo está por hacer».
«Luis Enrique tiene nuestro máximo respaldo en todo», se apresuró a asegurar Rubiales tras el pobre triunfo 1-0 ante Bosnia-Herzegovina, consciente de que ya hay sectores de la prensa y de los hinchas que comienzan a sentirse inquietos.
Ahora le toca al seleccionador español no sólo preparar a un equipo derrumbado para la fase de la clasificación de la Eurocopa, sino mostrar cuanto antes nuevos alicientes que consigan revivir a una hinchada harta de estar harta y sin ganas de ver a su equipo nacional, según se vio en Las Palmas.
Por Alberto Bravo (dpa)