Dresde (Alemania), 16 oct (dpa) – El 20 de octubre de 2014 sólo un par de cientos salieron a la calle en Dresde, en el este de Alemania, para mostrar su repulsa contra «la islamización de Occidente». Rápidamente estos cientos se convirtieron en miles. Hace tiempo que dejaron atrás su cenit, pero el grupo xenófobo Pegida sigue vivo.
Lo que en un principio se vio como una manifestación intrascendente fue creciendo gracias a la gran atención mediática e institucional, que contribuyó a hacer del movimiento islamófobo alemán Pegida una de las novedades políticas germanas con mayor éxito de los últimos años.
Pegida (siglas en alemán de «Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente») perdió después fuelle debido a luchas internas, pero cobró nuevo impulso por el creciente temor que despierta en muchos alemanes el flujo incesante de refugiados, que en 2015 llegó a los 1,1 millones de personas.
El movimiento sigue convocando manifestaciones todos los lunes en la capital sajona. Sin embargo, ya no congregan a tantos como a principios de 2015 cuando llegaron a manifestarse hasta 25.000 personas.
Protestas regulares de los supuestos «ciudadanos preocupados» casi han desaparecido en otros lugares del país. Sólo en Dresde continúan vivas estas manifestaciones semanales, aunque en el último año sólo se reúnen entre 2.000 y 3.000 de los considerados «patriotas». Mientras, la ciudad de medio millón de habitantes se lamenta, no sólo por el deterioro de su imagen.
Hace tiempo que se trata de algo más allá del miedo a lo que consideran la «islamización de Occidente» o a los «turistas de bote», como llaman a los refugiados. Los participantes hacen suyo ahora el famoso «Nosotros somos el pueblo», usado durante las manifestaciones de finales de los ochenta en contra del Muro de Berlín.
Ahora no se trata de ir contra el régimen de la República Democrática Alemana, sino contra los «traidores de la patria» de la «dictadura de Merkel», que «destruyen» la nación y que se valen de la «prensa mentirosa» a la que pagan y que se han convertido en «peones» de los odiados Estados Unidos y del «mundo financiero».
Reclaman que «quien no ame Alemania, debería abandonar Alemania». Pero no tienen problema alguno con que su líder Lutz Bachmann, condenado en numerosas ocasiones por diversos crímenes, viva ahora en la isla española de Tenerife.
Bachmann viene cada vez menos a las protestas. Vuela desde Canarias para unirse a los gritos de odio contra los refugiados que no luchan en casa por su país.
«No pregunten el estrés que supone sentarse en un avión diez horas semana tras semana para estar aquí y luego regresar al trabajo», comentó el alemán de 43 años sobre el vuelo de cinco horas entre la capital sajona y la isla española.
Sin embargo, en su opinión todo el esfuerzo merece la pena. «Con Pegida logramos crear el mayor movimiento ciudadano de Europa», indicó sobre algo que creen muchos de sus partidarios.
El fundador de Pegida fue condenado a pagar 9.600 euros por incitar al odio contra los extranjeros a través de sus comentarios colgados en septiembre de 2014 en la red social de Facebook, en los que los calificaba de «ganado», «andrajosos» y «chusma».
La conmemoración del Día de la Unidad Alemana el pasado 3 de octubre en la ciudad oriental de Dresde dejó patente que Pegida sigue viva al verse empañado ese día de festividad por una protesta en la que cientos de personas, en su mayoría miembros del grupo xenófobo, profirieron insultos contra la canciller Angela Merkel y el resto de representantes públicos que acudieron a los actos festivos.
Nunca antes, tras 26 años de reunificación, el país centroeuropeo había vivido un 3 de octubre tan convulso.
Bachmann busca ahora la proximidad al partido populista de derechas Alternativa para Alemania (AfD), no sólo en Sajonia. No guarda en secreto su amistad con la líder del partido de AfD, Frauke Petry, que prepara su entrada en el Parlamento alemán en las elecciones generales del próximo año.
«Desde que contamos con buenos contactos con algunas asociaciones de AfD, el miedo en Berlín es cada vez mayor», aseguró sobre su relación con un partido que ya se encuentra en diez de los 16 parlamentos regionales del país.
Con motivo del segundo aniversario de Pegida, el Gobierno de Sajonia espera que miles de personas acudan hoy y mañana a las manifestaciones convocadas por el grupo xenófobo. La Policía ha preparado un gran dispositivo para evitar enfrentamientos entre estos y las contramanifestaciones previstas.
Por su parte, la asociación «Corazón en lugar de campañas de difamación» ha organizado una fiesta popular para este lunes. El alcalde de Dresde, Dirk Hilbert, quiere mostrar con ello que la ciudad es «abierta» y «tolerante» y alejarse así de la imagen de Pegida.
Por Martin Fischer