Dildos, consoladores, vibradores…Tienen muchos nombres pero todos hoy en día los conocemos. ¿Y para qué sirven? ¿Qué usos tienen?
La importancia de un nombre: diga no al consolador, sí al dildo
Los dildos son de una antigüedad inimaginable. El dildo, mal llamado conservador, es un objeto sexual de uso y disfrute continuado, tanto a solas como con la pareja de turno. Pero algo debe cambiar en cuanto a su nomenclatura.
Pensemos que uno de los dildos más famosos fue el de Cleopatra, la famosa y seductora faraona egipcia. Era una atleta sexual, llegó a inventar un vibrador que hacía su función con abejas dentro. Todo un hito.
Pero debemos remontarnos al siglo XIX en la Inglaterra victoriana, donde el sexo era reprimido entre las “respetables” damas de alta sociedad, y una pesadilla para las clases bajas, por su estigmatización como “indecentes”.
Y un médico, llamado Joseph Mortimer Granville tuvo una idea revolucionaria, el primer vibrador con baterías. Era eso o masturbar a sus pacientes femeninas, para curar el paroxismo histérico.
Histeria, palabra de orígenes griegos, viene de útero. Así que era una forma de decir que histéricas solo son las mujeres, y a menudo ha habido médicos que han puesto esta como causa de todos los males.
¿Qué tenía mucho frío por las noches? Histérica. ¿Qué estaba teniendo miedo? Histérica. ¿Qué no le apetece acostarse con su marido? Uf, eso sí que es histeria y de la buena.
Incluso a menudo se ha intentado solucionar eso mediante una bofetada. Es decir, en un momento de nerviosismo exagerado para la mujer se pensó en meterle un tortazo para “solucionarlo”.
Y a menudo resulta que los hombres seguían con esta teoría porque era muy cómoda. Todos los múltiples problemas que tenían las mujeres, ya fuesen provocados o por desajustes hormonales, se debían a que un hombre no podía o quería satisfacerlas sexualmente.
Y como nos ha demostrado la filología, las palabras hacen el idioma, así que es importante, si queremos tener una sociedad igualitaria, evitar palabras sexistas. El lenguaje transforma nuestra vida y a la inversa.
Es decir, si queremos evitar un lenguaje machista, y hemos eliminado palabras de nuestro vocabulario, como “maricón”, “loca del c***” y así es justo hacer lo mismo con esta. Consoladores fuera, dildos dentro.
¿Pero es este el único prejuicio que existe al respecto? La respuesta es no, la verdad es que hay muchos más. Y en la siguiente parte del post procederemos a hablar de ellos y del sex-shop.
Tiendas eróticas: ¿las nuevas relaciones?
Como todos los negocios, los sex shop ahora son también sex shop online. Y por supuesto la tienda Red Lights no iba a ser distinta. Es decir, el mundo de los juegos eróticos y el digital se han unido para establecerse firmemente.
Antes se tendía a pensar en el vibrador como una competencia contra el hombre. Es decir, lo que el macho ibérico no podía dar en la cama, una máquina impersonal y discreta se lo daba a la esposa. Una humillación.
Pero no hay que verlo como un sustituto sino como un colaborador en la cama. Utilizarlo puede abrirnos mucho la mente, y animarnos a probar cosas nuevas. Y así evitarnos la monotonía de las sábanas y luces apagadas.
Por supuesto un sex shop decente tiene muchas más cosas. Por ejemplo un catálogo de lencería picante que puede ser negra, blanca, pero nunca mojigata. Y eso es sólo el aperitivo.
Un objeto muy popular son las cremas y aceites relajantes y afrodisíacos que se venden. Estos pueden ser desde un suave aceite de coco que inunde de olor sensual la habitación, o una crema lubricante que facilite las cosas.
Pero la magia de esta tienda es que está al tanto de las teoría sociológicas más recientes sobre sexualidad. Y por eso saben que lo erótico no depende de los cuerpos normativos, del género o de edad.
Así que también ofrecen productos para el pene, y es que aunque los hombres rara vez exploran estos terrenos, cada vez se pone más de moda de construir su sexualidad en estas tiendas.
La idea también es que la pareja emprenda un camino de exploración y autoconocimiento. Es decir, hay vidas sexuales en parejas ya consolidadas absolutamente muertas. Pero se pueden resucitar.
Y para ello recomendamos abrir puertas que antes no habían sido ni descubiertas, siendo esta una forma de conocimiento. Es decir, no podemos cerrarnos hacia el siglo XXI y las múltiples opciones que este nos da.
Por tanto al igual que nos hemos ido abriendo a distintas cosas, y el erotismo ha ido avanzando, podemos cambiar aun más. Tanto en el lenguaje como en el sexo, ser comedido pero apasionado es una virtud.
Antonio Godoy