Berlín (dpa) – Nicole Kidman estaba casi tan nerviosa como él. Y su primer festival fue un auténtico caos. El director del Festival Internacional de Cine de Berlín, Dieter Kosslick, caminará el 7 de febrero por última vez sobre la alfombra roja de la Berlinale.
En entrevista con la agencia dpa, habla de sus casi dos décadas al frente de uno de los mayores festivales de cine, de estrellas de Hollywood y de por qué solía tener pesadillas.
dpa: ¿Qué siente ante su última aparición en la alfombra roja de la Berlinale?
KOSSLICK: El 7 de febrero, cuando descienda de mi coche frente al Palacio de la Berlinale, el miedo escénico alcanzará su punto más álgido y estará mezclado esta vez con un poco de melancolía. Una vez en la alfombra roja, el nerviosismo se esfumará y comenzará una nueva edición de este emocionante espectáculo con grandes estrellas al que sin duda acudirá gran cantidad de público ansioso de participar en esta última presentación.
dpa: ¿Cuántas películas habrá visto y evaluado antes del comienzo de la Berlinale?
KOSSLICK: Serán entre 200 y 250 producciones. También veo muchas películas durante mis viajes: en París, Roma, México o Nueva York. Normalmente seleccionamos un diez por ciento de las cintas que vemos.
dpa: Echando la vista atrás, ¿cuáles fueron sus tres momentos más bonitos de la Berlinale?
KOSSLICK: El caos de mi primera Berlinale hace 18 años fue sensacional. El director georgiano-francés Otar Iosseliani se mostró contento al recoger su premio en el escenario y dijo que creía a los alemanes capaces de muchas cosas, «mais pas un petit bordel!», pero no del caos, traducido libremente del francés. Y los alemanes entre el público se asombraron de por qué hablaba de repente de un burdel. Fue algo así como los Hermanos Marx en «Tienda de Locos». Este es uno de mis momentos favoritos, porque en muy poco tiempo movió la Berlinale en una dirección muy diferente.
Toda la seriedad de la etapa de mi predecesor Moritz de Hadeln se esfumó en un instante. Como Roberto Benigni, salté por encima de los asientos y tomé el micrófono después de que Corinna Harfouch no pudiera hablar más porque sólo se escuchaban pitidos. Horas después quedó claro que fueron unos apliques metálicos en su vestido los que provocaron los problemas técnicos. Y una actriz rusa, que debía entregar un premio a cineastas jóvenes, se olvidó el sobre con el nombre del premiado en su asiento y al volver corriendo al escenario se rompió el tacón. Anunció el nombre del premiado casi sin respiración. ¡Maravilloso! ¡Fue grandioso!
Tiempo después fue inolvidable también el paso de los Rolling Stones en la alfombra roja. Y hubo una tarde muy personal cuando llevé a mi hijo Fridolin, recién nacido. Una abuela fan de la Berlinale le había cosido un gorro amarillo con el oso rojo (emblema del festival) bordado. Mi hijo se despertó cuando presentaba el programa para niños y jóvenes y pensé: ¡qué bonito! Hay miles de niños y yo tengo uno.
dpa: ¿Qué película le hizo llorar?
KOSSLICK: Soy de los que lloran mucho en el cine. Incluso cuando veo televisión, lloro. Mi mujer siempre me pregunta: ¿Es que estás llorando de nuevo? Lloro cuando sucede algo injusto, a veces basta con que un gato sea atropellado en la calle. Por supuesto que hay momentos en que las lágrimas tienen un motivo más serio. En la presentación de, por ejemplo, «Katyn» de Andrzej Wajda hubo diez minutos de absoluto silencio después de los créditos. Siempre hay películas en las que piensas: Por el amor de Dios, ¿en qué mundo vivimos? Antes solía tener pesadillas de noche. Es imposible no conmoverse ante tanto sufrimiento e injusticia, y de nada vale decirse a sí mismo que es necesario mantener una distancia objetiva.
dpa: ¿Hubo estrellas que le sorprendieron por ser completamente diferentes a lo que usted pensaba?
KOSSLICK: ¡Sí, muchas! Nicole Kidman, por ejemplo. En su presencia no podía con mi nerviosismo, y se lo dije. Me respondió sin tapujos: ¿Cómo crees que me siento yo? O Julianne Moore, una persona tan modesta. No se atrevió a hablar alemán, aunque lo hace muy bien. Con Shah Rukh Khan terminamos bailando Bollywood en el Friedrichstadtpalast. Y en Hollywood, una vez confundí a Clint Eastwood con un amigo mío. Me presenté tartamudeando como Dieter. Y dijo: «Tú debes ese Dieter que siempre me escribe cartas invitándome a la Berlinale». Al año siguiente tuvimos «Cartas de Iwo Jima» de Eastwood en el festival.
dpa: Desde películas chinas prohibidas hasta la ausencia del cineasta crítico del régimen iraní Jafar Panahi, ¿qué películas de la Berlinale han tenido más impacto político y social?
KOSSLICK: Hemos presentado muchas cintas con contenido político. En cuanto a la trascendencia de las mismas, solo en muy pocos casos sabemos si la han tenido. Una de ellas es «Grvabika (El secreto de Esma)», de la bosnia Jasmila Zbanic, sobre el sufrimiento de las mujeres violadas en los campos de prisioneros serbios. Después del Oso de Oro, esas mujeres fueron reconocidas como víctimas de guerra. Y creo que fue importante que mostrásemos películas como «Standard Operating Procedure» sobre la prisión de Abu Ghraib en Bagdad, «Lo conocido desconocido» sobre el ex secretario de Defensa de los Estados Unidos Donald Rumsfeld, o el ganador del Oso de Oro «Fuego en el mar» sobre el trágico destino de los refugiados en el Mar Mediterráneo, que fue premiada por el jurado presidido por Meryl Streep.
dpa: ¿Qué planes tiene tras la Berlinale?
KOSSLICK: Ya veremos. Tendré entonces 71 años y 35 años en la industria cinematográfica. Estoy seguro de que no me aburriré. Para decirlo al estilo de la canciller Merkel: «Ya se me ocurrirá algo».
SOBRE DIETER KOSSLICK Y LA BERLINALE: El alemán de 70 años caminará por última vez la alfombra roja de la próxima edición de la Berlinale entre el 7 y el 17 de febrero. Nacido en la ciudad alemana de Pforzheim, es director del Festival Internacional de Cine desde 2001. En la Berlinale se proyectan cada año más de 400 películas de todo el mundo y se eligen los ganadores de los Osos de Oro y de Plata. Junto con los festivales de cine de Cannes y Venecia, el de Berlín es uno de los «tres grandes» en Europa. El sucesor de Kosslick es el italiano Carlo Chatrian.
Elke Vogel (dpa)