Ansbach/Múnich (Alemania), 26 jul (dpa) – Primero el ataque en un tren de Wurzburgo, luego el tiroteo de Múnich, ahora el atentado suicida en Ansbach: en apenas una semana, tres ataques sangrientos sacudieron al estado federado de Baviera, en el sur de Alemania. Las imágenes coinciden: pánico, muertos y heridos. Si bien los tres ataques no están relacionados, todo un país está conteniendo la respiración.
Además, un cuarto ataque sacudió otra ciudad del sur de Alemania, Reutlingen, aunque éste en el estado de Baden-Wurtemberg: un hombre de 21 años armado con un machete mató el domingo a una mujer e hirió a otras cinco personas.
El primer ministro bávaro, Horst Seehofer, resumió la situación este lunes en pocas palabras: «Baviera está viviendo días de miedo». La semana que acaba de pasar no tiene precedentes en el pasado reciente. Las malas noticias azotan a los habitantes de Baviera y de todo el país con una velocidad pasmosa.
De repente, el miedo se siente muy cerca: ya no se trata de París, Bruselas y Niza, sino de tres ciudades bávaras, por más que los ataques no sean comparables entre sí.
Para muchos, ver los noticieros se ha convertido en algo que no pueden soportar. Policías con vasta experiencia de servicio dicen que por la mañana sienten miedo de mirar sus smartphones y leer las noticias.
El ministro del Interior de Baviera, Joachim Herrmann, de la conservadora Unión Social Cristiana (CSU) aparecía marcado por los acontecimientos de los últimos días en su comparecencia ante la prensa en Ansbach.
Se lo veía cansado, tenso, afectado. Primero anunciaba, como «valoración personal», lo que repetiría más tarde a lo largo del día: que el atentado probablemente haya tenido un trasfondo islamista. Poco después, el autoproclamado Estado Islámico (EI) reivindicó el ataque suicida en Ansbach, que causó 15 heridos -cuatro de ellos de gravedad- además de la muerte de su autor.
La bomba fue detonada por un refugiado sirio de 27 años cerca de un concierto al aire libre. Al parecer, el atacante tenía problemas psíquicos y había tratado de suicidarse en Alepo, en su país natal. El ministro del Interior de Alemania, Thomas de Maizière, de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel, aventuró que podrían haberse combinado sus problemas mentales con una inspiración extremista.
Herrmann, en cambio, habló claramente de un atentado terrorista de inspiración islamista, aunque aún no está claro si el atacante tenía contacto directo con el EI. Sin embargo, el ministro reveló algunos detalles: en su teléfono móvil se encontró un video con una amenaza de ataque en venganza contra los alemanes por matar musulmanes.
Una primera traducción del texto en árabe indica que el hombre actuaba en nombre de Alá y que mencionaba a Abu Bakr al Bagdadi, el líder del EI. La semana de terror en Baviera había comenzado seis días antes, el lunes por la noche, con el ataque contra el tren regional de Wurzburgo.
Un adolescente afgano de 17 años atacó con un hacha y un cuchillo a cuatro personas. En su huida atacó a una más. Policías de un comando especial ultimaron al joven. Una semana después, una de las víctimas aún lucha por su vida.
Cuando comenzaba a disminuir levemente el shock por lo sucedido, un joven protagonizó un tiroteo el viernes por la tarde en un centro comercial en Múnich: la policía habló primero de una «aguda situación de terror» y desplegó a 2.300 efectivos en la ciudad, entre ellos muchos de unidades especiales.
Dado que primero se dijo que los atacantes estaban prófugos, se desató el pánico en la ciudad: la gente informó de tiros cuando no había más. Después de varias horas quedó claro que lo de Múnich no había sido obra de un grupo terrorista, sino el ataque de una sola persona, un joven de 18 años con problemas psiquiátricos que luego se suicidó.
De todas formas, ello no alteró el terrorífico balance: nueve muertos, entre ellos varios jóvenes. La ciudad se vio conmocionada, aunque sintió cierto alivio cuando se supo que el ataque no había sido obra de un grupo terrorista.
Pero entonces, cuando innumerables flores iban tapizando el lugar de los asesinatos en Múnich, sucedió lo de Ansbach. Pero esta vez sí se trató de un terrorista con una bomba en la mochila. Uno que tenía por objetivo matar a la mayor cantidad de gente posible.
El esclarecimiento total de los tres ataques aún podría llevar cierto tiempo. Hasta entonces, los habitantes de Baviera tienen un sólo deseo: que esta ola de noticias escalofriantes termine de una vez.
Por Christoph Trost