(dpa) – A medida que uno va bajando cada uno de los 25 escalones, los ruidos de Londres van disminuyendo. Y una vez abajo, junto al Regent’s Canal, apenas se percibe el ajetreo de la metrópolis de nueve millones de habitantes.
Cuesta imaginar que a un kilómetro de distancia, los autobuses rojos de dos pisos y los taxis negros se desplazan por la concurrida Euston Road, que los turistas salen en masa de la estación de King’s Cross o que los fanáticos de Harry Potter forman fila para sacarse una foto en el famoso andén 9 ¾.
En el canal se encuentra amarrado bajo árboles protectores un barco rojo antiguo con el nombre «Galatée». Una rampa de madera conduce a la proa y otro escalón a su interior. Los pocos metros cuadrados a bordo están bien pensados: un rincón con sofá, una mesa plegable, detrás de un armario se encuentra la litera, además de una pequeña bañera.
Asimismo, los huéspedes que pernoctan en el barco cuentan con WiFi y agua potable directamente del grifo.
La popa del barco está ocupada por sus propietarios, la pareja de jubilados Sarah y Simon Hodgkinson. La «Galatée» es su hogar flotante desde hace diez años. Para la mudanza redujeron al máximo sus pertenencias y desde entonces conocen Londres desde un punto de vista poco habitual.
«Para nosotros es como vivir en un pueblo», comenta Sarah. «Aquí la gente se conoce y se apoya, tenemos vecinos de barco muy simpáticos y podemos disfrutar de la naturaleza en pleno centro», agrega.
Simon, por su parte, no está lejos de la Saint Martin’s College of Art and Design, la escuela donde estudia arte.
La vista a través de los ojos de buey es de la costa norte. Los ciclistas bajan por la rampa hacia el canal, sorteando hábilmente a los paseantes que deambulan por el antiguo camino de sirga.
En el pasado, los cascos de miles de caballos de carga traqueteaban por aquí. Y es que el Regent’s Canal, de 14 kilómetros de longitud, fue antiguamente la ruta de transporte más transitada de Londres. El canal conecta el Grand Union Canal con el Támesis desde 1820.
Mercancías como el carbón, materiales de construcción, granos de la compañía Midlands o incluso bloques de hielo de Noruega se transportaban a la capital británica por el agua en estrechas embarcaciones que podían atravesar esclusas y túneles y solo tenían dos metros de ancho.
Desde los años 60, el canal se ha ido transformando gradualmente en el oasis residencial y de ocio más largo de Londres. El «Galatée» es solo uno de los casi 4.000 barcos que recorren los canales londinenses. Hasta altas horas de la noche, los capitanes de embarcaciones de recreo o de casas flotantes pasan saludándose alegremente.
Lejos del barullo
Londres parece estar a kilómetros de distancia. Es una noche tranquila a bordo del «Galatée», hasta que en las primeras horas de la mañana comienzan a saltar las ardillas entre las copas de los árboles, los pájaros trinan y los primeros corredores trotan a lo largo del canal. Durante el desayuno al aire libre se pueden observar garzas a menos de cuatro metros de la proa.
«Un zorro también tiene aquí su territorio. Nunca hay que dejar los zapatos afuera por la noche», aconseja Sarah, y cuenta que hace poco un huésped perdió así su calzado.
El Regent’s Canal está repleto de mercados y parques, y explorarlo es como asistir a una clase de historia. El trayecto recorre desde la Pequeña Venecia hasta Camden. Los pasajeros de la barca «Perseus», de casi 90 años de antigüedad, se acomodan en los estrechos asientos de cuero verde y sacan sus cámaras. Los siguientes cuatro kilómetros presentan un Londres tan colorido como adinerado.
A lo largo del canal se ven barcos de todos los colores con nombres como «Cecily», «Mathilda» o también «Philona», propiedad de una estrella del pop. El trayecto alrededor de Regent’s Park está rodeado de villas modernas, y, más adelante, los enormes recintos del zoológico de Londres se elevan sobre las copas de los árboles, hasta que el viaje termina en el animado mercado de Camden.
Antiguo almacén de carbón, actual centro comercial
Cerca de allí, hacia el noreste, se encuentra King’s Cross. El barrio, que incluye tiendas, restaurantes y una universidad, se convirtió en la nueva zona de moda en Londres.
Una amplia escalinata lleva hasta la plaza Granary Square. Donde antiguamente se almacenaba trigo y carbón se erige ahora el renovado edificio Granary y el nuevo centro comercial Coal Drop Yards.
De vuelta al camino de sirga, se divisa el túnel de Islington. Los barcos que se dirigen hacia el este entran por el oscuro tubo de 885 metros de longitud antes de volver a ver la luz del día en el otro extremo del animado barrio The Angel.
Durante otros siete kilómetros, el canal se extiende hasta el Támesis. A medida que se sigue por el East End londinense, se vuelve menos turístico. Incluso en los oasis aledaños, como el espacioso Victoria Park, rara vez se encuentran visitantes.
Sin amarra fija, siempre en movimiento
Durante el trayecto aguardan agradables encuentros fortuitos, como el de Lizzie y Jan, que disfrutan del sol en la proa de su «Harvest Moon». Hace pocos meses, la fabricante de atrezos y accesorios, de 26 años, y el director regional de una organización benéfica, de 30 años, cambiaron su caro piso de alquiler por una vida en una casa flotante.
Mientras el «Galatée» tiene un amarradero privado y muy codiciado, la joven pareja está, al igual que una gran parte de los «navegantes», siempre en movimiento. Por una licencia de 1.000 libras (1.250 dólares) al año, se les permite atracar en los amarraderos públicos del sistema de canales de Londres durante quince días seguidos.
«Es relativamente fácil encontrar un nuevo sitio, aunque a menudo los barcos tienen que amarrar uno al lado del otro en lugares muy frecuentados», señala Jan. «También tenemos que llenar el depósito de agua, así que aproximadamente cinco horas a la semana estamos ocupados con esas tareas de mantenimiento», agrega, pero asegura que disfrutan de este estilo de vida aunque suponga más trabajo.
Cuando llega el invierno
También al final del canal, en el puerto deportivo de moda, Limehouse Basin, hay amarradas barcas estrechas. «¡Qué romántico es esto!», comenta uno de los turistas. «Sí. Ahora brilla el sol, pero espera a que llegue el invierno», responde uno de los residentes de una casa flotante.
Sin embargo, Sarah y Simon Hodgkinson ya están deseando encender su estufa y planear la próxima exposición de arte. Entonces, el «Galatée» se transformará en una galería pop-up a orillas del canal. Y muy seguramente también valdrá la pena visitarla.
Recuadro informativo:
El Regent’s Canal se extiende por los distritos de City of Westminster, Camden, Islington, Hackney y Tower Hamlets.
La mayoría de las pernoctaciones en barcos de los canales de Londres se pueden reservar a través de plataformas como Airbnb o Book a Houseboat. El proveedor The Boat House también ofrece alojamientos sobre el agua.
Las excursiones en barco entre Little Venice y Camden pueden reservarse en línea a través de London Waterbus Company o Jason’s Trip. Por su parte, el Museo del Canal de Londres, en Battlebridge Basin, da vida a la historia del canal.
Por Dörte Nohrden (dpa)