Kiev, 27 may (dpa) – De Sven Ulreich a Loris Karius: cuando se haga el repaso del título de la Liga de Campeones del Real Madrid, los errores de los arqueros alemanes, coronados con sendos goles de Karim Benzema, tendrán un sitio preferencial.
En la final ganada 3-1 por el Real Madrid ante el Liverpool en Kiev, Karius regaló el primer gol del conjunto español, de forma incluso más grosera a como lo había hecho Ulreich en la semifinal de vuelta ante el Bayern Múnich.
Ya sobre el final, el alemán coronó su pésima noche entregando el tercer gol del conjunto ante un remate que no parecía llevar peligro del galés Gareth Bale. Fue el corolario de una noche tan aciaga como inolvidable.
En su primer error, el portero del Liverpool, que llegaba al partido bajo duras críticas, recogió sin problemas un balón largo e intentó salir rápido con su mano hacia Dejan Lovren, sin percatarse de que Benzema estaba lo suficientemente cerca. El delantero francés estiró su botín e interceptó el pase, con la fortuna de que el balón marchó derecho hacia la portería ante la desesperación del arquero alemán.
De esa forma, y otra vez en el inicio de la segunda parte, un gol surgido de un error del guardameta rival comenzó a abrir el resultado en favor del Real Madrid.
El error de Karius hizo recordar de inmediato a la equivocación de su compatriota Ulreich en la semifinal disputada en el Bernabéu.
Aquella noche, Corentin Tolisso envió un peligroso pase hacia atrás para el reemplazante de Manuel Neuer, que nunca supo cómo resolver. Se arrojó al piso como para atrapar el balón, pero no lo tomó temiendo una falta indirecta en el área por tocar la pelota con la mano. Tampoco la rechazó con el pie.
Por eso, el balón corrió por el área para que Benzema lo capturara en soledad y anotara el segundo gol de su noche para poner al Real Madrid con un decisivo 2-1 a favor. Ulreich acabó hundido y pidiendo perdón. Lo mismo que Karius en Kiev.
El portero que le ganó el puesto a Simon Mignolet al comienzo de la temporada, falló también en el tercer gol del Real Madrid. Un remate de 30 metros de Bale que iba al centro del arco se le terminó escurriendo entre las manos, para terminar de sentenciar el partido.
Al final, el arquero no tenía consuelo. Con lágrimas en los ojos y juntando sus manos en el pecho, el alemán no paraba de pedirle perdón a los aficionados del Liverpool, que respondieron con tímidos aplausos. Ni los saludos de Bale ni del técnico Jürgen Klopp pudieron levantarlo.
«Siempre habrá comentarios, no lo puedo cambiar ni me intranquiliza. Sólo intento jugar al fútbol, el resto no depende de mí», había dicho recientemente el arquero, que seguramente esta vez escuchará algo más que comentarios sobre su actuación en Kiev.
Por Stefan Tabeling (dpa)