(dpa) – La mayoría de las veces sucede de manera repentina. Un derrame cerebral, una enfermedad o el diagnóstico de demencia. Una persona dependiente de asistencia en la familia cambia todo: la rutina diaria, los gastos, el trabajo, el tiempo libre y las condiciones de vida en general.
A menudo hay que buscar soluciones de urgencia. Pero muchas cosas se pueden conversar y planificar de antemano, dado que la posibilidad de que un miembro de la familia necesite ayuda en algún momento es más que probable.
«Envejecemos cada vez más tarde y con ello aumenta el riesgo de que necesitemos atención permanente», considera Kathrin Engel, directora del Departamento de Cuidados y Calidad de Servicios de la organización protestante Diaconía en la ciudad alemana de Dresde.
Conviene hablar de este asunto lo antes posible, enfatiza Felizitas Bellendorf. «Es un tema con una fuerte carga emocional porque implica siempre hablar de pérdidas», afirma la portavoz de la Oficina de Servicios Asistenciales de la Asociación de Consumidores del estado de Renania del Norte-Westfalia.
Además, muchas veces se invierten los roles y cómo imagina el futuro cada uno de los miembros de una pareja, sostiene Peter König, experto en atención de enfermos y ancianos. «Esto genera miedos», destaca.
Los expertos recomiendan dedicarle tiempo a estas conversaciones y que participen en ellas todos los involucrados. Si se trata de la atención de los padres y hay muchos hermanos, Bellendorf aconseja que se hable de este tema con absoluta honestidad. De lo contrario pueden surgir conflictos, sobre todo ante una situación de urgencia.
Son precisamente los padres quienes a menudo se niegan a hablar de estos temas porque no quieren pensar en su muerte y rechazan la idea de que los pongan bajo tutela y tomen decisiones en su nombre, agrega el especialista.
König propone hablar de todo esto mencionando ejemplos de familiares o conocidos que ya se encuentren en esta situación.
Según los especialistas, se deberían poner sobre la mesa las expectativas y los deseos de cada uno, para luego llegar a soluciones que todos acepten.
Los implicados deberían decir claramente qué está dispuesto a hacer y qué no. «No hay que prometer cosas que después no se puedan sostener», advierte King.
Eso significa abordar las preocupaciones y dificultades, afirma Bellendorf. Hay preguntas cuya respuesta debe conocerse con anticipación. «¿Puedo sostener a mi madre y acompañarla al baño?», ejemplifica König.
También el tema del dinero debe conversarse de la misma manera. «Si estas cosas no se aclaran, es muy probable que surjan conflictos, por ejemplo entre hermanos», advierte Engel.
Los profesionales de la salud recomiendan repartir la responsabilidad entre varios y crear una red de ayuda en la que también podrían incluirse a vecinos o amigos.
Un primer paso podría consistir en analizar la situación de la vivienda y considerar qué tipo de reformas habría que hacer. Pero en todo caso es importante buscar el asesoramiento de expertos en el tema del cuidado de enfermos y ancianos, aconseja Bellendorf.
Por Bernadette Winter (dpa)