El running consciente gana terreno: correr sin cronómetro ni presión, escuchando el cuerpo y disfrutando el camino.

Durante años, el running fue sinónimo de velocidad, récords y marcas personales. Pero algo está cambiando. Cada vez más personas descubren una forma distinta de correr: sin mirar el reloj, sin competir y sin compararse. Es el movimiento del running consciente, una corriente que propone devolver al deporte su esencia más simple: moverse por placer.
El fenómeno comenzó como una respuesta al exceso de exigencia. Tras la pandemia, muchos corredores abandonaron los planes de entrenamiento estrictos y buscaron un ritmo más humano. La idea es sencilla pero profunda: correr no para llegar antes, sino para conectar con uno mismo.
En lugar de cronómetro, los nuevos corredores utilizan sensaciones. En lugar de objetivos externos, escuchan el cuerpo. Esa filosofía se ha extendido en grupos y comunidades que valoran más la experiencia que el resultado. No hay tiempos oficiales ni podios: solo la satisfacción de estar en movimiento.
El running consciente también tiene un impacto positivo en la salud mental. Estudios recientes asocian la práctica moderada del ejercicio con una reducción del estrés y una mejora del sueño. Correr sin presión, a un ritmo estable, activa la mente sin agotarla. Es una meditación en marcha.
En Asturias y otras regiones del norte de España, las rutas naturales y costeras se han convertido en escenarios ideales para este tipo de práctica. El contacto con el paisaje añade un componente de bienestar emocional que refuerza la conexión entre cuerpo y entorno.
Algunos clubes y entrenadores ya integran esta filosofía en sus programas. No se trata de abandonar la ambición deportiva, sino de equilibrarla. El corredor consciente no rechaza el esfuerzo, pero lo interpreta desde otra mirada: correr puede ser una forma de sanar, no solo de ganar.
Cada zancada se convierte así en una oportunidad para escuchar el ritmo del cuerpo y del mundo. Quizá por eso, el running consciente está ganando adeptos: porque recuerda que el deporte no tiene por qué ser una carrera contra nadie.
Redacción Candás 365