(dpa) – Bua Noi yace apáticamente en la esquina más alejada de su jaula. Su prisión tiene 10 por 20 metros y está rodeada de barrotes y gruesos cristales por los que apenas entra la luz del sol. La gorila hembra vive desde hace más de 30 años en el Pata Zoo, un zoológico de gestión privada situado en la azotea de un antiguo centro comercial de la capital tailandesa, Bangkok.
Para entretener a la multitud que acude al Pata Zoo, un miembro del personal seduce a Bua Noi («pequeño loto») con un pequeño envase de leche hasta que esta despierta de su sopor y se acerca a los barrotes de su mazmorra de hormigón.
Docenas de teléfonos móviles filman y fotografían al triste animal, el único gorila de todo el país. La primate mira a su público con ojos vacíos. Bua Noi es el éxito de taquilla del zoológico de Pata. La tenebrosa zona, en la que languidecen cientos de monos, reptiles y pájaros, suele llamarse «zoo del terror».
Una y otra vez se ha intentado que Bua Noi sea reubicada en un entorno donde pueda pasar sus últimos años con dignidad y rodeada de naturaleza. Numerosos activistas por los derechos de los animales y celebridades como la cantante estadounidense Cher ya han hecho campaña por ella. Una petición en Change.org ha sido firmada por unas 117.000 personas. «Viven solos, en un mundo de hormigón y acero, sin ningún estímulo. Una vida de aburrimiento y soledad es el destino más cruel de todos para nuestros grandes primos primates», reza el texto de la misma.
Recientemente, el Ministerio de Medio Ambiente tailandés informó que los propietarios del zoológico exigían 30 millones de baht tailandeses (aproximadamente 800.000 dólares estadounidenses) por la liberación del gorila, que entonces podría ser llevado a un zoológico de Alemania, ya que es allí de donde se supone que procede el simio. El zoológico en cuestión no fue revelado, pero el anuncio se convirtió inmediatamente en noticia.
Poco después, el Pata Zoo desmintió la petición de dinero en su página de Facebook y explicó que Bua Noi era demasiado mayor para acostumbrarse a un nuevo entorno y que además estaba siendo bien cuidada. Sin embargo, desde entonces el destino del primate ha vuelto a estar en boca de todos, no solo en Tailandia sino también a nivel internacional.
En realidad, según las investigaciones del activista por los derechos de los animales Daniel Stiles, Bua Noi no procede de Alemania, sino presumiblemente de Guinea Ecuatorial, donde fue capturada cuando era bebé y llevada a Tailandia por un contrabandista de animales alemán a finales de la década de 1980.
«Bua Noi no procede de un zoológico alemán, sino que es un triste resultado del comercio de animales salvajes. Fue vendida directamente en África a Tailandia por un comerciante de animales alemán», afirma Daniel Merdes, director ejecutivo de la organización alemana «Borneo Orangutan Survival Deutschland» (BOS).
Junto con la BOS, Merdes lleva mucho tiempo haciendo campaña por la liberación de todos los animales del zoo, especialmente los orangutanes y docenas de otros primates, como lémures y macacos, que tienen que vivir en condiciones igualmente desastrosas. Para Bua Noi, enfatiza Merdes, la única solución es llevarla a un santuario en Tailandia. «Solo así podría vivir sus últimos años con dignidad y en un entorno natural. Otro viaje largo y traumático sería peligroso y cruel, ya sea a Alemania o en África», puntualiza el experto.
Uno de los que se ha ofrecido a acogerla es Edwin Wiek. El holandés es el fundador de la organización tailandesa Wildlife Friends, que promueve los intereses de la conservación de la fauna, la biodiversidad y el bienestar animal. Desde hace años, Wiek dirige un santuario con mucha naturaleza en Phetchaburi, a unos 200 kilómetros de Bangkok.
Recientemente, los tigres del zoológico de Phuket, en quiebra, fueron alojados allí. «Creemos que no sería moralmente correcto pagar una enorme cantidad de dinero por la primate del zoológico Pata Zoo», declaró Wiek en entrevista con dpa. Según el experto, 30 millones de baht es mucho dinero para un animal al que probablemente le quedan pocos años de vida. «Además, nos gustaría que se llegara a un acuerdo para todos los animales del zoo, o al menos para los primates», precisó.
Sin embargo, los propietarios del Pata Zoo no parecen estar interesados en entregar a la gorila, ya que su presencia contribuye al auge del zoológico. Además, aseguran que Bua Noi está bien. El ministro tailandés de Medio Ambiente, Varawut Silpa-archa, comunicó que «el zoológico Pata Zoo ha prometido cuidar de ella hasta su último día, y que, como su propietario, tiene derecho a hacerlo». Además, añadió, no se puede privar al zoológico de lo que le pertenece, primero hay que arreglar muchas cosas. Tampoco ha quedado claro si había existido o no la supuesta demanda de dinero.
«Gorila en Alcatraz» se titulaba una carta enviada por un lector al director del periódico tailandés Bangkok Post. La elección de las palabras es más que acertada. Daniel Merdes opina: «Ningún animal debería vivir en una mazmorra de hormigón tan oscura. No hay verde, solo gris y los gritos estridentes de los otros animales. No entiendo cómo los visitantes se sienten atraídos por semejante espectáculo».
Mientras tanto, Bua Noi sigue sentada en el suelo de cemento, el único que conoce. Una y otra vez inhala breves bocanadas de aire y mira impotente al techo. Parece que está llorando, incluso sollozando. Los gorilas y los humanos comparten el 98 por ciento de su material genético.
Por Carola Frentzen (dpa)