Máster en Internet de las Cosas (IOT), Máster en Inteligencia Artificial (AI), Máster en Inteligencia de los Negocios (BI), Máster en Blockchain… En España se imparten setenta y dos mil másteres para emprendedores y empresas sólo en el ámbito universitario. Unas trescientas sesenta mil compañías imparten algún curso a casi cuatro millones y medio de trabajadores de sus plantillas. Pero ¿cómo saber cuál es la mejor formación empresarial? ¿Qué Escuela de Negocios es la mejor para cada necesidad de cada compañía?
Cómo elegir la mejor formación empresarial y en qué Escuela de Negocios programarla es un enigma de muy difícil respuesta para los responsables de Recursos Humanos. Saber cuál es la mejor escuela de negocios del mundo es más complicado aún. En España, la oferta formativa empresarial crece y crece. Para dar una explicación descriptiva de la situación actual hay que invertir el famoso refrán y decir que el “bosque” es tan enorme que la vista no abarca a distinguir el “árbol” que más interesa.
Hay más de trescientas sesenta mil empresas privadas formadoras y numerosas universidades en nuestro país, que se disputan una “tarta” de casi dos mil quinientos millones de euros para formación profesional para el empleo, otros casi mil doscientos millones de euros para formación de trabajadores ocupados y prácticamente otros tantos millones para los desempleados.
En tan sólo unos días, Asturias será el escenario de un foro sobre la transformación digital, tecnología e información como principales desafíos del futuro en España. Son estas materias, precisamente, tres de las que más necesitan formarse los trabajadores y responsables de las empresas en nuestro país. Los avances tecnológicos se están produciendo a pasos agigantados. Tanto, que cuando los profesionales por fin aprenden a manejar nuevos sistemas y herramientas tienen que asimilar otros aún más novedosos y avanzados. Es una carrera formativa constante, sin tregua ni cuartel. “Renovarse o morir”.
Algunas cifras
La revista “Emprendedores” publicó este año una guía que relacionaba treinta y tres universidades privadas y ciento diez escuelas de negocios que durante el curso académico 2017 – 2018 impartieron ciento noventa y tres mil grados y carreras, más setenta y dos mil másteres a doscientos sesenta y cinco mil alumnos. Las cifras son mareantes.
Sin embargo, se quedan muy pequeñas si consultamos las que ofrece la Fundación Estatal para la Formación en el Empleo: unas trescientas sesenta mil empresas (360.052) realizaron en 2018 alguna actividad formativa bonificada, que siguieron casi cuatro millones y medio de trabajadores (4.413.853), más de ciento setenta y tres mil más que el año anterior (173.153).
De los cuatro millones y medio de trabajadores formándose, más de dos millones ochocientos mil (2.800.103) recibieron más de veintiséis horas de formación (26,2 horas), cuando la media era de más de veintitrés horas (23,4 horas). En este periodo (año 2018) realizaron alguna formación el 16,6% de las microempresas; el 49,7% de las pequeñas empresas; el 81,2% de las medianas empresas y el 92% de las grandes empresas.
Ventajas de la formación
Las empresas contemplan, cada vez más, a la formación de sus trabajadores como una inversión. Sienten la necesidad de actualizarse para seguir siendo competitivas, porque de lo contrario temen ser absorbidas por otras organizaciones más grandes o mejor preparadas, o incluso desaparecer en un mercado cada vez más exigente.
Llevar a cabo formaciones en la compañía implica beneficios de todo tipo. Para empezar, consigue que el capital humano de la empresa aumente su cualificación y, por lo tanto, su valor no cuantificable, pero sí palpable en tanto que el personal es capaz de adaptarse más, mejor y más deprisa a situaciones nuevas y de resolver más, mejor y más rápido potenciales problemas que se planteen.
Con planes de formación, cada trabajador puede descubrir en sí mismo habilidades que desconocía que tuviera; que intuía tener porque las tenía latentes, o que conocía, pero no había podido desarrollar. Consciente o no de estas nuevas habilidades, una vez “entrenado” en ellas es capaz de adquirir nuevas responsabilidades y competencias y ve con más optimismo su futuro profesional. De paso, se incrementa su bienestar en la empresa, en la que se siente más integrado y con mayor sentimiento de pertenencia; es decir, con mayor identificación y compromiso con la marca.
Tal satisfacción conlleva más motivación porque el trabajador se siente valorado en su trabajo. Se establece una mayor confianza.
Por parte de la empresa, la formación es una de las mejores herramientas, si no la mejor, para su estrategia de identificación, desarrollo y fidelización del talento en los equipos de trabajo. Se fomenta la participación proactiva y la innovación, como consecuencia de haber creado un ambiente de autoestima.
En consecuencia, con la formación empresarial se disminuye la probabilidad de cometer un error y la posibilidad de que se produzca algún accidente de trabajo. La empresa en su conjunto adquiere “más cintura”, “más agilidad”, “más flexibilidad” parea afrontar nuevos retos y, sin embargo, desciende de manera considerable el clima de estrés laboral que estos retos suelen traer consigo.
La coordinación de los empleados y la productividad de la empresa en términos generales aumenta. Se reducen tiempos de producción y costes y se aumenta la rentabilidad en cada hora trabajada y en cada producto o servicio generado.
Otras ventajas
Asimismo, la empresa sale ganando porque la formación permite un mayor autoconocimiento; detectar los puntos fuertes y los puntos débiles de la organización, para potenciar los primeros y tratar de solventar los segundos. Se fortalece la cultura corporativa y los valores de la compañía. Aumenta la reputación y, de rebote, el poder de atracción de la empresa para nuevos perfiles y talentos fuera de ella.
El ahorro que representa tener una estructura organizacional más eficaz, de alto rendimiento y menores costes y errores laborales es difícil de cuantificar. Pero al aumentar la motivación y el poder de innovación de sus equipos de trabajo y la coordinación entre ellos la ventaja competitiva se multiplica de manera exponencial.
Pero no vale hacer “formaciones a lo loco”. No vale cualquier formación, como no vale cualquier Escuela de Negocios. La formación debe de ser aplicada dentro de la organización empresarial de manera sistemática y planificada, dentro de un proceso gradual y lógico.