(dpa) – En el pasado, era todo más sencillo: en política, había Oriente y Occidente; en la televisión, uno o dos canales; y bajo el capó del coche había gasolina o diésel. Hoy en día, todo es mucho más diverso, incluso en lo que respecta al motor.
Y ya no es solo cuestión de gasolina o diésel. Ambos motores de combustión interna se ofrecen también como híbridos suaves, completos o enchufables. Y la selección de eléctricos puros crece sin cesar.
Sin embargo, para el vendedor de coches alemán Andreas Ignaz esto no es motivo de preocupación. Para él, continúa teniendo validez la vieja regla: «Si se conducen distancias cortas, es mejor un motor de gasolina, y en el caso de distancias largas, es mejor un diésel».
El profesor Ferdinand Dudenhöffer, economista alemán especializado en automoción, sitúa la línea divisoria entre los conductores frecuentes y los no frecuentes en torno a los 25.000 kilómetros anuales.
«El motor de gasolina se calienta más rápidamente y, por tanto, es el motor ideal para los trayectos cortos, mientras que el diésel solo alcanza la temperatura de funcionamiento después de algunos kilómetros», afirma Thomas Schuster, de la organización certificadora alemana KÜS.
Sin embargo, acota el experto, el motor diésel, con sus bajas revoluciones, funciona con más suavidad y su mayor par motor le da más potencia en los adelantamientos. Además, el motor diésel tiene una mayor vida últil, explica Schuster refiriéndose a los altos kilometrajes que alcanzan muchos motores de este tipo.
Dudenhöffer añade que la elección va mucho más allá del tipo de combustible, y explica que, en el caso de la gasolina, un segundo vehículo, que se utiliza principalmente en la ciudad y recorre quizá 5.000 u 8.000 kilómetros al año, estaría mejor equipado con un motor pequeño.
Por otro lado, prosigue, un coche familiar con el que se emprenderían incluso viajes de vacaciones debería montar un motor algo mejor. «Especialmente en los viajes largos por autopista con varias personas y equipaje a bordo, esto aporta comodidad», puntualiza el experto del sector.
Una vez que se ha elegido entre gasolina y diésel, a menudo se puede decidir también el grado de hibridación, pudiendo elegir entre tres niveles, señala Schuster. El experto opina que el llamado híbrido suave puede ser ignorado, ya que no es mucho más que un potente motor eléctrico para el motor de arranque, que ayuda a arrancar el coche y recupera algo de energía al frenar.
Schuster especifica que se trata de una especie de extra gratuito que muchos fabricantes montan de serie para reducir las emisiones de CO2 y evitar las multas, y que más interesante es el llamado híbrido completo, que Toyota ha hecho famoso con el Prius.
El experto del KÜS explica que este permite unos cuantos kilómetros de conducción puramente eléctrica y reduce así el consumo de un motor de gasolina al nivel de un diésel. Para los fabricantes asiáticos, añade, se ha convertido en una alternativa al diésel, que muchas marcas de Extremo Oriente ya han eliminado de su gama.
Las opiniones sobre el híbrido enchufable son muy diversas. En este caso, al motor de combustión se une un motor eléctrico que también puede cargarse mediante un enchufe y permite conducir de forma puramente eléctrica durante más tiempo.
Schuster considera que los híbridos son los vehículos de transición ideales, ya que los modelos de algunas marcas pueden recorrer hasta 100 kilómetros solo con energía eléctrica. Esto significa, prosigue, que incluso las personas que no tienen garantizado el acceso a una estación de carga en casa o en la oficina tienen la opción de conducir eléctricamente. «Y es una buena opción intermedia antes de pasar al coche eléctrico puro”, afirma.
Dudenhöffer, por el contrario, opina que la tecnología híbrida está al borde de la extinción, y que desaparecerá una vez que las subvenciones expiren y los clientes tengan que asumir todos los costes.
El vendedor de coches Ignaz tiene una visión diferenciada al respecto, y opina que, para quienes puedan cargar en casa con energía solar o de forma gratuita en el trabajo, el híbrido enchufable merecerá la pena incluso sin subvención, dados los altos precios del combustible. Pero para todos los demás, aconseja la doctrina pura: «O un motor de combustión sin enchufe o, si las circunstancias lo permiten, un eléctrico».
Pero, ¿cuándo lo permiten las circunstancias? Según este criterio, la decisión ya será más individual. La elección a favor del coche eléctrico se dará con menos frecuencia en el campo que en la ciudad. Y cuanto mayor sea el kilometraje, más difícil será el cambio a un coche eléctrico. «Si no se busca un segundo vehículo para los viajes cortos de todos los días, sino que hay que cubrir todas las necesidades con un solo coche, probablemente se debería esperar un poco más antes de hacer el cambio», puntualiza Ignaz.
Por Thomas Geiger (dpa)