(dpa) – Para los amantes de la música, la aparición de una discapacidad auditiva supone una gran frustración que poco a poco acaba con la alegría de escuchar las canciones favoritas.
«Las personas con deficiencias auditivas oyen los sonidos de forma diferente, dependiendo de qué células sensoriales auditivas estén dañadas», describe Marianne Frickel, presidenta de la asociación alemana que agrupa a los audioprotesistas. «Dejan de percibir todo el rango de sonidos», precisa la experta.
Al principio, suelen ser los instrumentos agudos y las voces los que de repente suenan diferentes a los afectados, pero también se pueden dejar de percibir los bajos profundos.
Sin embargo, cualquiera que espere que un audífono haga que la música suene inmediatamente como antes, suele llevarse una decepción. «El cerebro primero tiene que aprender a clasificar las muchas señales que de repente vuelve a recibir gracias al audífono», afirma Frickel.
La música, por ejemplo, suele sonar con audífonos extraña y mucho más fuerte de lo que se recuerda. Sin embargo, esto se puede cambiar: «Es importante llevar el audífono desde el principio como algo normal en la vida diaria «, señala la experta. «Así el usuario se acostumbra y vuelve a disfrutar de la audición más rápidamente», puntualiza.
La configuración del audífono también desempeña un papel importante. El audioprotesista ajusta el audífono principalmente para que se puedan entender bien las conversaciones. «Sin embargo, cuando se escucha música, este ajuste no siempre conduce a una experiencia sonora óptima», acota.
Normalmente, los especialistas pueden configurar un programa en el audífono que saque el máximo partido de la música. Según Frickel, un programa de este tipo amplifica los tonos en las frecuencias altas, de modo que los violines y las flautas, por ejemplo, se oyen mejor.
Por otra parte, los programas de música suelen tener una desventaja: «Están orientados a un sonido puro y pleno, por lo que en ellos la función que suprime la realimentación suele estar desactivada», explica Frickel. La realimentación se produce cuando la onda sonora sale del conducto auditivo y vuelve a chocar con el micrófono del audífono, lo que produce pitidos o chirridos.
Sin embargo, el riesgo de retroalimentación al escuchar música puede reducirse. Según Frickel, existen moldes especiales con perforaciones más finas para este fin, y los especialistas pueden fabricarlos a medida.
Además, algunos teatros de ópera y salas de conciertos están equipados con sistemas de bucle de inducción. Esto significa que la música en directo puede transmitirse directamente al audífono. Para ello, el aparato debe contar con una bobina telefónica.