(dpa) – Algunos empleados se enojan por cualquier nimiedad en el trabajo. Bien puede ser porque la compañera cumple tarde con su entrega, el jefe tiene otra idea extraña o los clientes no devuelven el llamado.
De esta manera, no solo se está lejos de la satisfacción, sino que a la vez se atraviesa una situación poco saludable. ¿Qué hacer entonces cuando la ira se apodera de nosotros de modo constante?
«Un primer paso en la situación aguda puede ser poner distancia, inspirar profundo y contar lentamente hasta diez», dice Hannes Zacher, profesor de psicología organizacional y del trabajo en la Universidad de Leipzig. Solamente esto, considera, ya puede ser liberador y ayudar a que se aborden las cosas con más calma.
Reflexionar sobre la propia ira
Asimismo tiene sentido reflexionar en un minuto de tranquilidad sobre determinadas situaciones que nos generan tanto enojo. «Entonces también hay que darse cuenta de que las personas efectivamente son diferentes y adoptan actitudes distintas«, dice Zacher.
En el transcurso de esta reflexión, apunta el experto, uno tiene que confrontar sus propias necesidades y deseos con el comportamiento de los demás que nos genera ebullición y explorar por dónde puede haber un camino intermedio.
Pero las cosas también pueden funcionar de otra forma. «Resulta absolutamente oportuno comunicarle a los demás que nos están alterando seriamente», afirma este psicólogo del trabajo.
Imagine que se encuentra sentado en su oficina y al lado suyo hay un colega que no para de silbar una canción detrás de otra, con el resultado que sus nervios están a punto de explotar.
«En una situación semejante es conveniente hacerle una observación al colega en un tono neutral y tranquilo», expresa Zacher. De esta manera, la persona que está nerviosa manifiesta sus sentimientos («casi no puedo concentrarme») y en el próximo paso explica cómo le gustaría que se desenvolviera esa situación.
Lo ideal, por supuesto, sería que el colega dejara de silbar. Pero es posible que se arribe a una solución consensuada y el compañero de trabajo se mude a una oficina un poco más alejada.
Formular los mensajes en primera persona
Lo importante es que si en el mundo laboral se le hace saber a los demás que nos molestan, estos mensajes siempre deben transmitirse en primera persona, aconseja el psicólogo laboral Frank Berzbach. Porque lo que tanto le fastidia a uno no necesariamente provoca el mismo sentimiento en los demás.
De ninguna manera es una buena idea dejar que la conversación escale. «Es preferible pedirle a la otra parte que vuelva a pensar en lo que desea», indica Zacher.
Sin embargo, es difícil lograr estar más relajado en el día a día laboral. «El ruido puede incrementar enormemente el nivel de estrés y procurar que uno se indigne más rápidamente por pequeñeces», apunta Frank Berzbach.
Por eso, los empleados deben poner el foco en un entorno laboral calmo y aclarar con los superiores si se puede mandar construir tabiques insonorizados en una gran oficina abierta.
«Además está probado que a mayor edad se gana más calma y uno se vuelve emocionalmente más estable», comenta Hannes Zacher. Y explica que entonces ya no se evitan las situaciones difíciles, sino que se habla abiertamente de ellas, de modo que no se geste ninguna agresión.
Zacher da un ejemplo: a una empleada le fastidia que las y los colegas dejen permanentemente sus tazas sucias por ahí luego de haberlas utilizado.
Durante una conversación de equipo, se puede abogar por que todos coloquen enseguida las tazas usadas en el lavavajillas, para que al día siguiente haya nuevamente tazas limpias, y que no se requiera de lavarlas dificultosamente a mano.
Otro ejemplo: un colaborador está irritado porque las reuniones de equipo siempre se vuelven tan extensas. «En lugar de que acumule su ira, puede tomar la iniciativa y hablar con su jefa sobre cómo pueden abreviarse estos encuentros», sugiere Zacher.
Todo da lo mismo: la indiferencia es destructiva
En ningún caso será una solución adoptar una postura de «todo me da lo mismo». «La indiferencia es destructiva y envenena el clima laboral», apunta Frank Berzbach. De esta manera, aclara, se genera un daño a uno mismo y también a los demás.
Y ¿qué sucede si la cólera vuelve a prevalecer en la cotidianeidad laboral? Además de inspirar profundo y contar hasta diez, también puede ayudar cambiar de escenario. «Simplemente salga y dé una vuelta a la manzana», recomienda Hannes Zacher.
Quien desee permanecer en su puesto de trabajo, puede ocuparse activamente de una cuestión completamente distinta, «para tomar distancia del punto que nos indigna», propone Frank Berzbach.
También puede suceder que el ataque de enojo se produzca en colegas o en superiores. «En ese caso, nunca responder gritando a su vez, sino tratar de ejercer un efecto de desescalamiento sobre la otra persona», sugiere Zacher.
Esto puede hacerse manifestando por ejemplo un comentario como «noto que estás enojado, pero no deseo comunicarme contigo en este tono». Y, posteriormente, levantarse con calma y cambiar de sitio.
Por Sabine Meuter (dpa)