(dpa) – Los talibanes bloquean el acceso de las mujeres a muchas profesiones en Afganistán, pero por la crisis económica no pueden expulsarlas de forma absoluta del mundo laboral.
En el bazar de mujeres de Herat, una histórica ciudad en el oeste de Afganistán, Rasia vende productos tradicionales afganos. Los coloridos trajes son especialmente populares entre su clientela, pero ya no vende tanto debido a la crisis que atraviesa la economía afgana.
Rasia, sin embargo, está feliz con su pequeña tienda, que le permite aportar algo de fondos al magro presupuesto familiar. Sin estos ingresos, estima la mujer de 36 años, no podría mantener a su familia.
El bazar de mujeres de Herat abrió sus puertas hace unas pocas semanas, a pesar de que los militantes islamistas talibanes han ido apartando cada vez más a las mujeres de la escena pública desde que retomaron el poder en agosto de 2021.
Entre tanto, se ha convertido en un tabú que las mujeres asistan a las escuelas secundarias y a las universidades. Muchas mujeres debieron abandonar sus puestos de trabajo, por ejemplo en los ministerios, a raíz de la política de los talibanes.
Otras perdieron sus empleos como consecuencia de la masiva crisis económica tras el retiro de las tropas internacionales del país. Desde entonces, muchas cosas han cambiado para las mujeres trabajadoras y empresarias en Afganistán.
De acuerdo con una encuesta del Banco Mundial, la ocupación de las mujeres en el sector privado había retrocedido un 75 por ciento apenas cinco meses después de que los islamistas tomaran el poder.
Otro estudio de noviembre de 2022 indicó que, en ese momento, cerca de la mitad de las mujeres que antes contaban con un trabajo pago había perdido su empleo. El informe señaló que esto afectó principalmente a las mujeres con mejor formación que viven en las ciudades.
No obstante, se puede observar a muchas mujeres en el comercio y los oficios aún. Esto también es posible porque pueden producir diversos artículos en el hogar, de forma independiente y en ambientes separados de los hombres.
«Seguimos activas», confirma Mumtas Yusufsai, presidenta de la Cámara de Industria y Comercio para Mujeres de Afganistán.
No obstante, entre las mujeres reina la incertidumbre a causa de las nuevas restricciones que se implementan día a día. «Nos preocupa qué podría pasar si tenemos que parar», dice Yusufsai.
La dirigente afirma que sigue habiendo demanda desde el exterior de productos afganos. Pero el comercio se dificulta porque las mujeres ya no pueden viajar sin la compañía de un hombre.
El informe del Banco Mundial de noviembre señala que las mujeres -con excepción de las maestras, ya que dos tercios de ellas pudieron conservar sus empleos- ahora trabajan «predominantemente» desde el hogar como autónomas.
Mujeres de todas las edades trabajan ahora cada vez más o buscan trabajo debido a las graves necesidades económicas, según el estudio. Mujeres que antes dedicaban su tiempo a las tareas domésticas o a aprender y estudiar, agrega el informe, ahora trabajan en la granja o hacen labores de costura, reparación de ropa o trabajo a destajo en casa.
Las alfombras se destacan entre los artículos afganos más exitosos, que en su mayoría son producidos por mujeres.
Mabuba Samani es ingeniera y dirige una empresa de alfombras en la provincia de Balj, que le da trabajo a unas 300 mujeres en varias localidades del distrito. Actualmente, los distintos locales comerciales no deben estar demasiado lejos de las mujeres para que no tengan que recorrer distancias demasiado largas sin escolta masculina.
«Hay muchos problemas, pero tenemos que abordarlos», dice Samani, señalando las dificultades económicas a las que se enfrentan muchas familias en Afganistán. «Las mujeres no tienen otra opción que trabajar», declara.
Karima Katajun tampoco quiere perder su empresa pese a la gran cantidad de obstáculos. Desde hace más de tres años diseña colorida vestimenta al estilo tradicional afgano que vende luego vía Internet en el extranjero, porque actualmente ya casi nadie puede adquirir ropa cara en Afganistán.
«Antes podía viajar sola a otras provincias para realizar una producción fotográfica para promocionar mis productos con imágenes bellas», relata la joven de 27 años. Pero ahora no puede seguir viajando. Los islamistas prohibieron a los choferes de taxis realizar viajes con pasajeras que no cuenten con compañía masculina.
Katajun produce la ropa en su vivienda en Kabul, junto a dos cortadoras. «Si los talibanes llegan a determinar que las mujeres no pueden salir más de la casa sin compañía masculina perderé mi trabajo», afirma la joven, que vive sola en la capital, lejos de su familia.
En cualquier caso, dice, no le es posible limitar su trabajo completamente a las cuatro paredes de su hogar. «Solo hoy caminé varias horas por la ciudad para conseguir materiales», dice.
Las empresarias notan que cada vez más mujeres buscan empleo. Suhaila Hafisi, que dirige una pequeña fábrica de alimentos en Herat, afirma que muchas mujeres están dispuestas a trabajar por el equivalente a 60 céntimos de euro al día.
«Por desgracia, actualmente no hay un buen mercado de consumo para contratar a más mujeres», lamenta la empresaria, que dice que en estos momentos, muchas familias apenas pueden permitirse ni siquiera la comida. Además, señala que a las mujeres ya no se les permite vender sus productos en muchos mercados.
Rasia se siente aliviada de que ahora al menos exista un bazar para mujeres en Herat. «Poder trabajar y ver que también trabajan aquí otras mujeres me levanta el ánimo», expresa. «Espero que este lugar no se cierre también para nosotras».
Por Nabila Lalee (dpa)