(dpa) – La criatura con aspecto de perro y llamativas rayas oscuras que adornan su espalda se pasea nerviosa por la pequeña jaula. Con su hocico largo olfatea a un hombre que está parado frente a la valla de protección.
La filmación en blanco y negro que data de 1935 muestra a «Benjamin», el último tigre de Tasmania conocido. «Debido al avance de la civilización, fue expulsado de su hábitat natural», señala el narrador. Un año después, el animal murió en el zoológico de Beaumaris, en Hobart, la capital de Tasmania.
Desde hace décadas, la especie originaria de Australia, conocida también como lobo marsupial o tilacino, se considera oficialmente extinguida.
Un grupo de investigadores elaboró un proyecto para revivir al tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus). «Hace quince años, la idea de recuperar el animal era ciencia ficción», dijo a dpa Andrew Pask, de la Universidad de Melbourne, y agregó que la tecnología actual no estaba disponible en aquel entonces.
Pask dirige el Laboratorio de Investigación de Restauración Genética Integrada del Tilacino «TIGRR Lab». Los investigadores tuvieron que descifrar primero el material genético de un tigre de Tasmania, que había sido conservado en alcohol durante cien años. En 2018, el equipo del profesor Pask publicó la primera secuencia completa del genoma del animal.
El tigre de Tasmania también existió en el continente australiano y en Nueva Guinea. El lobo marsupial desapareció allí hace unos 2.000 o 3.000 años, compitiendo con el dingo y siendo presa de caza de los humanos.
Sin embargo, logró sobrevivir en la solitaria Tasmania, hasta que los europeos colonizaron la isla australiana en el siglo XVIII. El depredador, conocido como el asesino de las ovejas, fue cazado hasta su extinción. El Gobierno tasmano llegó incluso a ofrecer una recompensa por cada ejemplar abatido.
La secuencia del genoma descifrado es solo el principio del gigantesco proyecto del laboratorio TIGRR. «Todavía no podemos crear vida a partir de un ejemplar muerto. Siempre tenemos que empezar con algo vivo», explica Pask.
Por eso, estos proyectos, conocidos como desextinción, buscan el pariente vivo más cercano del animal extinguido. En este caso la elección recayó en un marsupial carnívoro del tamaño de un ratón, el dunnart de cola gorda y patas estrechas, una especie endémica de Australia.
El ADN del ratón se altera o «edita» hasta coincidir con el código hereditario del tigre de Tasmania. «En esencia, tomamos una célula viva y transformamos el genoma de nuestro ratón en un código de lobo de Tasmania», explica Pask.
Si el equipo tiene éxito, la tecnología de clonación podría utilizarse para crear un embrión completo de lobo marsupial, que luego sería transportado por el ratón marsupial, que solo mide unos once centímetros.
«Una de las grandes virtudes de los marsupiales es que dan a luz a bebés diminutos», señala el científico.
Pask indica que las crías de tigre de Tasmania tienen el tamaño de un grano de arroz al nacer y, por lo tanto, incluso un ratón podría tener una cría de tilacino. El cachorro se criará en el laboratorio y, si todo va bien, se liberará en su hábitat natural en Tasmania.
«Parte de nuestra misión es revertir el mal que hicieron los humanos con la extinción del lobo marsupial», comentó a dpa Ben Lamm, fundador y director de la empresa de biotecnología Colossal Biosciences, con sede en Texas.
La empresa estadounidense está especializada en la «desextinción» y colabora con el laboratorio TIGRR de Melbourne.
«Colossal está apoyando el proyecto en las áreas de biología computacional e ingeniería genética y está trabajando en un plan a largo plazo para la reintroducción de animales en la naturaleza», indica Lamm, cuya empresa aporta unos diez millones de dólares al proyecto, al igual que otros inversores privados, entre ellos los hermanos y actores australianos Luke y Chris Hemsworth.
Por su parte, algunos científicos dudan de que el proyecto pueda tener éxito. «Todavía no creo que tengamos ni de lejos la tecnología que puede recrear realmente un animal extinto», señaló Jeremy Austin, del Australian Centre for Ancient DNA (Centro Australiano de ADN Antiguo), al periódico Sydney Morning Herald.
La desextinción es una «ciencia de cuento de hadas», agregó. Según Austin, se trata más bien de publicidad para los investigadores implicados.
«Para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) de Alemania, estos proyectos de ingeniería genética no son la salida a la crisis de la biodiversidad», resalta Anne Hanschke.
Para la experta en conservación de especies, algo así cuesta mucho dinero. Y agrega que es más importante abordar las causas de la extinción de especies, como la destrucción del hábitat, la sobreexplotación de la naturaleza o la crisis climática.
«Además, es peligroso no tomar ahora las medidas necesarias para conservar las especies, porque se pueden ‘revivir’ más adelante si es necesario», añade la especialista de WWF.
En opinión de Hanschke, incluso aunque fuese posible crear un animal de este tipo, es muy incierto si presentará las mismas pautas de comportamiento, como las que normalmente se aprenden de los congéneres, y si será capaz de ocupar el mismo nicho ecológico que sus predecesores.
El laboratorio TIGRR espera obtener una célula viva con un código de lobo marsupial en cinco a diez años. Esta tecnología servirá también para ayudar a otras especies en peligro de extinción en la actualidad. «Mientras tanto, hacemos biobancos. Eso significa que recogemos tejidos y células de animales de poblaciones salvajes y los congelamos», precisa el director del proyecto.
Según Pask, la base de datos podría ayudar, por ejemplo, en el caso de los koalas, que ahora se consideran en peligro de extinción debido a los incendios forestales y la pérdida de su hábitat. Así, en caso de que se extingan podrían volver a crearse.
«Teniendo en cuenta los retos climáticos de Australia, esto podría ser esencial. Si no intervenimos y empezamos a hacer este tipo de trabajo y de ingeniería genómica, perderemos la biodiversidad aún más rápidamente de lo que ya lo estamos haciendo», destacó el científico.
Por Michelle Ostwald (dpa)