Madrid, 10 jul (dpa) – Cristiano Ronaldo se unió hoy a la lista de ídolos del Real Madrid que dejan el club sin una despedida a la altura, laminados por la inflexible exigencia y la continua exposición que conlleva jugar en el equipo blanco.
Iker Casillas y Raúl González eran los ejemplos más recientes de esta compleja relación que el 13 veces campeón de Europa mantiene con los hombres a los que encumbra, pero incluso el máximo mito del madridismo, Alfredo Di Stéfano, dejó el equipo con más pena que gloria.
Un comunicado del club y una carta abierta del jugador fueron la forma en la que Cristiano Ronaldo puso hoy punto y final a nueve años en la capital española para fichar por la Juventus de Turín. A nadie escapa que es poca cosa para un jugador que marcó una de las épocas más brillantes del club -con cuatro Ligas de Campeones en cinco años- y que se convirtió por lejos en el máximo goleador histórico de la entidad.
«Para el Real Madrid Cristiano Ronaldo será siempre uno de sus grandes símbolos y una referencia única para las próximas generaciones. El Real Madrid será siempre su casa», señaló el club en su comunicado.
Es cierto, el Real Madrid suele acoger en su seno a los ídolos que desean volver tras su retirada, pero igual que les abre la puerta de regreso cuando son ex jugadores, les muestra la de salida cuando sus carreras empiezan a declinar.
Presidido por Florentino Pérez, el Real Madrid recuperó a Di Stéfano en 2000 otorgándole el título de presidente de honor, pero el hispanoargentino, fallecido en 2014, había salido malhumorado del club en 1964, después de desencuentros con su entrenador y antiguo compañero, Miguel Muñoz, y con el entonces poderoso jefe del club, Santiago Bernabéu, que no quiso hablar de mejorarle el sueldo a un jugador ya mayor.
Dos años después, la «Saeta Rubia» se retiró a los 40 años en el modesto Espanyol.
Raúl también dejó el club antes de lo que él hubiera deseado, después de 16 temporadas en el primer equipo como referente indiscutible de la delantera y tras batir el récord goleador precisamente de Di Stéfano.
Sin embargo, la llegada al equipo de Cristiano desplazó al capitán, que se despidió para jugar sus últimos años de profesional en Alemania (Schalke), Qatar (Al Sadd) y en la segunda división de Estados Unidos con el Cosmos.
Más patética fue la salida de otro gran icono blanco, Iker Casillas. El arquero, crecido como futbolista en el club, dejó el Real Madrid después también de 16 temporadas en la élite quemado por su enfrentamiento con el entrenador, José Mourinho, que lo relegó a la suplencia.
Casillas se despidió primero solo en una rueda de prensa donde no pudo evitar las lágrimas, pero un día después, ante las críticas al club por la sensación de abandono, volvió a decir adiós acompañado por Pérez en el palco de honor.
«La despedida de Casillas no quedó bien, pero fue así porque él quiso. El error mío es por haberlo consentido y por eso le llamé esa misma tarde, hablé con él, retrasó su salida y al día siguiente hicimos las cosas bien y se fue con otro sabor de boca», dijo el dirigente.
Cristiano tiene 33 años, pero quizá su situación sea distinta. El luso parece aún capaz de ofrecer buen fútbol, pero en los últimos tiempos, acosado por un proceso judicial por presunto fraude fiscal, se sentía maltratado por España y el Real Madrid no quiso retenerlo. Una vez más, un ídolo blanco deja el club de forma gris, con una simple nota de prensa. Quizá regrese por la puerta principal.
Por Ignacio Naya (dpa)