Hockenheim (Alemania), 29 jul (dpa) – Después de conseguir la cima del torneo por primera vez en la temporada, el apetito del británico Lewis Hamilton sigue insaciable y ahora pretende aguar la fiesta de su compañero de equipo, Nico Rosberg, en el Gran Premio de Alemania, que se correrá el domingo en el circuito de Hockenheim.
«Es muy importante para mí poder seguir en ascenso. Debo mantenerme en esa línea», aseguró el defensor del título, que ganó cinco de las últimas seis carreras y que gracias a su victoria de la semana pasada en Hungría alcanzó la cima del torneo.
Su intención es dar el golpe de gracia en Alemania, la casa de Rosberg, justo antes de la pausa de verano de la categoría.
Claro que el mensaje de Rosberg es totalmente opuesto. Dos años después de la victoria más emocional de su carrera, el alemán pretende que el circuito de Hockenheim sirva de motivación para recuperar el liderazgo en el torneo.
«Yo esperaba que Lewis devolviera el golpe. No esperaba nunca mantener 43 puntos de ventaja. Es algo que va y viene», señaló el alemán.
Sin embargo, la posibilidad de correr en casa es una circunstancia que Rosberg no quiere dejar pasar. «El entusiasmo de estar de vuelta en Alemania es absolutamente enorme», aseguró el piloto de 31 años, que se paseó en el circuito junto a su mujer.
Muy distinta fue la imagen que mostró Hamilton, que prefirió exhibir su nuevo tatuaje del rapero PS.
«Lewis es un megatalento natural, y lamentablemente siempre puede descansar sobre eso», dijo el alemán en un texto publicado ayer en el diario «Bild», antes del Gran Premio de Alemania del fin de semana.
«Da igual si viene de Nueva York, Barbados o Colorado, Lewis se monta en un coche y simplemente es rápido», añadió.
Toto Wolff, jefe de motores de Mercedes, ya conoce bien el juego. «Hace cuatro años que trabajamos juntos y es importante que cada uno de ellos se focalice en sus puntos fuertes», dijo el austríaco, que espera que Rosberg se recupere de su baja forma en las últimas carreras y vuelva a pelear con intensidad por el título.
Por Christian Hollmann y Jens Marx