Düsseldorf (Alemania), 12 sep (dpa) – Agua mineral, barras de cereales, productos de limpieza: los alemanes tienen cada vez más opciones de realizar una buena obra haciendo las compras.
Además de los productos de marca y de las marcas propias, cada vez son más los supermercados y droguerías en Alemania que ofrecen los llamados «productos sociales» de las marcas Share, Lemonaid o Charitea. Con la compra de estos productos, el consumidor está al mismo tiempo donando una ayuda para personas necesitadas.
«Uno compra al mismo tiempo la tranquilidad de la conciencia y señaliza: soy una buena persona», describe Martin Fassnacht, experto alemán en materia de comercio en la Escuela Superior de Economía WHU, el atractivo de este tipo de productos.
La marca Share, por ejemplo, vende desde hace seis meses agua mineral, jabón líquido y barras de cereales en los supermercados de las cadenas Rewe y dm. Según Sebastian Stricker, fundador de la start-up berlinesa, se vendieron ya casi cinco millones de unidades de estos productos.
«El principio es sencillo: por cada producto de la marca Share vendido se le ayuda con un producto o servicio equivalente a una persona en situación de emergencia», explica Stricker.
De esta manera fue posible financiar hasta ahora la construcción de 23 pozos de agua en países como Liberia, Senegal y Camboya, afirma Stricker. Además, se donaron y distribuyeron más de 300.000 jabones y más de 1,2 millones de raciones de comida. Estas donaciones se destinaron tanto a personas indigentes en Berlín como a países del Tercer Mundo o a refugiados en Bangladesh, detalló.
«Creemos que estos productos encajan en el espíritu de la época. Sobre todo los clientes jóvenes consumen de una manera conciente y tienen estrictamente en cuenta en el momento de comprar qué valores persigue o representa una empresa», señala el gerente de dm, la mayor cadena alemana de droguerías.
Pero Share no es la única marca que une consumo con una conciencia limpia. Las compañías de gaseosas y té fríos Lemonaid y Charitea (juegos de palabras que combinan «Limonade» o gaseosa con «aid» o ayuda y «Charity» o caridad con «tea» o té), presentes en el mercado ya desde hace algunos años, apuestan por el principio «beber ayuda». Cada botella es un pequeño aporte para un mundo mejor, prometen.
Estas bebidas son producidas con materias primas orgánicas de plantaciones que practican el comercio justo. Por cada botella vendida, la empresa dona 5 céntimos de euro a una organización de utilidad pública que fomenta proyectos de ayuda al desarrollo.
Hasta ahora se reunieron más de tres millones de euros para apoyar proyectos sociales en las regiones de cultivo, según datos proporcionados por Lemonaid.
«Son productos de nichos de mercado, pero que como tal marchan muy bien, también gracias al aspecto social», asegura un portavoz de la cadena de supermercados Rewe.
Fassnacht, conocedor del sector, opina que estos «productos sociales» tienen buenas posibilidades de éxito, también en el futuro. Si bien probablemente no se convertirán en productos de masas, estima que es un nicho de mercado en crecimiento. «El beneficio social es hoy para muchos clientes un criterio notablemente importante en el momento de la compra, mucho más que hace diez años», afirma Fassnacht. «Queremos consumir con la conciencia tranquila».