Liverpool, 28 abr (dpa) – El británico Alfie Evans murió esta madrugada tras una batalla judicial de sus padres por mantenerlo con vida ante la negativa de los médicos a seguir tratando su enfermedad no diagnosticada. El pequeño es parte de una tragedia mucho mayor: un niño de cinco años muere en el mundo cada seis segundos.
En su país, Reino Unido, cada año mueren más de 400 niños de entre uno y cuatro años, debido a enfermedades y accidentes mortales.
Sin embargo, su caso especial ha despertado la atención internacional por la baja mortalidad infantil que registran los países europeos en relación a otras regiones del mundo, así como por la disputa judicial entre los padres y los médicos por las medidas que lo mantenían con vida.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la infancia (Unicef), en 2016 cinco de cada 1.000 niños menores de cinco años murieron en Europa en 2016, frente a los 79 que mueren en el África subsahariana.
En los países industrializados, si los médicos no ven posibilidades de curación en el caso de enfermos graves, los padres pueden decidir llevar a su hijo a un lugar donde sea cuidado y atendido hasta su muerte y la familia puede recibir ayuda.