(dpa) – Los bloqueadores de la pubertad, utilizados en el tratamiento para suspender la producción de hormonas sexuales en el cuerpo de un adolescente, generan controversia.
Los opositores ven estos medicamentos como una moda peligrosa, mientras que los defensores los ven como una forma legítima de evitar el sufrimiento de los menores durante un etapa crítica de su desarrollo.
Las hormonas sexuales se utilizan en niños con diagnóstico de disforia de género, es decir, que sienten que su sexo biológico es incorrecto y sufren por ello.
Para los niños y adolescentes en esta situación, existe la posibilidad de posponer la pubertad. El objetivo es «darle más tiempo al paciente para tomar una decisión», explica Jakob Maske, portavoz de la asociación alemana de médicos pediatras y de adolescencia.
Los llamados análogos de la hormona liberadora de gonadotropopina (GnRH) son sustancias producidas sintéticamente, similares a las hormonas sexuales. Estas bloquean los sitios de unión de la GnRH del propio organismo e impiden así que los ovarios o los testículos produzcan las respectivas hormonas sexuales.
Si bien no hay cifras de prescripción de estos bloqueadores por parte de las farmacias y compañías de seguros médicos, la asociación germana señala que estos preparados se recetan «muy raramente» en Alemania.
Maske rechaza la recriminación de que los médicos recetan los bloqueadores de la pubertad con demasiada facilidad.
«Creo que se prescribe muy a conciencia. Esta decisión se toma en equipo con el niño, con los padres y con al menos dos médicos de distintas especialidades. No creo que se haga a la ligera», destaca el pediatra.
Recientemente, representantes del partido conservador germano CDU y de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) censuraron la información que figura en una página web del Ministerio Federal de Asuntos Familiares por ser muy poco crítica.
«Estos medicamentos dilatan tu pubertad. Esto significa que momentáneamente se frena tu desarrollo, como mujer o como hombre. Así tienes más tiempo para pensar en paz: ¿cuál es el cuerpo que me corresponde?», explica el portal del mencionado ministerio.
«¡No puede ser que el Gobierno alemán recomiende estos medicamentos como si fueran caramelos para la tos!», criticó la exministra de Agricultura germana Julia Klöckner.
Tras la ola de protestas, el Ministerio de Asuntos Familiares aclaró: «El Gobierno federal no recomienda tomar bloqueadores de la pubertad» y agrega que solo deben prescribirse «tras una cuidadosa indicación médica basada en directrices científicas por parte de especialistas médicos».
Maske subraya que los bloqueadores no están exentos de peligro. Un efecto secundario, por ejemplo, es que se inhibe el crecimiento. Si bien su efecto es reversible y cuando se dejan de tomar comienza la madurez sexual, «el crecimiento, sin embargo, puede ser irrecuperable», añade.
El experto resalta además que los fármacos también podrían afectar el estado de ánimo, la circulación y, sobre todo, la libido. Esto último es «contraproducente» si lo que se desea es que el niño acepte el sexo biológico tras un mayor periodo de reflexión. Si no hay interés sexual en el otro género, es más probable que el niño sienta la confirmación de que pertenece al sexo equivocado.
Que los adolescentes que interrumpieron su pubertad con medicamentos quieran mantener finalmente su sexo biológico parece ser la excepción.
Un estudio realizado en los Países Bajos y publicado en octubre en la revista científica «The Lancet Child & Adolescent Health Journal» señala que 704 de 720 adolescentes que habían sido prescriptos con bloqueadores de la pubertad tomaron hormonas que cambiaron su sexo en la edad adulta.
¿Sugiere esto entonces que los bloqueadores de la pubertad solo fueron prescriptos a quienes realmente los necesitaban? ¿O es posible que estos bloqueadores hayan allanado un camino que los niños no habrían tomado sin estos fármacos?
La autora principal del estudio neerlandés considera que los resultados son tranquilizadores. La gran mayoría sigue utilizando la terapia hormonal para adaptar su cuerpo al género, «lo que es tranquilizador en el contexto de la creciente preocupación pública por un posible arrepentimiento», escribe Marianne van der Loos, de la Universidad Libre de Ámsterdam.
En los Países Bajos existe desde finales de la década de 1990 un protocolo para tratar la disforia de género adolescente. Van der Loos explica que tras un «diagnóstico exhaustivo», los adolescentes reciben primero bloqueadores de la pubertad para ganar tiempo y evitarles el estrés. A partir de los 15 o 16 años, quienes aún quieran cambiar de sexo pueden iniciar un tratamiento hormonal permanente.
En otros países, como Estados Unidos o el Reino Unido, se está intentando restringir o prohibir el uso de bloqueadores de la pubertad y tratamientos hormonales a jóvenes menores de 18 años.
La publicación acota que los estudios a corto plazo «demostraron los efectos positivos del tratamiento de supresión de la pubertad en la salud mental y física de los adolescentes». Sin embargo, agrega que faltan datos a largo plazo.
Maske no tiene una opinión formada acerca de si la transición de género es una tema que está de moda o es que ahora más niños y jóvenes afectados se atreven a hacerlo público, en lugar de «vivir toda la vida en la piel equivocada».
El pediatra destaca que para él es más importante que «cada niño reciba un asesoramiento individual antes de empezar un tratamiento hormonal de reafirmación de género y luego debe ser supervisado y acompañado muy de cerca».
Por Sandra Trauner (dpa)