(dpa) – Bajo un cielo encapotado y una lluvia caprichosa que se dejaba caer de cuando en cuando y sin avisar, Berlín se despertó hoy con los nervios a flor de piel pendiente del resultado de dos carreras -las elecciones generales y el maratón- en las que todos los aspirantes esperan batir su mejor marca personal.
La capital alemana acudió hoy a su cita con las urnas sitiada por miles de corredores que hacían caso omiso de los carteles electorales que se iban encontrando a su paso y en los que una sonriente Angela Merkel pedía el voto para mantenerse como canciller.
Calles cortadas, parques cuyo acceso estaba bloqueado con muros de hormigón y estaciones de metro rebosantes conformaron el paisaje urbano de un domingo que, con aroma otoñal, se despedía oficialmente de la temporada de verano.
Poco después de las once de la mañana, cuando los colegios electorales ya llevaban tres horas abiertos, los primeros atletas traspasaron, sin pulverizar ningún récord, la línea de meta. Pero la carrera, para muchos, todavía no había llegado ni a su ecuador.
A las dos de la tarde, cuando se empiezan a conocer los primeros datos de participación en las regiones del país, en el kilómetro 39, ya en la recta final del maratón, una joven berlinesa se desgañita coreando el nombre de un familiar mientras sacude una pancarta que insufla ánimos.
«Ya lo he visto pasar en cuatro ocasiones, ahora ya a está a punto de llegar a meta», dice Fabienne. Ésta es la carrera que hoy más le preocupa, las elecciones para ella hoy pasan a un segundo plano.
«Ya voté hace días por correo y, la verdad es que me resultó fácil tomar la decisión. No quería dejar la votación para hoy, quería evitar cualquier tipo de estrés porque moverse hoy por la ciudad es muy complicado», añade.
En la acera de enfrente, apoyada sobre una bandera colombiana la periodista Olga Helena Fernández pregunta por los resultados. «¿Qué ha pasado con las elecciones? ¿Ya han salido los resultados?», inquiere.
«Merkel va a arrasar y ojalá que lo haga con la ultraderecha llamando a la puerta», apunta la colombiana sin dejar de grabar con su teléfono móvil la carrera, deseando que la amiga a la que ha venido a animar aparezca en cualquier momento.
Los gritos de ánimo y los tambores no decaen, los ánimos de muchos deportistas, sin embargo, empiezan a flaquear. Ven que el final está cerca pero las piernas ya no responden. En pocos minutos comprobarán si se han cumplido sus expectativas y si, por el camino, no han defraudado a quienes han depositado su confianza en ellos.
Una sensación que seguramente se parezca a la que tengan muchos políticos hoy en Alemania cuando a las 18 horas cierren los colegios electorales y se conozcan los primeros resultados. Para los corredores que van vestidos con traje (y corbata) también acabará una jornada maratoniana.
Por María Prieto