(dpa) – El viaje hacia el norte de California inicia con un icono: se trata del puente Golden Gate Bridge, construido en 1937 y que une la ciudad de San Francisco con el condado Marin County al otro lado de la bahía. Su vista es siempre un acontecimiento, incluso para quienes visitan asiduamente los Estados Unidos.
La primera parada invita a sacar fotos con el puente y el «skyline». Una vez de regreso en el auto, toca atravesar un túnel en la Highway 101, que aquí transcurre junto a la Highway 1 hasta que los dos tramos se bifurcan en la salida en dirección a Stinson Beach. Entonces se continúa por la Highway 1 en dirección al Pacífico.
Al rato se comprende qué implica esta experiencia: la ruta está llena de curvas y se mantiene así. En parte lleva directamente a lo largo de la costa escarpada. Las numerosas curvas requieren de concentración.
«Hay que tomarse tiempo para estos caminos», dice Jeff Weiss, portavoz del Departamento de Transporte de California (Caltrans). Añade que, si bien es espectacular, también es una vía muy expuesta en varios tramos. Esto hace que cuando hay tormentas y llueve mucho se desprendan y pierdan partes de la ruta.
En algunos lugares la carretera fue incluso desplazada hacia el interior. «La erosión provocada por la lluvia y el viento amenaza la carretera desde arriba, mientras que las olas y la subida del nivel del mar la amenazan desde abajo», explica Weiss acerca del proyecto Gleason Beach, entre Bodega Bay y el río Russian River, donde actualmente se está alejando un tramo de media milla de la carretera a hasta 120 metros de la costa a un costo de 26 millones de dólares.
Pero mientras la Highway 1 siga donde está, los viajeros pueden disfrutar de los numerosos «vista points» a lo largo de la ruta. Altos acantilados surgen desde el Pacífico, y en las playas de arena blanca y negra las focas descansan al sol.
El sueño de un mundo mejor en Sea Ranch
La próxima parada es Sea Ranch. Esta localidad surgió en los años 60, en el medio de la nada, entre el bosque tupido y las montañas, por un lado, y las olas del Pacífico del otro. Sobre el acantilado se alzan llamativas casas de madera.
Durante la pandemia de coronavirus, muchas personas se mudaron de las grandes ciudades a esta parte más plácida de California, según cuenta el artista y galerista Maynard Hale Lyndon. Su hermano Donlyn fue uno de los arquitectos de este proyecto, que el diario «The New York Times» describió como una utopía moderna en California y que hace unos 60 años no buscaba menos que cambiar el mundo a través de una arquitectura que le dejara espacio a la naturaleza.
También Michael Stusser tuvo hace algunas décadas una gran idea. «Queríamos crear un lugar completamente nuevo», dice. Un lugar para sentirse bien, de «wellness», un concepto que ni siquiera existía por ese entonces. La obra de su vida, «Osmosis», se emplaza en la Bohemian Highway. Para llegar allí hay que salir de Valley Ford y tomar la Highway 1.
Stusser vivió muchos años en Japón e importó algunas ideas de Lejano Oriente a California. Creó lo que hoy en día se llama «retreat» (retiro): un lugar con un bosque de bambú, un jardín feng-shui con un estanque con carpas koi y una casita para recibir tratamientos en medio del bosque. Sin embargo, su oferta más codiciada es un gran cubículo de madera.
Esta creación, que Stusser se atribuye con orgullo, se llama «Cedar Enzyme Bath». Se trata de un cubículo de madera en el que los invitados se sumergen en una mezcla tibia de madera de cedro molida y afrecho de arroz. Las encimas resultantes de su fermentación sirven al parecer para paliar distintas afecciones y son buenas para la piel. Sea como sea, el baño huele bien y es bien calentito.
La carretera de las ballenas
A lo largo de la costa californiana hay también otra carretera, pero esta se encuentra en el Pacífico. Allí, varias especies de grandes ballenas nadan de norte a sur y luego de regreso. Van de Alaska a México y Hawaii, para parir allí a sus crías. Luego regresan a Alaska para atiborrarse durante el verano. Especialmente en primavera, las ballenas grises nadan en ambas direcciones.
«En realidad vemos ballenas todos los días cuando salimos», señala el capitán Tim Gillespie, quien se lanza al mar desde Fort Bragg con su bote pesquero «Sea Hawk». No es un viaje para personas impresionables: la salida del puerto hacia el Pacífico es estrecha y las aguas se mueven mucho. Sin embargo, los nervios se pasan enseguida cuando se ven los primeros chorros de agua lanzados por las ballenas hacia el cielo.
La carretera de los árboles gigantes
Cuanto más hacia el norte se dirige la Highway 1, más distintivos comienzan a ser los árboles típicos de la región. A lo largo de la Avenue of the Giants, una carretera que atraviesa el bosque de secuoyas rojas del Parque Nacional Redwood, suele haber bastante silencio. Solo se escucha el viento. Las Sequoia sempervirens, como se llaman estos árboles gigantes en el mundo de la botánica, se alzan hacia el cielo. Y, cada tanto, una de sus ramas cae sobre la carretera.
«La naturaleza hace lo que quiere aquí», afirma Justin Legge. «Sin embargo, ya no sucede tanto», añade el guía. Suele pasar sus días viajando por esta avenida que recorre el bosque. Por lo general, lo hace con habitantes de las ciudades estresados que buscan relajarse dándose un «baño de bosque».
Haber llegado a la Avenue of the Giants significa que se llegó al final de la Highway 1. Treinta millas antes, en la población de Leggett, hay que volver a tomar la Highway 101.
Información: Highway 1
La Highway 1 va de Dana Point, cerca de Los Angeles, hasta Leggett, en Mendocino County, donde se convierte en la Highway 101. Del Golden Gate Bridge hasta el paso a Oregon son 418 millas o 673 kilómetros.
Mejor época para viajar: California es un destino que se puede visitar durante todo el año.
Informaciones: www.visitcalifornia.com
Por Verena Wolff (dpa