Damasco (dpa) – La vieja motocicleta traquetea a su paso entre las ruinas. Los tejados de muchas de las casas se han derrumbado, los muros y paredes están destrozados, los escombros cubren el suelo de las habitaciones vacías y hay restos de ladrillos esparcidos por los jardines. Casi a diario los aviones de combate sirios bombardean la provincia de Idlib. Hace algo más de un año, Sakar al Hassan (nombre ficticio) vivía aún en un suburbio de Bonn, en el oeste de Alemania. Aunque podía haberse quedado allí, decidió regresar voluntariamente a Siria, su patria.
Unos 780.000 sirios huyeron a Alemania en los últimos años. La devastadora guerra dura ya más de ocho años. Las tropas del presidente Baschar al Assad han recuperado el control de muchas zonas. Sólo la provincia de Idlib, a la que regresó Sakar al Hassan, sigue estando en gran medida bajo el control de rebeldes islamistas. Un «asunto familiar urgente» fue lo que llevó a Al Hasssan a abandonar la seguridad que tenía en Alemania.
Al igual que él, casi 800 sirios regresaron a su patria en los últimos dos años y medio con el apoyo financiero de Alemania. Las familias que deciden regresar reciben hasta 3.500 euros en concepto de ayuda, más los gastos de viaje. A menudo, los refugiados toman la decisión de repatriarse tras contactar con familiares y «sin injerencia en la toma de decisión por parte de las autoridades federales o regionales», explica una portavoz de la Oficina Federal de Migración y Refugiados.
La organización germana de derechos humanos Medico International califica al apoyo financiero proporcionado por Alemania para el retorno de refugiados a Siria de «ayuda para la muerte». «Es absolutamente vergonzoso que ni el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados ni las organizaciones internacionales para la migración promuevan todavía el retorno voluntario a Siria pero que sí lo haga el Gobierno alemán», enfatiza Till Küster, coordinador de Medico International para Cercano Oriente.
También es cierto que hay sirios que huyeron del Estado Islámico y que quieren regresar a su país ahora que la milicia terrorista ha sido derrotada. «Quizá algunos pequen de optimismo y piensen: ‘no he hecho nada malo, no tengo nada que temer si retorno'», explica Küster. Sin embargo, a la organización Medico International le constan tres casos de personas que desaparecieron o bien fueron interrogadas y arrestadas a su regreso. «Continuar incentivando el retorno es como mínimo políticamente negligente», agrega.
La Oficina Federal de Migración y Refugiados señala que la ayuda al retorno permite reaccionar de forma flexible a la «situación individual de los interesados en repatriarse». Por su parte, el Gobierno germano declaró el pasado mes de abril, en respuesta a una pregunta de Los Verdes, que compartía la opinión de que las condiciones para el regreso de los refugiados sirios no se cumplían debido a los riesgos para la seguridad todavía existentes. La Conferencia de Ministros del Interior de los estados alemanes también extendió recientemente la prohibición de las expulsiones a Siria.
Por su parte, los dirigentes sirios han dejado claro en repetidas ocasiones que no todos los repatriados serán recibidos con los brazos abiertos. Así lo reflejan las declaraciones del jefe de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea, Jamil Hassan, quién aseguró que en la lista de personas buscadas por el régimen se encuentran los nombres de tres millones de refugiados sirios.
Según cifras de la ONU, más de 5,6 millones de personas huyeron de Siria en los últimos años, la mayoría de ellas a los países vecinos Turquía y El Líbano. Casi 173.000 retornaron a su patria por sus propios medios. Es probable que los programas alemanes de ayuda al retorno contribuyan a acelerar la decisión de los refugiados a regresar. Otro motivo puede ser que tengan algún problema con la administración germana.
«Durante un año y medio intenté traer a mi mujer y a mi hijo a Alemania», dice Rami Mohammed. «Pero el proceso se complicó y retrasó, así que decidí volver». Mohammed dejó Giessen, en el centro de Alemania, para regresar a un suburbio de Damasco.
Los asesores alemanes para el retorno suelen escuchar motivos similares entre los refugiados que piensan en repatriarse. Es probable que cualquier persona que no haya encontrado trabajo o aprendido el idioma o que tenga que cuidar a familiares enfermos en Siria quiera regresar. Una de las razones más frecuentes que aducen los refugiados es que sienten nostalgia, explican asesores que trabajan en Berlín.
Sakar al Hassan regresó a Idlib y hoy lamenta su decisión. No tiene empleo fijo y trabaja a tiempo parcial en una granja avícola. La zona sufre continuamente ataques aéreos. La mayoría de sus parientes huyeron. Dice que espera sobrevivir a los bombardeos y añade: «Me arrepiento cada minuto de haber vuelto».
Por Johannes Schmitt-Tegge y Simon Kremer (dpa)