Berlín (Alemania), 6 ago (dpa) – Para hablar con su hijo antes de que entre a la escuela, Priyaraj Prabha tiene que despertarse a las 4 de la mañana. Esa es la hora en donde vive y trabaja, en la ciudad alemana de Homburg, pero son las 7 en el estado de Kerala, en India, donde vive su familia.
La mujer, de 35 años, llama tan temprano a su hijo de 8 solo en ocasiones especiales, como cuando tiene una prueba difícil en la escuela, por ejemplo. Sin embargo, levantarse temprano es parte de la rutina de Prahba, una de las 270.000 enfermeras y enfermeros extranjeros que trabajan en Alemania.
Prabha trabajó durante ocho años como enfermera hasta que se enteró por una amiga de la posibilidad de irse a Alemania a través de un programa estatal germano («Triple Win»). Con esta iniciativa, la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) busca enfermeros formados en países que no pertenecen a la Unión Europea (UE) para trabajar en clínicas e instituciones de cuidado alemanas.
A causa del envejecimiento de la sociedad, la Oficina Federal de Estadística prevé un déficit de entre 280.000 y 690.000 cuidadores de personas para 2049.
Según la Agencia de Trabajo de Alemania, el crecimiento del empleo en el sector de los cuidados en los últimos diez años se debió mayormente a los extranjeros y, desde 2022, ya solo a los extranjeros. También llama la atención que la mayoría de ellos proceden ahora de países que no forman parte de la UE. En 2018, esto todavía aplicaba a alrededor de la mitad de los cuidadores extranjeros sujetos a cotizaciones a la seguridad social, y en 2023 a casi dos tercios.
Christian Müller, jefe de recursos humanos del Hospital Universitario del Sarre, en Homburg, y empleador de Prabha, señala que el mercado en la UE está bajo tensiones. Hace unos años, el hospital también se dio cuenta de que parte del personal de enfermería de la UE no quería vivir en Alemania a largo plazo.
El caso de Prabha es distinto, al igual que el de muchos de sus colegas de países como India o México. «Trabajar en un país europeo era mi sueño», afirma.
Está en Alemania desde mediados de marzo y comenta que en su país, los enfermeros deben ocuparse de muchas más cosas y más pacientes. Dice que en Alemania tiene más tiempo y menos estrés. «Podemos atender mejor a los pacientes», asegura.
Antes de llegar al país europeo, tuvo que superar el obstáculo más difícil: aprobar los cursos de alemán. Pero el idioma no es el único desafío. En muchas ciudades es difícil conseguir vivienda, según explica Müller. Sin embargo, en el marco del programa «Triple Win», los empleadores se comprometen a conseguir una vivienda para quienes llegan del extranjero.
Los cuidadores como Prabha también tienen que cumplir ahora menos requisitos para traer a sus cónyuges e hijos menores a vivir con ellos en Alemania. Actualmente es posible hacerlo sin tener que demostrar que se dispone de espacio suficiente o que el cónyugue domina el idioma. Los requisitos son un procedimiento de reconocimiento finalizado, permiso de residencia, y medios de vida seguros para ellos y sus hijos.
Prabha aún no es considerada enfermera cualificada en Alemania. Además de un examen de lengua alemana del nivel B2, esta mujer india aún tiene que superar un examen de sus conocimientos de enfermería antes de que se la reconozca como tal.
Esta no es su primera experiencia en el extranjero, lejos de su marido y su hijo en la India. Prabha ya había trabajado antes en Arabia Saudí. Pero esto se acabó a los dos años. «Lo dejé porque quería estar con mi familia», cuenta. Allí no iba a poder permitirse llevar a su familia a vivir con ella. Debido a su salario en Alemania, cree que ahora las cosas podrían ser diferentes.
Por Franziska Spiecker (dpa)