(dpa) – Basta un momento de aburrimiento para que el primer reflejo sea recurrir al móvil. El smartphone no solo es una pérdida de tiempo, sino que también tiene un efecto negativo en nuestra concentración y atención.
Pero, ¿cómo exactamente? y ¿cómo recuperar la capacidad de concentración? Martin Korte, catedrático de Neurobiología de una universidad alemana, se dedica a estudiar cuestiones relacionadas con el uso del teléfono móvil: «Ponemos al cerebro en un estado permanente de alerta prestando siempre atención a vibraciones y señales», señala, y añade que nuestra capacidad de concentración no disminuye en general, pero que la atención se divide.
«El cerebro solo tiene capacidades limitadas», afirma la psicóloga Franziska Weiss, asistente de investigación en la Universidad Técnica de Dresde. En una fase temprana del proceso de percepción, el cerebro selecciona qué estímulos se procesarán más adelante. Y a menudo, este estímulo es el «pling» de nuestro smartphone. Como resultado, nuestra atención salta y nos acostumbramos a interrumpir la tarea que estamos realizando.
«Una vez distraídos, nuestra atención se centra en los mensajes de WhatsApp, Instagram y Facebook o en vídeos de Tiktok», explica Martin Korte, y añade: «Todo está diseñado de tal manera que siempre se está buscando la siguiente notificación».
El resultado: por término medio estadístico, se tarda unos 9,5 minutos en volver a la tarea que se estaba realizando. «Eso significa que, sencillamente, se pierde mucho tiempo para poder volver a trabajar con la máxima eficacia», afirma Korte, autor de un libro sobre el tema sobreestimulación digital.
Si se consulta constantemente el móvil, también aumenta el riesgo de cometer errores o de que sucedan accidentes. «Si se utiliza el smartphone mientras se camina o se conduce, se ralentizan los tiempos de reacción», afirma Franziska Weiss. Con todos los riesgos que esta falta de concentración implica.
Martin Korte explica: «A diferencia de otras actividades, el uso del móvil absorbe más recursos cognitivos». La radio de fondo, las llamadas telefónicas o las conversaciones distraen menos que el smartphone.
Ni siquiera es necesario que el móvil se utilice activamente. «Las investigaciones han demostrado que la mera presencia de un smartphone en la habitación puede afectar a la memoria de trabajo», afirma Franziska Weiss. Con el término «memoria de trabajo», los científicos se refieren al almacenamiento temporal de información, también conocido como memoria a corto plazo.
«En este caso, al parecer, una parte de las células nerviosas es movilizada para evitar el impulso de encender el móvil», señala Martin Korte.
¿En qué momento el uso del smartphone se convierte en un problema grave? La adicción a las redes sociales o al teléfono móvil no es una enfermedad mental reconocida. «Todavía no se ha encontrado un criterio claro con el que podamos medir el uso excesivo de smartphones», afirma Weiss.
Los efectos negativos no dependen únicamente del tiempo de consumo, sino también de los contenidos. «Algunas funciones del smartphone tienen más potencial adictivo que otras», asevera Weiss, y añade que las redes sociales y los juegos de ordenador, por ejemplo, son más críticos que leer las noticias.
Un signo importante de comportamiento de uso problemático es el aumento del ansia por el móvil. «Los intentos fallidos de reducir el uso y las dificultades en la vida cotidiana, hasta el uso en situaciones de riesgo, son problemáticos», afirma Weiss.
Por ese motivo se recomienda limitar el tiempo de pantalla, sobre todo en el caso de los niños. «No hay que prohibirlo, ya que los niños deben adquirir sus propias experiencias», señala Martin Korte. «Pero es importante que también tengan tiempo para otras cosas», añade. Este es también un punto crucial para Franziska Weiss: «El smartphone no debe sustituir el tiempo dedicado a hacer deporte o a estar con los amigos».
Además, pasar demasiado tiempo delante de la pantalla también afecta al desarrollo del cerebro. «Se han demostrado correlaciones significativas entre el uso excesivo y los problemas de comportamiento», afirma Weiss. Dificultades para relacionarse con los compañeros y la hiperactividad son, según la experta, algunos de los indicios a tener en cuenta.
«Cuando los niños en edad escolar primaria ya pasan varias horas al día delante de una pantalla, se observan retrasos en el desarrollo de las áreas lingüísticas. Eso significa que estos niños hablan y entienden menos palabras», explica Korte.
Por lo tanto, las familias deben introducir rituales, como que los medios digitales sean tabú a la hora de comer. Aquí es donde los adultos, sobre todo, deben ser buenos modelos a seguir.
¿Y qué ayuda a los adultos a limitar su tiempo con el smartphone? Los expertos aconsejan un enfoque consciente en lugar de una renuncia total. «El ser humano es un animal de costumbres y los cambios tardan en producirse. Hay que ser persistente», enfatiza Weiss.
Martin Korte aconseja distinguir más entre tiempo online y offline. «Eso significa pasar el tiempo online de forma consciente y atenta», explica el experto, y aconseja planificar unas horas al día sin Internet.
Una vez atrapado en el túnel del smartphone, hay estrategias propias que pueden ayudar. «En situaciones en las que uno querría dejar de usar el móvil pero no puede, se necesita un ritual», señala Weiss, y explica que esto puede ser un paseo al aire libre o hacer deporte. «Todo esto ayuda a regular el estrés que quizá se haya intentado compensar usando el smartphone», precisa la psicóloga.
De todas formas, la abstinencia total es inconcebible en los tiempos que corren. «El mundo online es tan importante como el offline. Lo que no funciona es mezclarlos», puntualiza Korte.
Por Pauline Jürgens (dpa)