Núremberg (Alemania), 17 dic (dpa) – El futbolista argentino Javier Pinola recibió ayer un emotivo homenaje al ser bautizada una tribuna del estadio del Núremberg alemán con su nombre.
«Es un honor. Nunca pensé que me fuera a pasar algo así cuando llegué aquí», dijo el lateral izquierdo, que alcanzó el estatus de figura de culto en el club del sur alemán, para el que jugó diez años, entre 2005 y 2015.
La ceremonia de bautismo de la grada número 31 fue celebrada antes del comienzo del choque de octavos de final de la Copa Alemana entre el Núremberg y el Hertha Berlín. Pinola viajó expresamente para la ocasión acompañado por su hijo Luciano, de nueve años.
A su llegada a Alemania, el actual jugador de Rosario Central, de 32 años, confesó que le gustaría volver a vivir en Alemania, adonde llegó procedente del Racing argentino.
«Mi mujer nos preguntó si volvíamos a Argentina», dijo en declaraciones que publicó ayer el rotativo «Bild».
«Núremberg es mi patria chica. Me puedo imaginar viviendo aquí definitivamente tras mi carrera. Ahora vinimos solo por una semana, para ver a amigos y arreglar un par de asuntos de mi casa», contó.
Asimismo dijo que permanecerá en Rosario Central «seguramente los próximos seis meses» para disputar con el equipo la Copa Libertadores.
«Allá todos me conocen y me respetan y le prometí al entrenador que seguiría pese a ofertas de equipos más grandes. Central quiere prorrogar por dos años. Pero todavía es demasiado temprano», comentó.
Pinola disputó 416 partidos para el equipo alemán, con el que conquistó una Copa en 2007. En 2008, cuando el club descendió a segunda, miles de hinchas lanzaron la campaña «Pinola debe quedarse» para retener al jugador oriundo de Buenos Aires. En 2009, el equipo regresó a primera de la mano de «Pino», como lo llaman cariñosamente los aficionados.