(dpa) – Cuando la exgimnasta alemana Kim Bui entrena hoy en día a jóvenes atletas, la preparación no se limita únicamente a la parte deportiva.
La entrenadora también quiere hacer hincapié sobre un tema que sigue siendo tabú en el deporte de competición. «Cuando tenía 15 años, empecé a vomitar. Tenía que sacar todo de mi cuerpo, no podía engordar», cuenta. En un documental de la televisión alemana ARD, Bui revela una serie de detalles sobre la bulimia que sufrió en sus años de competencia.
La exdeportista, de 34 años, no es la única que salió a contar su historia. El piloto finlandés de Fórmula 1 Valtteri Bottas, la tenista francesa Caroline Garcia y la atleta suiza Lena Häcki-Groß también hicieron público recientemente que estaban afectados por trastornos alimentarios.
«Los entrenamientos me enfermaron física y mentalmente», confesó Bottas en la televisión finlandesa. Dijo que en aquella época comía principalmente brócoli. «Se me fue de las manos y se convirtió en una adicción», señaló.
«Los atletas que practican deporte de competición tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos alimentarios«, declaró a dpa el médico deportólogo germano Wilhelm Bloch.
Según el especialista, entre el diez y el veinte por ciento de todos los atletas se ven afectados. Los deportes en los que el peso y la estética desempeñan un papel importante, como la gimnasia rítmica, los saltos de esquí o los deportes de resistencia como las carreras de fondo, son especialmente susceptibles.
El debate sobre los trastornos alimentarios en los deportes de alto rendimiento no es nuevo. Hace unos 20 años, las imágenes del demacrado saltador de esquí alemán Sven Hannawald provocaron discusiones. «Tenía que ser así, porque en mi opinión, el peso era la receta del éxito», apunta hoy el exatleta.
Por su parte, la Federación Mundial de Esquí introdujo en 2004 una norma sobre el índice de masa corporal (IMC). Un IMC demasiado bajo, que se calcula a partir del peso y la altura, conlleva un acortamiento de la longitud de los esquís.
«Me gustaría que más deportes prestaran atención a esto e introdujeran también ciertos límites de peso», destaca Bloch. «Pero no en todos los deportes es tan fácil, como en el salto de esquí con la longitud del esquí. En el atletismo ya resulta mucho más difícil», agrega.
Bloch comenta que sobre todo en el atletismo se está viendo una tendencia de atletas cada vez más delgados.
«Cuando los atletas entran en una competición con un IMC de 15 o 16, se trata de un número crítico, y, a largo plazo, representa un peligro para su salud», explica el científico de la Escuela Superior de Deportes de Alemania de Colonia. El cuadro clínico detrás de esto es la «anorexia atlética».
«La anorexia atlética se define por el hecho de que ingiero muy poca energía, el cuerpo va perdiendo masa y entonces llego a un nivel crítico en cuanto a mi masa corporal para poder rendir mejor», detalla Bloch.
Perder peso para alcanzar el máximo rendimiento atlético puede tener consecuencias duraderas: la ausencia de menstruación debido a un equilibrio hormonal alterado, problemas con los huesos, más riesgo de sufrir osteoporosis y una mayor susceptibilidad a las lesiones. Pero también problemas gastrointestinales o daños orgánicos e incluso depresión. Por eso es tan importante educar a atletas y entrenadores sobre los trastornos alimentarios, subraya Bloch.
La Confederación Alemana de Deportes Olímpicos (DOSB), por ejemplo, quiere contribuir para reducir el número de casos. «Como organización paraguas, tenemos que volar muy alto, lo que significa que tenemos que elevar el nivel de conocimientos en todo el sistema y ayudar a mejorar la cooperación en las redes», dijo Birte Steven-Vitense, jefa de gestión sanitaria de la DOSB.
La experta destaca que las conferencias dirigidas a médicos deportólogos, nutricionistas y entrenadores, pero también al personal directivo, tienen por objeto educar a la población sobre los trastornos alimentarios.
En su momento, Kim Bui también recibió ayuda por parte de un entrenador, que notó un cambio en el comportamiento de su pupila y le dijo que buscara ayuda. «Fue duro, pero también aliviador», dijo Bui, que se sometió a un tratamiento.
La DOSB quiere detectar los problemas en una fase temprana durante los exámenes médicos anuales obligatorios para todos los atletas que integran una selección. La confederación cuenta con 27 centros médicos en todo el país.
«El sistema existe desde hace muchos años y sirve para mantener sanos a los deportistas», explica el psicólogo Steven-Vitense. Aunque la sospecha de un trastorno alimentario no siempre conduce directamente a la incapacidad para practicar deporte, en todos los casos se deriva al deportista a personal especializado, agrega.
Incluso los mejores sistemas y nuestro trabajo nunca podrán prevenir al cien por ciento los trastornos alimentarios. Pero mediante enfoques preventivos y medidas de formación, podemos concientizar a todos los niveles y, con suerte, reducir el número de casos», afirmó Steven-Vitense.
Los nuevos descubrimientos científicos también deben incorporarse al trabajo. En la actualidad, el DOSB de la ciudad de Tubinga, en el sur de Alemania, utiliza cuestionarios sobre nutrición en los controles de los atletas. Los resultados que se obtengan ayudarán a abordar en el futuro los trastornos alimentarios relacionados al deporte de alta competición.
Por Jana Glose (dpa)