Estamos en alerta, y numerosas ciudades y pueblos españoles se están blindando buscando la máxima seguridad. ‘Comando Actualidad’ será testigo directo esta semana del trabajo de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en los lugares con mucho tránsito y donde se producen grandes aglomeraciones. Hay más maceteros, más bolardos y más policía. ‘Alerta 4’, este lunes, en ‘Comando Actualidad’.
En los almacenes de la empresa de Josep hay pilonas, bancos de piedra, papeleras gigantes, maceteros de hormigón. Es una de las principales empresas que fabrica en España mobiliario urbano. Los nuevos bolardos pueden parar un camión en marcha de siete toneladas. La factoría no para: ha pasado de instalar 50 pilonas cada dos meses a colocar 600 en el mismo tiempo. Sus principales clientes son ayuntamientos de pueblos y ciudades. Josep nunca pensó que la venta de mobiliario urbano se multiplicara exponencialmente.
La primera en colocar grandes maceteros en sus calles ha sido Madrid. Francisco sirve cervezas, pinchos y vinos; sortea turistas, mesas y sillas. Es camarero en una de las terrazas más concurridas y vigiladas de España: la Plaza Mayor. Una mañana de miércoles sirve cientos de cervezas a las decenas de hinchas británicos que se acercan al centro de la capital. Decenas de policías antidisturbios se han apostado en puntos estratégicos de la plaza y en las calles de alrededor. Van a pie y en patrullas móviles. Siguen el recorrido de los hinchas en todo momento. Quieren evitar que se repitan los mismos altercados que acabaron con 13 heridos en abril, en otra mañana de hooligans en el centro de Madrid.
Mil kilos pesa el bloque de hormigón que desciende para posarse lentamente en una de las calles de Logroño. Es uno de los cien obstáculos repartidos por el centro de la ciudad riojana por la que pasarán decenas de miles de personas en un fin de semana. Doscientos agentes de la policía local patrullan las calles de la ciudad convertida en un búnker antes de que Cristian y Natalia disparen el cohete anunciador de las fiestas de San Mateo. Grupos de adolescentes, familias con niños, adultos, una riada de miles de personas quiere entrar en la plaza del ayuntamiento. No está permitido entrar con botellas ni beber alcohol. Suena el cohete y la plaza estalla. Los equipos de emergencia trabajan a destajo; hay desmayos e intoxicaciones etílicas de menores que han acudido a la fiesta solos. ¿Cómo se garantiza la seguridad en las grandes aglomeraciones?
No hay respiro en la cocina de Vicentina. El ternasco, la caldereta, la carne con patatas y la careta de cerdo bullen en las ollas como bullen las calles de Alcañíz, su pueblo. Ciento veinte mil personas han llegado a la localidad aragonesa a disfrutar del acontecimiento del año. No hay ni un solo apartamento libre y los bares están repletos. Medio millar de guardias civiles patrullan por a pie, en helicóptero o a caballo el centro y las entradas de la localidad.