Crotona, Italia (dpa) – Antonio, de 23 años, al igual que muchos jóvenes del económicamente deprimido sur de Italia, no tiene un trabajo estable y las perspectivas de encontrar uno son escasas. En cambio, está considerando una nueva vida en Alemania.
«Sinceramente, para conseguir aquí un trabajo tienes que tener mucha suerte o contar con amigos importantes», asegura a dpa desde Crotona, su ciudad natal y una de las localidades más afectadas por el desempleo juvenil en Calabria, la región italiana más pobre y centro de la organización delictiva ‘Ndrangheta.
Desde 2014 hay una salida para jóvenes crotonenses como Antonio: Cursos baratos de alemán impartidos por Amici del Tedesco (Amigos del Alemán), un centro comunitario germanófilo que les brinda la oportunidad de acceder a puestos en Alemania como enfermeros de nivel básico o conductores de ambulancia.
«Se puede ganar entre 1.400 y 1.500 euros (entre 1.600 y 1.700 dólares) al mes como conductor de ambulancia y entre 1.700 y 1.800 euros como enfermero. No es para hacerse rico pero es un trabajo decente», explica a dpa Frank Panschar, uno de los impulsores de la iniciativa.
Panschar es un ejecutivo de la Cruz Roja de la ciudad alemana de Maguncia que tiene como trabajo extra reclutar a trabajadores sanitarios extranjeros. Para ello fundó una compañía: Dr. Sauder, que opera en Albania y Brasil además de en Italia.
Junto a un par de compañeros de trabajo, Panschar pasó recientemente un fin de semana en Crotona entrevistando a posibles candidatos. Antonio era una de las siete personas -en su mayoría entre 20 y 30 años- que ese sábado por la mañana estaba pensando en trasladarse a Alemania.
La oferta: Un curso de idiomas de seis meses para alcanzar el nivel B1 de alemán, seguido de tres meses de formación médica y prácticas, primero en Italia y luego en Alemania para obtener un título alemán de personal paramédico.
Una vez terminadas las prácticas, los candidatos obtienen un puesto en un hospital o en un geriátrico alemán -trabajo que deben conservar durante al menos dos años-. Según Panschar, unos 150 crotonenses emigraron ya a Alemania con este programa.
A su juicio, es necesario buscar médicos, enfermeras y paramédicos en el extranjero por la ausencia de ellos en el país germano: «No es una mera escasez, es una catástrofe». Y admite que la situación se debe, en parte, a que el trabajo en el sector «es duro y no está muy bien pagado».
Alemania, la economía más fuerte de la Unión Europea, sufre un envejecimiento demográfico y su sector sanitario privado lleva tiempo luchando contra la escasez de personal cualificado. En febrero de este año quedaban 784.000 vacantes de empleo por cubrir.
La Agencia Federal de Empleo de Alemania destaca que la salud y asistencia sanitaria es un área particularmente necesitada de trabajadores. Los estudios muestran que la proporción de trabajadores extranjeros -sobre todo intracomunitarios- en el sector está creciendo.
Por su parte, Italia entró en recesión el pasado año, la tercera en diez años. El Fondo Monetario Internacional (FMI) informó en febrero que la emigración del país -unas 160.000 personas al año- es casi tan alta como hace cinco décadas.
Giuseppe, de 30 años, es un crotonés que se matriculó en el curso de Dr. Sauder el pasado año y está a punto de trasladarse a Alemania en los próximos meses. Es una excepción, en el sentido de que deja atrás un puesto estable, pero dice que trabajar en un «call center» (centro de llamadas) no es demasiado divertido.
«Seguro que echo de menos la comida de mi madre pero, a parte de eso, no me preocupa nada más», dice con una sonrisa. «He visto a mucha gente irse antes que yo en búsqueda de un futuro mejor y de un crecimiento personal: Desde compañeros de colegio a un vecino o a una ex novia».
Para aquéllos como Giuseppe o Antonio, los «subsidios de ciudadanía» que el Gobierno populista italiano prevé conceder a pobres y desempleados no son un incentivo para quedarse.
«Prefiero remangarme y trabajar», dice Antonio. «Para ser sincero me daría vergüenza solicitar uno de esos subsidios».
Según Panschar, «cuanto más al sur, más gente quiere irse fuera de Italia para conseguir un trabajo». Aquéllos que se van, señala, normalmente no tienen problemas en establecerse en Alemania una vez superada la barrera del idioma.
Los estereotipos culturales también pueden ser un obstáculo. Panschar bromea diciendo que en ocasiones le preguntan si en Alemania se bebe cerveza a todas horas pero sostiene que la integración es fácil en un país que cuenta ya con una considerable comunidad inmigrante calabresa.
Mientras que los italianos que trabajaron en las fábricas de Alemania Occidental en las décadas de los 50 y los 60 se enfrentaron a un ambiente en gran medida hostil, ahora «los alemanes son bastante amigables» con los recién llegados del sur de Italia, opina Panschar.
A modo de ejemplo, Panschar dice que un italiano puede ser recibido con comentarios del tipo: ¡Oh, un buen tipo católico!
«Si hubiese trabajo aquí jamás cambiaría Crotona por Alemania», asegura Patrizia, de 35 años quien ya tiene experiencia migratoria. Regresó de Londres, dónde encontró el coste de vida demasiado caro y piensa que quizá Alemania sea más asequible.
«Tenemos que emigrar porque desgraciadamente Crotona no ofrece un futuro».
Por Alvise Armellini (dpa)