Edimburgo, 19 sep (dpa) – Los escoceses han dicho «no». Y en muchas capitales europeas respiran aliviados. En el referéndum para decidir la independencia de Escocia, los escoceses se han manifestado por mayoría a favor de seguir formando parte del Reino Unido, al que se sumó hace más de 300 años, junto con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.
El primer ministro escocés, Alex Salmond, reconoció su derrota. Ahora sabemos que una mayoría se opone y «acepto la decisión del pueblo, de que en este momento no debe haber una indpenendencia», dijo en la mañana del viernes ante sus seguidores.
Sobre las 6:10 de la mañana local (5:10 GMT) la decisión estaba clara. Reino Unido seguirá unido, toda una buena noticia para el primer ministro, David Cameron, que también respiraba aliviado. «Se me habría roto el corazón ver que Reino Unido llegaba a su fin», dijo tras la intervención de Salmond desde Downing Street, en Londres.
«Ahora se ha escuchado la voluntad del pueblo escocés y «el debate se ha zanjado durante una generación o quizás para siempre», agregó en una breve alocución en la que también defendió la decisión de dar vía libre para realizar la votación, que tanto había sido criticada, señalando: «era lo correcto». No hay que «eludir las grandes decisiones».
De forma burlona, algunos apuntaban que un «sí» de los escoceses no sólo le habría roto el corazón al primero ministro, pues dentro de su partido su situación también era delicada por haber subestimado durante largo tiempo las aspiraciones secesionistas de este territorio situado en el norte de la isla de Gran Bretaña.
Si Escocia hubiese votado a favor de la independencia, el resto de Reino Unido habría sufrido de considerables problemas estructurales y financieros.
El resultado del referéndum no sólo ha salvado a Cameron y al resto de Reino Unidos sino también a otro político: al veterano ex primer ministro laborista Gordon Brown, a quien Cameron derrotó en las elecciones generales de 2010. En los últimos días de la campaña sobre todo, Brown, también escocés, se implicó con apasionados y celebrados discursos a favor de seguir formando parte de la unión. Según algunos expertos en la materia, su intervención ha sido decisiva para frenar el ímpetu secesionista.
El «no» de los escoceses a la independencia también era la opción en diversas cancillerías, aunque el presidente Barack Obama ha sido el único estadista de nivel global que se ha pronunciado de forma clara por un «Reino Unido fuerte y unido».
Muchos gobiernos europeos estaban a favor del «no» en Escocia, así como la Unión Europea, que cofía así en aplacar un efecto contagio en España, Bélgica o Italia. Algunas voces incluso llegaron a plantear el fantasma de la descomposición de la Unión Europea.
No obstante, la decisión de Escocia cambiará Reino Unido, pues más de 1,6 millones de escoceses se han manifestado a favor de la independencia. El primer ministro Cameron y los líderes de los partidos en Westminster prometieron antes del referéndum conceder más autonomía a los escoceses si el «no» ganaba en la consulta. Esta promesa desató de inmediato protetestas en otras regiones del país. El primer ministro escocés prevé dar hoy una rueda de prensa para presentar un catálogo de demandas.
Es por ello que en la intervención de Cameron hoy anunció una amplia reforma constitucional que afectará a todo el país y que se comenzará a negociar en noviembre.
Aunque no ofreció muchos detalles, Cameron dijo que en enero de 2015 se presentará el proyecto de ley. «Pero la parte decisiva que hasta ahora faltaba es Inglaterra», señaló el premier en referencia al debate federalista en Reino Unido.
En el futuro «habrá una voz inglesa para las leyes inglesas», indicó Cameron. El partido Laborista, en la oposición, había propuesto la creación de un parlamento propio para este parte de Reino Unido, la mayor en territorio, que todavía no cuenta con un parlamento regional.
Por Michael Donhauser