(dpa) – Carrocerías de aluminio, acero inoxidable o carbono, solo un litro de consumo o un coche de ensueño con puertas de ala de gaviota: siempre ha habido pioneros del automóvil, también en el pasado reciente, y todos con distintos grados de éxito. Uno de ellos se acaba de despedir.
De 0 a 50 km/h en solo tres segundos: no con un coche deportivo, sino con un subcompacto eléctrico. Cuando el fabricante alemán BMW lanzó el i3 en 2013, los férreos aficionados al motor de combustión sacudían la cabeza consternados ante los semáforos. Demasiado corto, demasiado alto, neumáticos demasiado finos y encima con accionamiento eléctrico. Pero muy rápido.
«El BMW i3 fue un auténtico pionero de la movilidad eléctrica y una apuesta audaz de BMW», afirma Paolo Tumminelli. «Fue el primer coche de BMW concebido y diseñado puramente como un coche eléctrico, con todas sus ventajas e inconvenientes», señala el profesor de Diseño de la Escuela Superior Técnica de la ciudad de Colonia. Con el i3, BMW marcó nuevas pautas técnicas.
Para su diseño, los desarrolladores aprovecharon al máximo las ventajas de espacio que ofrecía el motor eléctrico. Este se encuentra en la parte trasera, bajo el maletero, y las baterías van montadas en el suelo del coche, lo que garantiza mucho espacio interior con unas dimensiones exteriores compactas.
En algunos modelos, la desventaja de una corta autonomía eléctrica se compensa con un extensor de autonomía. Este pequeño motor de gasolina a bordo puede cargar la batería durante la conducción.
La carrocería, que solo mide cuatro metros, está hecha a partir de fibra de carbono, aluminio y plástico y es más ligera que una de acero. «Esto demuestra por sí solo la calidad de un concepto bien pensado e innovador», enfatiza el profesor Tumminelli. Con 15,3 kWh por cada 100 kilómetros según el ciclo WLTP, el cuatro plazas, que solo pesa 1,3 toneladas, consume aún hoy relativamente poco.
«El i3 representa la entrada de BMW en la movilidad eléctrica y cuenta como un hito importante en la larga historia de la compañía», afirma Caroline Exner, directora de Producto del BMW i3.
En 2011, BMW había presentado el concepto de un coche urbano eléctrico denominado i3 Concept. La presentación del coche de producción tuvo lugar en 2013, poco después comenzó la producción en serie en la planta de Leipzig. Para ello, BMW creó la submarca BMW i. El último modelo salió de la línea de producción a finales de junio de 2022. En total se vendieron del i3 unas 250.000 unidades en 74 países.
Para el profesor Stefan Bratzel, el i3 ocupó, en el momento de su presentación, una posición de liderazgo en electromovilidad casi tan importante como la que tiene Tesla.
«El i3 fue un interesante intento de un fabricante alemán de desarrollar su propia plataforma eléctrica y un vehículo autónomo», afirma el director del Centro de Gestión de la Automoción (CAM), con sede en el estado federado alemán de Renania del Norte-Westfalia. «El enfoque es similar al de Tesla y representa el inicio de la movilidad eléctrica por parte de un fabricante alemán».
Sin embargo, los elevados costes de desarrollo y la costosa producción de carbono hicieron que el i3 no tuviera éxito desde el punto de vista económico; las expectativas fueron superiores a las ventas reales. Por ello, el experto opina que se tomaron decisiones erróneas con la costosa carrocería de carbono y en la elección del segmento.
El utilitario eléctrico, bastante caro, no era compatible con el mercado de masas. «BMW podría haber ganado más dinero con una clase de vehículos superior», afirma el profesor Bratzel.
Otros pioneros tuvieron dificultades similares. Tumminelli pone como ejemplo el De Lorean DMC-12 de 1981, que fue diseñado por Giorgio Giugiaro como el primer coche ético porque era sostenible y estaba construido para durar. El vehículo incluía una carrocería diseñada por Lotus con una estructura portante de plástico reforzado con fibra y revestimiento exterior de acero inoxidable.
Debido a una financiación inadecuada, el coche con puertas de ala de gaviota resultó ser un fracaso, a pesar de alcanzar un estatus de culto como máquina del tiempo en la trilogía cinematográfica «Regreso al futuro».
Según Tuminelli, el A2 de la alemana Audi también impresionó en el año 2000 con su carrocería de aluminio y su forma de monovolumen de cinco puertas, pero se dejó de fabricar tras solo cinco años. «El marco espacial de aluminio no escalable era simplemente demasiado caro», explica el académico. En otras palabras, el diseño no podía utilizarse para otros modelos.
Con el XL1, el fabricante alemán Volkswagen creó entre 2013 y 2016 un vehículo caro, aunque minimalista, que solo consumía alrededor de un litro de diésel cada 100 kilómetros. Un coche para coleccionistas: solo se fabricaron 200 unidades que ya estaban vendidas antes de comenzar la producción.
Con el Polo 3L Bluemotion, Volkswagen también ofreció entre 2009 y 2014 un utilitario que consumía 3,3 litros cada 100 kilómetros. Sin embargo, la baja demanda debida a los elevados costes de adquisición hizo que el austero Polo no fuera rentable para VW.
Como tantas veces en la historia del automóvil: el BMW i3 se adelantó a su tiempo, llegó al mercado demasiado pronto. Según Tumminelli, también modelos innovadores y progresistas como el Fiat 500, el Renault Twingo, el Renault Avantime, el Porsche 928, el Smart Fortwo o el Audi A2 tuvieron dificultades iniciales o problemas de aceptación.
El hecho de que el i3 esté siendo ahora eliminado también se debe a su plataforma. «Hay solo algunas pocas sinergias con otros modelos, lo que resulta caro en producción y desarrollo», puntualiza Bratzel. Los nuevos modelos de BMW apuestan por un sistema modular con mucho potencial de sinergia.
Por Fabian Hoberg (dpa)