Berlín, 30 jun (dpa) – ¿Logrará la canciller Angela Merkel desactivar el ultimátum dado por sus socios bávaros? La respuesta se hace esperar porque el partido bávaro integrado en el bloque conservador que dirige la mandataria se resiste a desvelar si los acuerdos migratorios alcanzados el viernes en Bruselas se ajustan a sus expectativas.
Horst Seehofer, el ministro del Interior y líder de la Unión Cristianosocial (CSU) -el partido hermano bávaro de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel- que desató una crisis de Gobierno al amenazar a la canciller con actuar de forma unilateral si ésta no lograba una solución europea que pusiera freno a la llegada de refugiados Alemania, mantiene la intriga. En la práctica, esas amenazas podrían culminar en una ruptura del Gobierno de coalición alemán.
La canciller alemana aseguró al término de la cumbre de la Unión Europea (UE) del jueves y viernes en Bruselas que los resultados de la reunión satisfacen las demandas planteadas por la CSU en su pulso con la CDU en materia de política migratoria.
Destacó que se obtuvieron «avances sustanciales» en el acuerdo con los socios europeos así como en los pactos sellados de forma adicional con España y Grecia para devolver a los refugiados que previamente pidieron asilo en esos países.
Sin embargo, Seehofer mantiene silencio. «El ministro del Interior Horst Seehofer no quiere valorar los resultados de la cumbre en base a comunicados de prensa (…), quiere esperar a mantener una reunión con la canciller», comunicó una portavoz del Ministerio del Interior durante un encuentro rutinario ante la prensa celebrado en Berlín.
La falta de claridad de los conservadores bávaros, que se limitan a señalar que el pacto migratorio alcanzado en Bruselas «va en la dirección correcta», embarca a la potencia europea en un fin de semana de infarto en el que aún no se descarta que vuele por los aires el Gobierno de coalición en Berlín.
Merkel tenía previsto informar ayer por la tarde y hoy sábado a la CDU y a la CSU sobre los resultados de la cumbre europea. Al respecto, dijo que la tensión interna le había servido más bien de «acicate» para obtener resultados tangibles en Bruselas.
Sin embargo, a estas alturas pocos se atreven a aventurar si el compromiso de los socios europeos servirá para calmar la ira de los bávaros, que exigen que los inmigrantes registrados previamente en un Estado de la UE no puedan pedir asilo en Alemania. Un acuerdo en esa dirección se concretó el viernes pero no a nivel europeo, sino de forma bilateral con Grecia y España.
Mientras en las filas de la CSU callan, el resto de fuerzas políticas llenan el vacío opinando sobre el acuerdo alcanzado en Bruselas tras más de doce horas de negociaciones y que contempla establecer voluntariamente centros de acogida cerrados en la UE para migrantes rescatados del mar, así como en explorar la posibilidad de abrir centros de refugiados fuera de Europa.
«Constituye un gran avance. Que los 28 países miembro de la Unión Europea negocien de forma conjunta sobre esta cuestión es, en los tiempos actuales, una buena noticia para Europa y para Alemania», se apuró a decir la secretaria general de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, Annegret Kramp-Karrembauer.
«El Partido Socialdemócrata (SPD) está satisfecho de que se haya logrado una solución con Europa y no contra Europa y le pido al bloque conservador que esto sirva como impulso para poner fin a su conflicto interno», dijo por su parte Andrea Nahles, líder del SPD que en calidad de socio menor sustenta el Gobierno en Berlín.
Los socialdemócratas, tradicionales rivales de los conservadores, se han convertido en los últimos días en el mayor apoyo de Angela Merkel que, recién cumplidos los cien primeros días de su cuarto mandato, está viendo como su decisión de abrir las puertas a cerca de un millón de migrantes en septiembre de 2015 puede pasarle factura.
En el otro lado, se sitúa el principal partido de la oposición, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que aboga por cerrar las fronteras europeas convertidas, a su modo de ver, en una especie de «puerta de un granero» que permite la entrada libremente.
El empresariado alemán, por su parte, brindó el viernes su respaldo a la canciller Merkel apelando a la responsabilidad.
«Lo que necesitamos ahora es un Gobierno estable y determinado, que colabore de forma constructiva, sensata y orientado hacia la búsqueda de soluciones con sus socios europeos», señalaron en un llamamiento conjunto las principales asociaciones económicas del país, entre ellas la federación de la industria y la patronal.
«La economía alemana está convencida de que actuar en solitario causa más daños que frutos», agregaron en el escrito que busca despertar conciencias y espantar el fantasma de unas nuevas elecciones.
No en vano, en Alemania todavía pesa demasiado el recuerdo de un país que estuvo paralizado durante los seis meses que fueron necesarios para formar Gobierno después de que los comicios generales de septiembre del año pasado dejasen un Parlamento muy fragmentado.
Por María Prieto (dpa)