Ciudad de México, 28 jun (dpa) – Su hijo menor se llama Jesús Ernesto. Por Jesucristo y el guerrillero Ernesto «Che» Guevara. Una combinación que dice mucho sobre Andrés Manuel López Obrador, el líder nacionalista que compite, por tercera vez seguida, por la Presidencia de México.
«La tercera es la vencida», dice el ex alcalde de Ciudad de México, de 64 años, que promete cortar el «copete de los privilegios», terminar con la «mafia del poder», acabar con la corrupción por medio del ejemplo y dar prioridad a los pobres.
Este hijo de comerciantes nacido el 13 de noviembre de 1953 en Tepetitán, estado de Tabasco, y conocido como AMLO por sus iniciales, encarna para muchos mexicanos el anhelo de cambio.
Es un líder de masas. A un solo llamado suyo, decenas de miles de personas llenan las plazas públicas. «Es un honor estar con Obrador», es la frase con la que lo reciben en sus actos.
Desde el punto de vista ideológico es difícil de encasillar, aunque muchas veces se le llame político de izquierda.
En lo económico quiere apostar por el mercado interno, fijar precios de garantía para el campo y revisar la apertura del sector del petróleo a al capital privado.
En lo social López Obrador busca reducir las desigualdades y evita pronunciarse en temas que entrarían en una agenda tradicional de izquierda, como el aborto y los matrimonios homosexuales.
Después de haber perdido en las elecciones de 2006 y 2012, en la actual campaña moderó su discurso para atraer a sectores que antes desconfiaban y se deslizó más hacia el centro.
Aunque propone un cambio que equipara a grandes transformaciones de la historia como la Revolución Mexicana de 1910, forma parte del sistema político.
«No es alguien que viene de fuera, no es un militar que hizo un golpe de Estado y estuvo en la cárcel, no es un líder cocalero sin experiencia política, no es un empresario que pasa de una multinacional a la política», dijo a dpa Willibald Sonnleitner del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México.
«Es un político profesional que ha hecho política desde que es joven en el principal partido político que había en este país», añadió.
Sus críticos dicen que es un caudillo populista y lo comparan con el presidente estadounidense Donald Trump y con el venezolano Nicolás Maduro. López Obrador lo rechaza.
«No nos inspiramos en ningún gobierno extranjero, ni Maduro, ni Donald Trump, para que quede claro. Nos inspiramos, y lo decimos con respeto, en los padres de nuestra patria, los que nos dejaron lecciones para luchar por la justicia, por la democracia, por la soberanía nacional», dijo.
Para el escritor y analista Jorge Zepeda Patterson, López Obrador se parece más al liderazgo personalista de Juan Domingo Perón, que llegó al poder en Argentina en 1946, que a otros líderes con los que se le asocia.
«A mí en cambio me hace pensar en Perón, toda proporción guardada. Su ambigüedad ideológica, su capacidad para flotar por encima de las definiciones o para convocar a las fracciones políticas más divergentes y su habilidad para negociar con las estructuras sindicales vigentes hacen recordar a la figura del líder argentino», escribió en su columna del diario «El País».
López Obrador, que estudió ciencias políticas y administración pública, lideró varios movimientos de protesta desde sus tiempos en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó de 1929 a 2000 y al que renunció al final de los años ochenta.
Su proyecto económico se inspira en el «desarrollo estabilizador» de 1954-1970, que impulsó el crecimiento con fuerte rectoría estatal. «Es un poco el modelo que había antes del neoliberalismo en México, antes de 1982», dijo el analista José Antonio Crespo.
Muchos de los mensajes de López Obrador tienen notas religiosas. La alianza Juntos Haremos Historia, encabezada por su Movimiento Regeneración Nacional (Morena), incluye al partido de los evangélicos y el nombre Morena evoca a la Virgen de Guadalupe, llamada «la Virgen morena».
López Obrador enviudó en 2003 cuando era alcalde y está casado con la escritora Beatriz Gutiérrez Müller, madre de su hijo más pequeño, de 11 años. Además tiene tres hijos mayores.
En 2006, después de perder por 0,62 puntos, paralizó semanas la principal avenida de Ciudad de México con una protesta para denunciar fraude y se hizo proclamar «presidente legítimo».
Después de su segunda derrota su nombre siguió sonando: «Estaríamos mejor con López Obrador», decía un anuncio. Ahora bastó con que los avisos dijeran «estaríamos mejor con ya sabes quien» para que todos supieran de quién se trataba.
Por Andrea Sosa Cabrios (dpa)