Nizhni Nóvgorod/Ekaterimburgo, 15 jun (dpa) – «No sé cómo salté». José María Giménez parecía sorprendido de haber volado más alto que los espigados defensores egipcios para dar la victoria a Uruguay en el debut del Mundial con un cabezazo agónico. Tal vez la explicación sea que el central lleva una semana en los cielos.
Con solo 23 años, el jugador del Atlético de Madrid aterrizó el domingo en Rusia para disputar su segundo Mundial, el miércoles renovó con el club hasta 2023 y el viernes marcó el que podría ser el gol más importante de su carrera, con el que rompió además una racha de casi 50 años de estrenos mundialistas de Uruguay sin victoria.
Su cabezazo tuvo además sabor a consagración: llegó en el último minuto de un partido trabado, con Uruguay resignándose al empate sin goles frente a un sólido Egipto y ante la impotencia de Luis Suárez y Edinson Cavani, una de las duplas ofensivas más temibles del Mundial. El salto de Giménez hizo explotar a tres millones de uruguayos.
«Sé que ‘El Pato’ (Carlos Sánchez) la tiraba ahí, pero no sé cómo salté y cómo le pegué. Me tocó meterla a mí y conseguir los tres puntos, que es lo importante», dijo tras la victoria por 1-0 en Ekaterimburgo, que permite a Uruguay afrontar con mucha más calma el camino hasta octavos de final.
El capitán Diego Godín, su compañero inamovible en el centro de la defensa de Uruguay y del Atlético de Madrid, bromeó con que le dejó hacer el gol. Es el propio Godín quien suele resolver esas jugadas aéreas, como ocurrió hace cuatro años en Brasil 2014, cuando dio el pase a octavos a Uruguay marcando de cabeza a Italia.
Los paralelismos no pasaron por alto a Tabárez. «Trabajamos mucho a dónde debían ir los centros y el esfuerzo que había que hacer», dijo hoy tras la victoria, asegurando que había mostrado al equipo el gol de Godín a Italia.
«Si usted ve la foto del gol de hoy, tiene parecidos. Más alto que cualquier rival. Eso es capacidad, es entrenamiento y determinación», dijo el técnico de 71 años elogiando al jugador que destrabó el camino de Uruguay en el Mundial.
Sus palabras tuvieron que sonar a un regalo adicional para Giménez: la superposición de su gol y el de Godín respaldan -simbólicamente, al menos- el rol cada vez más claro de «Josema» como uno de los grandes aspirantes a suceder como capitán y referente de Uruguay a su compañero, nueve años mayor.
Enamorado de la selección, Giménez lleva tatuado en el brazo la fecha «10 de septiembre de 2013»: el día en que debutó como internacional con apenas 18 años. Si Rusia 2018 sigue como comenzó, el central podría tener que encontrar lugar para tatuarse pronto un «15 de junio de 2018».
Por Pablo Sanguinetti (dpa)