‘En Portada’ estrena este semana el reportaje ‘Princesas esclavas’ en el que aborda la trata de mujeres nigerianas para su explotación sexual en Europa, que se ha disparado en los últimos años, aumentando el número de menores. Algunas de estas víctimas cuentan al programa cómo las han esclavizado y cómo funciona la mafia que las fuerza a ejercer la prostitución.
A partir de las revueltas árabes de 2011, la ruta por Libia y el Mediterráneo se ha hecho más rentable para los traficantes. Un equipo de ‘En Portada’ ha estado en Italia, el país al que llegan más mujeres nigerianas: si en 2014, recibía menos de 1.500, en 2016 llegaron 11.000 mujeres, según datos de la Organización Internacional de Migraciones (OIM). Y cada vez, más menores.
Las organizaciones que luchan contra este tráfico calculan que el 98% de las nigerianas que se prostituyen en Italia son víctimas de trata. Y estiman que existe una organización criminal mafiosa capaz de mover al año más de 380 millones de euros.
Seis víctimas, han hablado con ‘En Portada’ para dar a conocer su historia y desvelar algunas claves sobre el funcionamiento de este tráfico humano: cómo aprovechan su vulnerabilidad para atraparlas en un círculo de esclavitud, a través del engaño, un juramento en un ritual de vudú, una inflada deuda muy difícil de saldar, amenazas, extorsión y violencia.
Esta esclavitud del siglo XXI, a veces, se oculta detrás de muros; pero muy a menudo está a la vista de todos. ‘En Portada’ ha visitado algunos de estos “mercados del sexo” en el que las víctimas son forzadas a trabajar.
Contra la trata, luchan las autoridades italianas y de otros países; pero también, organizaciones civiles y algunas de las propias víctimas. Princess es una de ellas: soñaba con un futuro mejor en Europa y al llegar a Italia, la forzaron a prostituirse; ahora ayuda a que otras víctimas salgan de la esclavitud. A ellas les señala la puerta de salida y a la sociedad, un mensaje: “No somos prostitutas; somos esclavas”.
‘Princesas esclavas’ es un reportaje con guion de Yolanda Álvarez; realización de Ángel Barroso; imagen de Vicente Gil; sonido de Irene Martín; montaje de Marga Serrano; y producción de Ana Pastor y Lourdes Calvo.