WASHINGTON (dpa) – Durante décadas, Atlantic City ocupaba el segundo puesto como meca estadounidense del juego tras los neones y el glamour de Las Vegas. Pero desde hace algún tiempo la industria de la ruleta en la antaño floreciente ciudad de la costa este de Estados Unidos está de capa caída.
El famoso hotel «Trump Plaza» anunció recientemente que cerrará sus puertas a mediados de septiembre y, con ello, más de 1.000 empleados perderán su puesto de trabajo. ‘Con ello, el «Trump Plaza» es el tercer establecimiento hotelero que busca nuevo dueño tras el «Showboat» y el «Revel». El «Atlantic Club» echó el cierre definitivo porque nadie quería comprarlo. Y es que el tambaleo de la industria de los casinos, motor del empleo en Atlantic City, es demoledor para una ciudad que se hizo famosa por su Boardwalk (paseo marítimo) y la elección de Miss America.
Más que el huracán «Sandy», que en octubre de 2012 causó enormes destrozos, la ciudad se ha visto afectada por el nuevo panorama mundial del juego: en los últimos diez años se abrieron nuevos horizontes para los clientes, y actualmente la ciudad se enfrenta a una fuerte competencia en los estados vecinos de Nueva Jersey. Maryland, Pensilvania y Nueva York han legalizado los casinos y atraen a hordas de clientes.
También Nueva Inglaterra se ha unido a la apertura de templos del juego. Y es que desde la inauguración de los primeros casinos, en 2006, Pennsylvania ha ganado más de 8.000 millones de dólares con el juego, borrando a Nueva Jersey como el segundo estado norteamericano, después de Nevada.
Según un informe del centro para la investigación del juego de la Universidad de Nevada, desde 2006 los ingresos de los casinos de Atlantic City cayeron un 45 por ciento. «Al contrario que Nevada, que contuvo la caída, en Atlantic City no hay indicios de que esta racha vaya a tener fin», señala el estudio.
En un intento de salvar el sector, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, firmó el año pasado una ley que legalizaba el juego en Internet, con la esperanza de que esto volviera a hacer sonar las arcas de los casinos de Atlantic City. Sin embargo, Christie sobrevaloró el potencial de la medida, que finalmente no está reportando demasiado.
Así, el futuro de Atlantic City pinta cada vez más sombrío. En junio, el alcalde, Don Guardian, declaró que la ciudad tendrá que apostar por los acontecimientos deportivos, el ocio y otras atracciones turísticas. «Lo que le sucede aquí a la industria del juego no sólo afecta a Atlantic City, sino que sucede en todo el país», declaró. «Necesitamos actividades no relacionadas con los casinos para sacar adelante a Atlantic City».
En ese sentido, Las Vegas es el gran ejemplo de reciclaje económico. La ciudad ha logrado detener su caída concentrándose en las atracciones y con una orientación más familiar, transformándose en algo más que un paraíso del vicio. Según Guardian, Atlantic City debería seguir sus pasos.
Por Cameron Mackintosh