Melbourne, 21 mar (dpa) – ¿Será por fin el turno de Sebastian Vettel? Después de tres largos años en Ferrari, el piloto alemán espera quebrar la hegemonía de Lewis Hamilton y los Mercedes para darle el título mundial a la escudería italiana en el campeonato de Fórmula 1 que comenzará este fin de semana en Melbourne.
«Tengo que entender aún mejor el auto, todavía hay que resolver un rompecabezas», remarcó Vettel ayer antes del inicio de las actividades del Gran Premio australiano.
El alemán se mostró escéptico sobre el poderío de su Ferrari tras los ensayos de pretemporada en Montmeló, pero el impulso que trae de la temporada anterior, cuando puso en aprietos a Hamilton durante buena parte del años, le dan confianza para una batalla que se extenderá durante 245 días.
Lo cierto es que está todo dado para un duelo de gigantes, con un premio adicional: sea Hamilton o sea Vettel el campeón al final de la temporada, uno de los dos igualará a la leyenda argentina Juan Manuel Fangio con cinco títulos. Es el objetivo adicional por el que pelearán el alemán, monarca de 2010 a 2013, y el británico, campeón en 2008, 2014, 2015 y 2017.
«No es ningún secreto que Mercedes es el favorito», sintetizó sin embargo Vettel. «Se ven fuertes, siempre», destacó el alemán, que no quiere crearse falsas expectativas como el año pasado, cuando un inicio de temporada alentador lo llevó a pensar en el título. Una serie de errores propios y defectos técnicos le impidieron llegar con posibilidades al final de la temporada.
El tiempo corre en contra de Vettel. La paciencia en el equipo italiano ya no es la misma, porque a pesar de los avances siguen sintiéndose inferiores a las «Flechas de Plata».
Así lo hizo notar el jefe de Ferrari, Sergio Marchionne, que dejó en claro que no habrá términos medios en su última temporada al frente del equipo: será título o fracaso. «Vi que los ingenieros de diseño estaban demasiado relajados. Sólo puedo concluir que o tenemos una basura de coche o una verdadera bestia», remarcó Marchionne.
El mensaje de Vettel es un poco más complaciente. «En 2017 dimos un paso increíble. No estuvimos lo suficientemente cerca cuando importaba, pero hemos sacado nuestras conclusiones», expresó el alemán.
En la vereda de enfrente, todo es confianza. Desde que volvieron los motores turbo en 2014, Mercedes mantuvo una hegemonía difícil de igualar, con 63 victorias en las 79 carreras. Ni siquiera las reformas reglamentarias de 2017, con chasis más amplios y autos más rápidos en curva, pudieron sacarlos de foco.
Durante los ocho días de pruebas en Barcelona, la «Flechas de Plata» dieron más de 1.000 vueltas, mucho más que el resto de los equipos. ¿Garantía de algo? Obvio que no, pero Hamilton desborda confianza.
«Tengo la sensación de que siente que los siete títulos de Michael (Schumacher) están a su alcance», aseguró el director deportivo de Mercedes, Toto Wolff, sobre su piloto estrella. Para Hamilton, ese objetivo está todavía demasiado lejos, pero la posibilidad igualar a Fangio la encuentra «genial».
Pero lo que más quiere el británico es salir a pista, manejar su auto lo más rápido posible y competir. «No puedo esperar para la primera carrera. No veo la hora de correr», afirmó Hamilton.
Pero mientras los focos se los lleva la confianza de Mercedes y la esperanza de Ferrari, Red Bull aspira a ser el tercero en discordia, con el joven Max Verstappen ya más maduro y aplacado, pero igual de rápido que en las campañas pasadas.
La llegada del ingeniero Adrian Newey al equipo de diseño provocó nuevos bríos en un equipo que siempre dio ventajas en el inicio del año y que luego se fue acomodando con el paso de las carreras.
«Estamos mucho mejor que hace un año», dijo Verstappen, quien celebró dos victorias en 2017, en relación a las satisfactorias pruebas del modelo RB14 en los ensayos de Barcelona. Con el gurú del diseño de nuevo en sus filas, el equipo energético sueña con volver a sus años de gloria.
Algo similar ansía McLaren, que después de tres años para olvidar confía en volver a pelear por podios con el español Fernando Alonso al frente de su primer volante.
Por Jens Marx (dpa)