Berlín, 19 feb (dpa) – Los afiliados al Partido Socialdemócrata alemán (SPD) tendrán a partir de mañana la última palabra sobre el acuerdo para reeditar la coalición gubernamental con los conservadores de la canciller Angela Merkel y poner fin a un periodo de unos 160 días sin Gobierno estable en el corazón de Europa.
Exactamente 463.723 militantes de la agrupación de centroizquierda han sido llamados a enviar su papeleta por correo hasta el 2 de marzo en una votación de la que depende el futuro del país. En caso de ganar el «sí», Merkel podría ser investida en la primera quincena de marzo como jefa de Gobierno alemana por cuarto mandato consecutivo.
Pero de triunfar el «no», Alemania enfrentaría una situación inédita en la que las opciones restantes son un Gobierno en minoría de las Uniones Cristiano Demócrata (CDU) y Cristiano Social (CSU) de Merkel, una variante que rechaza la mandataria, o la convocatoria de nuevas elecciones a través de un complicado mecanismo que pondría en marcha el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier.
El nerviosismo reina en las filas socialdemócratas. En 2013, una consulta a las bases previa a la formación del actual Gobierno en funciones fue aprobada por un 75,96 por ciento de los votos.
Cuatro años más tarde, la situación es completamente diferente. Los socialdemócratas están muy divididos después de sufrir en los comicios generales del 24 de septiembre su peor resultado histórico, un 20,5 por ciento de los votos.
El entonces presidente, Martin Schulz, anunció con bombo y platillo que el partido pasaría a engrosar las filas de la oposición. El anuncio no tuvo larga vida. Merkel fracasó en el intento de forjar una alianza con liberales y verdes y volvió a tender la mano al SPD.
Un congreso del partido otorgó por muy ajustada mayoría un mandato a la cúpula para negociar un acuerdo de coalición en el que Merkel efectuó grandes concesiones en aras de formar finalmente Gobierno.
Pese a haber conseguido imponerse en temas claves, la cúpula socialdemócrata se enzarzó en rencillas personales que llevaron a la renuncia de Schulz a la presidencia y a un puesto en el futuro Ejecutivo alemán.
Otra diferencia respecto a 2013 es que esta vez está en marcha una campaña a favor del «no». Su principal exponente es el presidente de las Juventudes Socialdemócratas, Kevin Kühnert, un elocuente político de 28 años que viaja por todo el país abogando por la recuperación del partido en la oposición.
Kühnert argumenta que el acuerdo de coalición no representa un verdadero despegue para Alemania y tampoco contiene medidas para contrarrestar la creciente brecha entre ricos y pobres. «Es una política que patea hacia adelante la responsabilidad», sostuvo el dirigente juvenil.
La dirigencia en torno a la designada presidenta Andrea Nahles también recorre la geografía alemana para explicar en una serie de conferencias los motivos para volver a ser socio menor de Merkel.
Muchos defensores del «sí» advierten que el partido podría quedar sumido en el caos en caso de ser convocados nuevos comicios generales. El SPD ha caído en las encuestas a un 16 por ciento, ligeramente por encima de los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD).
«No hay solamente gente escéptica», señaló la actual ministra de Familia, Katharina Barley, tras una reunión con las bases en la ciudad de Maguncia. Muchos tienen reticencias pero darán su voto «porque los contenidos son buenos y naturalmente porque no hay mucha alternativa», agregó.
Se espera una lucha pareja entre defensores y detractores de la gran coalición. El recuento tendrá lugar en la sede del partido en Berlín y el resultado se dará a conocer el domingo 4 de marzo, probablemente a primera hora de la tarde.
La decisión es vinculante con un mínimo de 20 por ciento de votos emitidos. «Estoy confiado de que ganará el ‘sí'», expresó el primer ministro de Baja Sajonia, Stephan Weil. Políticos cercanos a las bases apuestan por una victoria a favor de la coalición de 60 por ciento contra 40 por ciento de detractores.
En cualquier caso, este será el interregno más largo sin Gobierno estable en la potencia europea, casi medio año.
Por María Laura Aráoz (dpa)